“entonces sucede algo mágico, ella ve en él a su cómplice y él en ella a su dueña”
A.K.M
—Vero mi amor, necesito que me ayudes, Santi está muy mal. —la mujer de carácter fiero levanta el rostro y lo mira fijamente.
—¿Qué necesitas, Thiago? —pregunta parcamente. Toma la servilleta de tela y la pone a un lado.
—Dinero, necesito dinero; la operación debe hacerse lo antes posible, y es mucha plata.
—Y se supone que debo apoyarte luego que tú me has traicionado con tu ex —se levanta enardecida, de la mesa.
—¿Qué dices mi amor? Yo no te he engañado con nadie —la sostiene de la mano para que vuelva a sentarse, mientras el resto de los clientes del restaurante los observan.
—Vi como te pusiste cuando ella dijo que estuvo toda la noche en vela, sé que estuviste con ella, a mí no puedes engañarme, te conozco mejor que nadie. Si no hice un escándalo frente a ella, es porque no quería darle el placer de vernos separados. Pero, me vale lo que esté pasando. Si necesitas dinero, vende el auto que te regalé hace dos años, pide un crédito al banco, pero no me pidas dinero.
Thiago no creyó oir aquellas duras palabras en boca de Verónica, siempre la admiró desde que la conoció. Ella era una mujer temperamental y decidida, además lo llevaba al cielo cada vez que tenían sexo.
Flash Back***
Cinco años atrás
—Doctora, podemos reunirnos. Tengo información relevante sobre el caso Duarte, de extorsión. —Thiago coloca la carpeta sobre el escritorio de Verónica.
—Siéntate Fernándes. —el joven abogado toma la silla y se sienta.
Para él, Verónica Fuenmayor es una mujer sumamente atractiva, desde que comenzó en el Bufete Fuenmayor y asociados, ella representa la imagen de mujer empoderada, capaz de todo para lograr ganar un juicio y sobre todo, es misteriosa y sensual.
—Como le decía, acá —toma la carpeta y comienza a sacar los documentos y mostrárselos a su jefa— tenemos varios argumentos que nos ayudarán a la dejar encerrado durante un largo tiempo a Enzo Bellini.
—Muy bien, eso es algo que me llena de satisfacción, quiero hundir a ese desgraciado y que pase unos buenos años en la cárcel. ¿Qué le parece si luego del trabajo, salimos a tomarnos una copa?
—¿Nosotros? —pregunta sorprendido.
—Sí, por supuesto. ¿O Claudia no lo deja? —Thiago sonríe algo nervioso. Aquella invitación era algo que no esperaba, pero que en el fondo anhelaba.
Thiago sale de la oficina, va hasta la sala de reuniones del Bufete, para tomar un café. Mientras sirve el café, Claudia entra.
—¿Me sirves uno mi amor? —él voltea a verla, sonríe y prepara la segunda taza. Se la entrega. —¿Al salir podemos ir a comprar algunas cosas al supermercado?
—No creo que pueda mi amor —responde algo nervioso, a pesar de todo, Thiago siempre le había sido fiel a Claudia, inclusive durante su noviazgo.— Debo quedarme unas horas más con la jefa para resolver un caso pendiente.
—¡Uy amor! Yo quería comprar algunas cosas para preparar una cena especial para los dos. Prepararte esa pasta carbonara que tanto te gusta —se prende a su cuello y él la toma de la cintura.
—Pero ve tú mi amor y así me sorprendes cuando llegué, no creo que pase de un par de horas la reunión.
—¡Vale! Entonces nos vemos en la noche —le da un beso escueto en los labios.
Justo en ese momento, entra Verónica, Thiago se separa rápidamente de Claudia.
—Le recuerdo que estamos en un Bufete, no en el parque o en su casa, Lima. —la increpa de forma tajante, Claudia baja el rostro apenada— Igualmente a usted, abogado Fernándes.
—Disculpe doctora. No volverá a ocurrir. —Verónica enarca su ceja izquierda.
—Eso espero. —sale de la oficina. Thiago observa a Claudia, mientras se rasca la cabeza.
A las cinco de la tarde, cierra el Bufete, todos los empleados salen del lugar, excepto Thiago quien espera a su jefa. Ella recoge su cartera y su blazer, se lo coloca y sale de la oficina. Él va detrás de ella, bajan al estacionamiento subterráneo, ella apreta el botón del Audi A5 color n***o. Suben al auto. Él siempre ha soñado tener uno igual.
—¡Vaya! Es hermoso este auto.
—Sí, lo es. Fue el primer auto que compré cuando gané mi primer caso, hace ya unos quince años. Aunque tengo otros dos, es mi preferido. Digamos que guardo grandes recuerdos en él.
—Para mí, es uno de los autos más hermosos, el sueño de muchos y la realidad de pocos.
—Quizás pronto pueda hacerse realidad tu sueño. —Verónica le da un guiño.
Minutos más tarde, entran al bar. Él baja del auto, le abre la puerta gentilmente, ella desciende y se enlaza a su brazo. Aquel joven provoca en ella sensaciones diferentes. La hace sentir como una reina. Se sientan en el bar, él pide un wiskhy para él, ella pide gin tonic. Conversan de todo un poco.
—Sí, recién nos casamos y bueno deseo tener un hijo. Por suerte Claudia y yo, estamos trabajando y económicamente podemos decir que es un buen momento.
—Se nota que apenas están comenzando. Siempre es así, al comienzo todo es increible, vemos en el otro la perfección, todo lo bueno, pero después, nos damos cuenta que es un espejismo. Aparecen los defectos, descubres su oscuridad, todo lo que esconde tu otra mitad.
—No sé que decirle. Hasta ahora Claudia y yo hemos sido felices, algunos desencuentros pero nada que no se pueda resolver con un poco de sexo.
—Comienza por tutearme, ya hemos tomado un par de rondas y todavía me hablas de usted.
—Es un poco raro, hablarle a una mujer tan admirable de tú.
—Pues si no lo haces me molestaré contigo. Me haces sentir como si fuese tu madre.
—Disculpa, no fue mi intención Verónica. —ella deja escapar una carcajada.
—¡Jajajaja! Es broma. Los años que tengo me son suficientes y me dan la experiencia que ninguna jovencita puede tener —nuevamente le da un guiño.
—De eso no cabe duda. —levanta su vaso y lo ofrece para brindae— ¡Salud! Por la belleza y experiencia juntas.
—Salud, Thiago. Creo que vamos a llevarnos muy bien.
Mientras tanto, Claudia termina de preparar la cena. Arregla la mesa, coloca los platos y cubiertos, enciende las velas, coloca en el florero las rosas.
—¡Todo está perfecto! —suspira y sonríe luego de ver la decoración.
Para Claudia aquella noche es muy especial, es la noche en que le dirá a Thiago que está embarazada. Su emoción es grande y su ansiedad por darle la noticia que lleva dos días callando, es mucho mayor.
Mira el reloj de pared, pronto serán las 8:00 de la noche. “Debe estar por llegar” piensa. Pero, nada más lejos de la realidad, pues Thiago está muy a gusto en compañía de Verónica, se divierte bailando y coqueteando con su jefa. Lo que comenzó con una copa, va tomando otro tinte más íntimo. Ella enlaza sus brazos a su cuello, él rodea con sus brazos su cintura. Al ritmo de una balada, los movimientos sinuosos de ambos encienden el deseo carnal.
Verónica puede sentir la respiración agitada de Thiago, cada vez que ella desliza sus manos por la espalda de su acompañante y se aferra a él con fuerza. Los cuerpos comienzan a arder con su proximidad, las manos y roces yescan las pieles. Sus rostros se aproximan cada vez más y como imanes los labios se buscan, se besan de forma apasionada, difícilmente puede haber un límite cuando dos ganas se juntan.
—Vamos a otro lugar, cariño —susurra a su oido.
—Sí, vamos —responde él, olvidando por completo su compromiso.
Suben al auto, ella le entrega las llaves para que él conduzca. El sueño de conducir un auto lujoso comienza a tornarse realidad. Verónica acaricia el muslo de Thiago y su mano se desliza hacia su pelvis, masajea el falo de su empleado. Aquella mujer era impresionante, Thiago no podía controlar las emociones y sensación de placer y lujuria que su jefa le proporciona.
Llegan hasta la lujosa mansión de la fiscal, bajan del auto, Thiago recibe una llamada, saca el móvil de su bolsillo, ve la pantalla “mi reina”, Verónica lo observa, él corta la llamada. Entran a la sala y sin dudarlo, ambos se dejan arrastrar por su apetito s****l, parecen un par de lobos hambrientos, ansiosos por devorar a su presa.
Claudia apaga las velas, ya casi a la mitad. Sube hasta la habitación. ¿Qué habría pasado? ¿Dónde estaba Thiago? ¿Por qué no respondía sus mensajes y llamada.
Ese fue el comienzo de miles mentiras que luego se convertirían en las razones de su divorcio.
***
Al llegar a su casa, Verónica decide ducharse, Thiago está preocupado, debe convencer a su mujer de que lo perdone y sobre todo de que le dé el dinero para la operación. Mas, él sabe bien como convencerla. Entra a la habitación de placer, prepara sus juguetes y sus accesorios para una noche especial. Esta vez le tocará intercambiar su rol de sumiso a dominador.