"Cuando tiene que decidir el corazón es mejor que decida la cabeza."
Enrique Jardiel Poncela
Verónica salió del baño, se sorprendió de no ver a Thiago esperando por ella, él siempre ha hecho lo que ella le ha dicho que haga. Esperaba encontrarlo en la habitación, humillarlo y luego darle el dinero para dejarle claro que solo depende de ella.
Se colocó la bata se seda, bajó las escaleras, fue hasta la sala principal, él no estaba. Después lo buscó en la biblioteca y la cocina.
—¿Dónde carajos se metió? —camina de un lado a otro, sin resultado— mira al final del largo pasillo, la puerta de la habitación del placer, se dirige hasta allá. La luz está encendida, sonríe con malicia. Él estaba allí, dispuesto a ser su esclavo como otras tantas veces.
Abrió la puerta, lo miró sentado de espaldas a ella y caminó hacia.
—Vaya, viniste para ser castigado por tu dueña —se aproxima, coloca su mano en el hombro de su amante. Él voltea a mirarla.
—No, esta vez, yo seré quien manda —la toma de la mano y la jala con fuerza. Verónica queda de frente a él. Aquel cambio de roles le gusta. Siempre ha sido ella quien tenga el control, quien domina y castiga.
—¿Quieres que sea tu esclava? —pregunta con voz seductora. Thiago niega con la cabeza.
—Eres mi esclava. —se levanta de la cama, le razga la bata con las manos. Verónica queda paralizada ante el comportamiento desafiado de su amante.— Toma, ponte esto —le lanza el traje de latex n***o tipo arnés. Ella sonríe.
Va hasta el vestidor, se coloca el traje de tiras entrecruzadas que deja sus zonas más vulnerables (senos y sexo) expuestas. Ella camina hacia él. Thiago toma el fuete de tiras de cuero, camina alrededor de ella.
—Así que te portaste mal hoy, gatita. —ella asiente, el tensa el fuete y le lanza el primer golpe en las nalgas, es un golpe seco y preciso que produce escozor en la piel. Ella enarca la espalda, voltea a verlo.— No te he dicho que me veas —lanza el segundo fuetazo.
—¡Ahhh! —deja ella escapar el primer gemido.
—¿Sabes que tienes que obedecer a tu amo o sino serás severamente castigada? —desliza el fuete sobre su pecho hasta su pelvis.— Estás aquí para complacerme. ¿Entendido? —pregunta con firmeza y ella asiente, mientras él la obliga a abrir las piernas con la parte gruesa del látigo.
Verónica se estremece desde adentro. Ser dominada, comienza a gustarle. Mientras él la obliga a cumplir sus órdenes, ella revive su primera experiencia de Dominación y Sumisión junto a Fred su primer esposo.
—¡Arrodíllate! —le ordena Thiago, saca su falo y lo coloca frente a su boca. Ella comienza a saborearlo, él tira de su cabello y acelera y disminuye sus movimientos en la misma medida que siente placer.
Verónica se enarca para vomitar pero Thiago no se detiene, sus movimientos son rápidos y profundos, los ojos de ella se vuelven cristalinos, pero él no para, no para hasta sentir que está a punto de correrse, entonces saca su falo y la salva gruesa emana de los labios de la mujer, tose un par de veces. La levanta tirando de sus cabellos.
—Ser tu esclavo siempre es placentero, pero dominarte lo es mucho más. —la besa con pasión, mientras acaricia su cuerpo.
Thiago le hace el amor como otras veces, Verónica se siente por primera vez en un abismo, a merced de su amante. Luego de aquel momento de placer, ella accede a darle 10mil dólares para la operación del niño.
—Acabo de hacerte la transferencia —deja al lado el móvil y se recuesta del pecho de su amante— Te amo Thiago, no voy a permitir que tu ex se interponga entre nosotros. ¿entendiste?
—No tienes nada que temer, yo decidí estar contigo desde aquella primera noche, eres la mujer perfecta. Contigo lo tengo todo. Solo te pido que entiendas que Santi es mi hijo y Claudia es su madre. Quiera o no, tengo que resolver con ella ciertos asuntos. Pero la única mujer que amo, es a ti, Verónica. —la besa en la frente, se incorpora— Debo ir a reunirme con ella. Regreso pronto.
—Está bien mi amor. Te estaré esperando.
En tanto, Claudia termina de darle de cenar a Santiago. Mira el reloj un par de veces. Finalmente escucha el timbre, se levanta y sale a abrirle.
—¡Hola! —Thiago le da un beso en la mejilla.
—Hola —contesta ella, mientras le señala con la mano— pasa.
—¡Papá! —corre el niño al encuentro de su padre, al escuchar su voz.
—Mi campeón —Thiago lo recibe y lo levanta— ¿Cómo estás?
—Bien —se encoje de hombros, sonríe. Para Santiago ver a su padre por segunda vez en casa, le reabre la esperanza de todo niño, tener a sus padres juntos.— ¿Viniste a quedarte? —pregunta, Claudia lo mira en espera de su respuesta.
—Sí, campeón, papá vino a verte. —lo baja, le acaricia la cabeza— Ve a ver tele que necesito hablar con mamí. —él niño asiente sonriente, con el brillo de la ilusión en su inocente mirada.
Ante aquella respuesta evasiva, Claudia siente repulsión hacia su ex, una cosa era que él se aprovechará de lo que ella aún sentía por él, que hicieran o mejor dicho, tuvieran sexo y luego la desechara, pero otra muy diferente, es que fuese incapaz de sacrificarse por su hijo por lo menos una noche.
—¿Cenaste? —pregunta Claudia.
—No, aún no. Pero no te preocupes, cenaré al llegar a casa.
—Por lo visto es mucho para ti quedarte con tu hijo.
—No empieces, Claudia. No quiero discutir sobre lo mismo. Bien sabes que el psicólogo recomendó no crearle falsas esperanzas al niño.
—Lo sé —golpea el mesón de mármol— pero nuestro hijo te necesita, no estoy pidiendo que te quedes conmigo —Claudia siente un nudo en la garganta.— ¡Es por él!
—Vine porque tenemos que resolver lo de la operación —le col9ca la mano sobre el hombro —Trata de calmarte, no está bien que Santi te vea así, por favor. No hagas las cosas más difíciles para él.
—Claro, siempre soy yo quien debe calmarse —respira profundamente y lo mira fijamente— Tienes razón, no vale la pena insistir en algo que no tiene sentido para ti.
—Bien, logré conseguir 10mil dólares para la operación.
—Ok. Está bien. Con eso creo que ya tenemos todo para la operación.
—¿Todo? El doctor habló de 45mil, no.
—Sí, pero ya los conseguí —sonríe. Thiago la toma del brazo y la mira con el entrecejo fruncido.
—¿De dónde carajos, sacaste esa cantidad de dinero Clau?
—No tengo porque decirte. ¿O me dirás de dónde, mejor dicho de quien te dio los 10mil? —él apreta con fuerza el brazo de ella.— ¡Suél-ta-me!
Thiago la suelta bruscamente. Ella se soba el brazo, lo mira con desprecio.
—No vuelvas a tocarme nunca más en tu puta vida.
—No te preocupes, eso nunca volverá a pasar. —mira hacia donde está su hijo, quien parece haberse quedado dormido. Camina hacia el sofá. Lo toma entre sus brazos y lo lleva hasta su habitación.
Al acostarlo, el niño abre los ojos azules mar y sonríe:
—Te amo papá, gracias por quedarte.
—También te amo, campeón —lo cubre con la cobija y le da un besa en la frente.
Mira el reloj, ya pronto serán las 9:00. Sale de la habitación, Claudia está sentada en el sofá.
—Ya se durmió. Debo irme, pero te advierto una cosa Claudua, cuidado con lo que haces, no permitiré que vengas a meter a ningún hombre en la casa de nuestro hijo. —ella lo mira y sonríe con sarcasmo.
—¿Celos?
—No, no son celos. —responde con hostilidad.
—Pues, yo diría que sí. Pero si te sirve de algo saberlo, no tengo pensado ponerle como tú, un padrastro a mi hijo.
—Con tu vida puedes hacer lo que desees, coger con el primero que se te cruce en el camino, si eso te satisface, pero cuidado con involucrar a mi hijo en tus planes.
—Claro, como tú. Nunca lo has incluido en tu vida. Estás aquí solo por hacer ver o creer que eres un puto padre, ejemplar ¿A quién quieres convencer de ello? A tu mujer o a alguna futura amante.
—Vete a la mierda, Claudia. —se gira y
camina enfurecido hasta la puerta, la abre y sale azotándola con fuerza.
Claudia se quiebra en llanto, trató de no ceder ante sus emociones, pero aún Thiago le dolía. ¿Cuándo dejaría de hacerla sufrir? ¿O era acaso una decisión que estaba en sus propias manos?