Capítulo 32

1118 Words
Lucas Los Alfas intercambiaron miradas, la curiosidad claramente despertada por la figura enigmática a la que Einar se refería. —¿Hermosa y peligrosa? —preguntó Alfa Seth, una ceja levantada en interés. —Suena como alguien que no se encuentra todos los días. Alfa Braxton se inclinó hacia adelante, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de intriga y cautela. —Una combinación intrigante, —dijo. —Debe ser una loba excepcional para dejar una impresión tan fuerte. —Sin duda, —concordó Einar. —Su habilidad en combate es notable, y su presencia... es inolvidable. La incógnita de quién podría ser esta loba provocó un torrente de especulaciones y preguntas. Era claro que Einar había encontrado a alguien notable, aunque su identidad y su conexión con nuestra misión aún no eran evidentes. —¿Crees que pueda estar relacionada con nuestra búsqueda? —preguntó Alfa Adrián, su mirada penetrante fija en Einar. Einar pareció contemplar la pregunta por un momento antes de responder. —Es posible. Alguien con sus habilidades y su aura... podría estar muy bien conectada con los asuntos actuales. Además —Einar respondió con una sonrisa irónica. —afirmó ser la compañera de Orión. Esas palabras captaron inmediatamente mi atención. —¿La compañera de Orión? —repetí, sintiendo cómo la curiosidad y la sorpresa se entrelazaban en mi pecho. Me apresuré a mostrar la foto de Octavia. Al verla, Einar asintió lentamente. —Esa es ella. No la subestimen. Su habilidad en combate es... única. Cada Alfa se inclinó hacia adelante, sus rostros un mosaico de respeto, preocupación y determinación. —Entonces, nuestra Luna es una guerrera tan formidable como Orión, —dijo Alfa Adrián, su voz teñida de admiración y un nuevo entendimiento. Alfa Adrián se inclinó hacia adelante, observando la foto con interés. —Parece que la Diosa Luna le dio a Orión una compañera hermosa ya sexy... Mi tono firme, teñido de una pizca de celos, sorprendió a algunos de los Alfas. —Además de ser la compañera de Orión y su Luna, es mi hermana menor, —dije con firmeza. —Así que, si quieres evitar que te pateen el trasero, te sugiero que dejes de mirar la foto con esa lujuria. Hubo un breve silencio después de mis palabras. Alfa Adrián, recuperando rápidamente su compostura, colocó la foto sobre la mesa con un gesto respetuoso. —Mis disculpas, Lucas, —dijo, su tono sincero. —No era mi intención faltarle el respeto a tu hermana. Los demás Alfas asintieron, compartiendo un entendimiento tácito de la línea que no debían cruzar. A pesar de la seriedad del momento, Alfa Seth no pudo evitar soltar una risa suave. —Bueno, eso aclara las cosas. Definitivamente, no querría encontrarme en el lado equivocado de una loba como ella. La tensión se disipó un poco con la intervención de Seth, y la conversación se desvió hacia temas más estratégicos. Sin embargo, el incidente había reforzado la importancia de Octavia en la ecuación y la necesidad de tratar su figura con el máximo respeto. —Entonces, ¿cuál es nuestro siguiente paso? —preguntó Alfa Havoc, dirigiendo la conversación hacia la planificación. —Debemos coordinar nuestros esfuerzos y recursos para encontrar a Orión y Octavia lo antes posible. Cada Alfa aportó sus ideas y recursos, y juntos comenzamos a esbozar un plan de acción. La determinación y la unidad de propósito llenaron la sala. A pesar de los desafíos que enfrentábamos, había una sensación de esperanza, fortalecida por la alianza de los Alfas y la claridad de nuestra misión. La sala se sumió en un silencio tenso cuando revelé la información más dolorosa. —Necesitamos información sobre las Sombras Oscuras, —comencé, sintiendo un peso en cada palabra. —El Alfa de esa manada nos atacó y luego secuestró a Orión. Miré a los rostros de los Alfas, viendo cómo asimilaban la gravedad de la situación. La mención de las Sombras Oscuras evocó una mezcla de cautela y reconocimiento entre ellos. Lo más difícil estaba por venir. Tomé una profunda respiración antes de continuar. —Lamento informarles, y es aún más doloroso compartir, que el Alfa de las Sombras Oscuras es el hermano menor de Orión, Samuel Okano. La revelación cayó como un trueno en la sala. Alfa Seth frunció el ceño, claramente sorprendido. —¿Samuel? ¿El hermano pequeño de Orión? ¿Cómo es posible? —Es una historia larga y complicada, —respondí, mi voz cargada de pesar. Alfa Havoc cruzó los brazos, su expresión reflexiva. —Esto cambia las cosas, —dijo. —El conflicto es más personal de lo que imaginábamos. Alfa Adrián se inclinó hacia adelante, sus ojos intensos reflejando una preocupación profunda. —Entonces, estamos lidiando no solo con un secuestro, sino con una rivalidad fraterna que ha degenerado en violencia. Esto podría complicar nuestra búsqueda. —Exactamente, —asentí. —Por eso debemos ser cautos en nuestros movimientos. Samuel conoce a Orión mejor que nadie, y eso le da una ventaja peligrosa, pero si lo hubiera matado ya lo habríamos sentido. Al finalizar la reunión, noté que Alfa Einar se dirigía hacia mí con un semblante serio. Se acercó lo suficiente para que solo yo pudiera escuchar sus palabras. Había en sus ojos una mezcla de inquietud y cautela. —Ella no estaba sola en ese bosque, —susurró él, refiriéndose a Octavia. —Había otra persona con ella. No era un lobo, pero tampoco era humano. Einar miró a su alrededor, asegurándose de que nadie más pudiera oírnos. —No lo sé con certeza, Lucas. Pero una cosa es segura, sabemos que los brujos hombres no existen. Esta criatura... era algo diferente, algo que no he visto antes. El misterio detrás de sus palabras se instaló pesadamente en el aire entre nosotros. La idea de que una entidad desconocida y posiblemente poderosa acompañaba a mi hermana me aterrizó. —Gracias por decírmelo, —dije finalmente, mi mente trabajando febrilmente para entender las implicaciones. —Mantén los ojos abiertos, Lucas. No sabemos con qué nos estamos enfrentando. Con esa advertencia enigmática, Einar se alejó, dejándome con más preguntas que respuestas. ¿Quién era esta figura misteriosa en el bosque? ¿Era el prisionero con el que Octavia había escapado? ¿Era peligroso para ella? Mientras los Alfas se dispersaban, me quedé solo en la sala de reuniones, sabía que, con el apoyo y la fuerza de estos líderes, teníamos una oportunidad real de traer de vuelta a mi hermana y a Orión, restaurando la armonía en nuestras manadas. Con un suspiro, me preparé para lo que estaba por venir, consciente de la necesidad de buscar piezas claves para resolver el rompecabezas que nos ocupaba.
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