Orión Desperté en la oscuridad húmeda y fría de la mazmorra, cada parte de mi cuerpo gritando de dolor. Estaba atado, mis manos y pies asegurados con unas cadenas que se clavaban en mi piel. A mi lado, Jake temblaba incontrolablemente. Ambos estábamos cubiertos de cortes y golpes, testimonios de la brutalidad a la que habíamos sido sometidos. Cada terminación nerviosa en mi cuerpo ardía como si estuviera envuelta en llamas, y el esfuerzo más mínimo para moverme se convertía en una tortura insoportable. Intenté reunir fuerzas para hablar, pero sólo logré un murmullo doloroso. —Jake, —susurré, mi voz apenas un hilo. —¿Estás bien? Él me miró con ojos desorbitados, su rostro pálido y marcado por el sufrimiento. —Alfa Orión, no puedo más, —dijo con una voz quebrada. —Este encierro, verte s