La primera vez

1502 Words
"Cada salto en el vacío es una cuestión de fe, nunca nada se repite como la primera vez." Fito Paéz Paul regresa a su celda, se recuesta y piensa en todo lo que habló con Claudia; por una extraña razón, no deja de pensar en ella. No se trata de su simple belleza que es evidente para cualquier hombre o mujer, sino su forma de ser, fuerte, valiente y capaz de todo por su hijo. Aquella mujer despierta en él, una fuerte admiración. Hubiese querido estar con su madre por mucho más tiempo, pero no pudo. Su padre lo alejó de ella y con ello, de la posibilidad de amar. Toma el libro que dejó a medio leer, pero no logra concentrarse en la lectura. Tiene las emociones a flor de piel con aquel encuentro, es como si ello, lo hubiese catapultado al pasado. Deja el libro a un lado, coloca ambas manos sobre su pecho, entrelazadas y se abstrae en sus pensamientos. Flash Back*** Ya han pasado siete años desde que salió de su pueblo, ahora es su padre quien cuida de él y lo adiestra en aquel mundo que ya no es un para Paul, un secreto. —Papá por qué no buscas hacer algo menos peligroso, no quiero que te pase lo mismo que a mamá. —Cállate Paul, no va a pasar nada de eso. Tu madre simplemente no fue astuta. En este mundo lo importante es ser astuto y no tener miedo. Es como cuando entras a la cárcel por algún delito, estás lleno de miedo por todo lo que te han contado los demás y te dejas arrastrar por ese sentimiento. Entonces, todos los de la manada saben que tienes miedo y te atacan, el instinto se huele. Solo si te arriesgas creyendo que ya no tienes nada que perder, podrás ganar el juego. Paul observa a su padre sin entender claramente lo que quiere decirle. Pronto sabrá a lo que él se refiere. Luego de llegar esa tarde del colegio, Paul deja el bolso en su cama y va hasta la cocina, allí está como siempre la nueva amante de su padre, Yessica. Ella es mucho menor que Salvatore, pero ha sabido ser lo que su madre no supo, una excelente cómplice. —Hola Paul, ¿qué tal tu día? —pregunta con un gesto algo insinuante. —Bien, todo bien. ¿Y papá? —se sienta y espera que Yessica le sirva la comida. —Aún no llega, creo que tardará en llegar hoy. —sirve el plato y lo coloca frente al adolescente, inclinándose ligeramente hacia él, mostrando sus redondeados pechos. Para cualquier chico de esa edad, con las hormonas a flor de piel, aquella escena le hace agua la boca. Viendo la reacción del chico, ella se aproxima un poco más poniéndole aún más nervioso; a pesar de tener catorce, Paul aún no ha tenido su primera experiencia sensual. Recuerda siempre las palabras de su padre “el miedo te vuelve cobarde”. —¿Paul, te gustan? —el chico levanta la mirada hasta ahora fija en el par de melones. Asiente.— ¿Has estado con alguna chica, antes? —él se ruboriza y niega con la cabeza. Yessica sonríe con malicia, acaricia los labios carnosos del chico, y lo desliza suavemente por su cuello y pectorales. Paul siente su corazón acelerarse como un caballo a galope. Ella se incorpora y camina hacia él, se coloca detrás del chico comienza a besarle el cuello y a acariciar con su mano su abdomen, desliza sus dedos hacia abajo. La respuesta de Paul es instantánea su falo se yergue como un mástil. Deja escapar un jadeo “Ahhh” ella sonríe, lo hace levantarse, lo toma de ambas manos y las coloca en sus nalgas. —Apreta vamos —el chico obedece, ella lo besa apasionadamente, él corresponde a aquel beso, siguiendo los movimientos de los labios de su nueva madrastra. Desde que llegaron a esa zona de Panamá, esta vendría siendo la décima de las mujeres con la que debe convivir, su padre las busca jóvenes, hermosas y cuando se cansa de ellas, las desecha. Aquel comportamiento le hace ver a Paul, que las mujeres son solo objetos sexuales. La mujer lo conduce hasta la habitación, lo empuja en la cama, lo desviste, y luego se ocupa en saborearlo. Paul está a punto de tener su primer eyaculación con una mujer, las otras que ha tenido han sido manuales y de autoayuda. Ella se levanta la falda de jeans, se sube sobre él a horcajadas, eleva su cadera y se deja caer, como toda experta jinetea sobre su pelvis son estrenar. Él la sujeta por las caderas con fuerza y en pocos minutos estalla en placer. Yessica se levanta, corre al baño a expulsar los fluidos del chico. Paul se levanta algo confundido. Va hacia el baño. —¿Qué ocurre? —le pregunta aturdido. —No puedes dejar semen dentro de una mujer, al menos que desees preñarla. —No pude evitarlo. Es mi primera vez. Yessica se acerca y le acaricia el rostro: —Lo sé mi amor. Por eso es importante que aprendas algunas cositas. Sabes que Salvatore no puede saber de esto, verdad —Paul asiente— Me mata si sabe que me follo a su hijo. Luego de terminar aquel encuentro, el chico comió desesperadamente, con un hambre voraz. Durante algunos meses y encuentros sexuales, su madrastra le enseñó técnicas de seducción, de placer y de control de su eyaculación. Paul tenía que ser lo suficientemente astuto para evitar que su padre lo descubriera y lo logró, mas él había comenzado a sentir algo más que placer por aquella mujer, se fue enamorando de ella. Siempre que ella le pedía volarse de la clase, él lo hacía. Pero aquella tarde quiso sorprenderla, llegó mucho antes de lo acordado, entró, fue hasta la cocina, ella no estaba. Caminó en dirección a su cuarto y la oyó gemir de placer, aunque sintió rabia de imaginarla con su padre, se asomó y la encontró en manos de uno de los socio de su padre. No podía creer que aquella mujer a la que tanto amaba, era apenas una cualquiera. Fue hasta su cuarto, lloró como un niño, su primera decepción amorosa y la única. Desde ese momento juró no enamorarse de ninguna mujer y solo disfrutar de ellas y desecharlas luego. *** —¿Por qué no dejo de pensar en ti, Claudia? —se pregunta, mientras imagina sus labios y sus manos explorando las exuberantes curvas de aquella mujer. Se increpa a sí mismo una y otra vez, por pensar en ella. —¿Qué carajos te pasa? El amor no es una opción jamás. Claudia Lima es apenas una más de tantas otras. Claudia conduce hasta su casa, durante el trayecto piensa en su cliente, aquel hombre es tan camaleónico, en momentos es arrogante, en otros es vulnerable y cuando menos lo esperas es, seductor e irresistible, como hoy. ¿Cómo podía provocar en ella sensaciones tan distintas de miedo, compasión y deseo por él? Pasa frente al restaurante donde solía almorzar con Thiago. Al ver el auto estacionado, decide bajarse y buscar a su hijo. Aparca, baja del auto y entra al restaurante. Desde la entrada logra verlo, sentado con la mujer que le destruyó la vida, se acerca hasta ellos. —Buenas tardes —dice ella y Santiago voltea rápidamente al escuchar la voz de su madre. —¡Mamita! —responde emocionado, y se abraza a su regazo. —Sí mi amor, vine a buscarte. —Verónica la observa con desprecio, a pesar de que Thiago estaba con ella, sabía que algo había pasado entre ellos esa noche. —Hola Claudia ¿Cómo has estado? —la saluda en un tono sarcástico, mientras Thiago traga en seco y mira a su ex mujer como pidiéndole no lo delate. —Bien, como siempre. —Si deseas puedes almorzar con nosotros, ¿verdad Thiago? —utiliza en aquella frase todo el sarcasmo posible. —Sí, sí claro —responde nervioso. —No, gracias. Quiero ir a casa y descansar un poco. La noche fue larga y de desvelo. —Imagino —responde parcamente— Cuando se tiene hijos, es lo más normal, nunca más vuelves a dormir. —Sí, claro. —comenta dejando entre líneas su verdadera respuesta.— Vamos mi amor —toma al niño entre brazos. Se voltea hacia su ex marido— ¡Cuando puedas, tenemos que hablar, sobre nuestro hijo! —Sí, por supuesto. Te llamo. —responde evasivamente. —No creo conveniente que hablemos de ello, por teléfono ¿no te parece? —lo increpa. —Sí, sí tienes razón. Pasó por casa esta noche. —responde tartamudeando. Verónica respira profundamente intentando calmarse, debe ser más inteligente y astuta que su rival. No puede darse el lujo de actuar impulsivamente y perder todo lo que ha logrado hasta ese momento.
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