Capítulo 8

1263 Words
Lucas El ambiente en la oficina se volvió más íntimo y personal cuando quedé solo con Sam. Me acerqué a ella, envolviéndola en un abrazo que transmitía tanto la necesidad de consuelo como la celebración de un momento especial. Hundí mi rostro en su cuello, inhalando profundamente. Fue entonces cuando la grata sorpresa me envolvió. —Ya puedo olerla —dije emocionado, mis palabras resonando con una mezcla de asombro y alegría. Nuestra cachorra, fruto de nuestra unión, crecía en el vientre de mi compañera, y este era el primer contacto sensorial que tenía con ella. Sam correspondió al abrazo con calidez, y su risa resonó en la habitación. —¿En serio ya puedes olerla? —preguntó con una mezcla de emoción y asombro. Asentí, con una sonrisa que reflejaba la felicidad que sentía en ese momento. La conexión con la vida que crecía dentro de Sam era una experiencia única, y cada pequeño detalle, como el aroma que comenzaba a identificar, hacía que la realidad de ser futuros padres se volviera más tangible. —Es increíble —murmuré, manteniendo el abrazo unos instantes más antes de soltarla—. Creo que deberíamos contárselo a mamá y papá después de la cena. Sam asintió con entusiasmo. —Sí, creo que les alegrará la noticia. Y también será bueno compartirlo con mis padres. El sol comenzaba a descender en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos cálidos y dorados mientras Sam y yo salíamos de la oficina. A medida que avanzábamos por el sendero que llevaba a nuestra casa, el ambiente tranquilo del atardecer nos envolvía. Me recosté en el sofá de la sala, buscando las palabras adecuadas para compartir con Sam la conversación que tuve con Octavia. —Sam, necesito contarte algo importante —dije. —¿Qué pasa, cariño? —preguntó, notando la seriedad en mi expresión. Tomé aire antes de comenzar, tratando de transmitir la complejidad de la situación. —Hablé con Octavia hoy, y... bueno, quiero que sepas que ha decidido abrirse a la posibilidad de vivir nuestra relación de hermanos. El brillo en sus ojos reveló una mezcla de sorpresa y alegría contenida. —¿En serio? ¿Ella está dispuesta? Asentí, sintiendo un alivio palpable. —Sí, lo está. Aunque inicialmente fue una sorpresa para ambos, creo que es una oportunidad para fortalecer esos lazos familiares. Nos pidió que le demos tiempo, pero está dispuesta a intentarlo. Sam se acercó y me abrazó, su expresión reflejando una mezcla de emociones. —Es increíble, Lucas. Nunca pensé que llegaríamos a esto, pero me alegra que estemos dando este paso juntos. Nos quedamos abrazados, procesando juntos la noticia. La posibilidad de construir una relación más cercana con Octavia me llenaba de felicidad, al fin podría recuperar a mi hermana. La habitación estaba envuelta en la suave penumbra de la noche cuando Sam y yo nos retiramos a la cama, ya pasada la medianoche. Sam, exhausta por las emociones del día, se sumió en un sueño reparador casi de inmediato. Sin embargo, mi mente no encontraba descanso, y mis pensamientos se dirigieron hacia Orión, mi Alfa, mi amigo. Me recosté a su lado, pero la intranquilidad no me permitía encontrar el sueño. Cerré los ojos e intenté conectarme mentalmente con Orión, como lo habíamos hecho en innumerables ocasiones. Pero esta vez, el silencio en mi mente era ensordecedor. No había rastro de su presencia, ninguna conexión que me brindara la tranquilidad de saber que estaba bien. Me sumergí en la oscuridad de mis pensamientos, preguntándome dónde podía estar Orión y qué desafíos enfrentaba. Las sombras de la incertidumbre se cerraron a mi alrededor, y una sensación de impotencia se apoderó de mí. No poder sentir a mi Alfa, no poder compartir nuestras preocupaciones y alegrías a través de la conexión única que compartíamos, era una carga difícil de llevar. Sam, ajena a mi tormento interno, respiraba pausadamente a mi lado. Decidí no perturbar su sueño y me sumergí en mis reflexiones. Aunque confiaba en que Octavia estaba tomando las riendas de la manada con sabiduría, la ausencia de Orión dejaba un vacío que solo él podía llenar. La preocupación se instaló en mi corazón cuando, de repente, la voz de Darcy resonó con urgencia en mi mente. "¡Lucas! ven rápido." Mis sentidos se activaron al instante, y me levanté con cuidado para no perturbar el sueño de Sam. Salí corriendo de nuestra casa, dejando atrás el silencio de la noche. La casa de la manada se encontraba a pocos minutos, pero cada segundo se volvía eterno mientras la preocupación crecía en mi pecho. Al llegar, me dirigí directamente a la habitación de Octavia. La puerta estaba entreabierta, y un vago presentimiento me invadió. Empujé la puerta suavemente y entré. La escena que se desplegó ante mis ojos me dejó sin aliento. La habitación se llenó con el sonido inconfundible de huesos crujiendo y músculos transformándose. Las garras emergieron con fuerza, desgarrando la tela de la cama con un estruendo. Plumas de almohadas flotaban en el aire, creando una atmósfera onírica de caos y desesperación. —¡Octavia! —mi voz resonó en la habitación, pero no hubo respuesta de su parte. Me acerqué con cuidado, tomando sus manos convertidas en garras para evitar que se hiciera daño. —Es una pesadilla, despierta —murmuré, tratando de penetrar en el caos de su mente. La conexión mental con ella estaba bloqueada por la intensidad de su transformación. Me sentí impotente ante la escena, luchando contra el miedo de no poder sacarla de ese trance. El caos que había dominado la habitación empezó a disiparse lentamente mientras Octavia despertaba de su pesadilla. Sus ojos, aún nublados por la confusión, se encontraron con los míos, y en un instante, la feroz transformación cedió ante la realidad. Se lanzó hacia mí con una fuerza que reflejaba la intensidad de sus emociones, envolviéndome en un abrazo que transmitía alivio y necesidad. —Lucas... —susurró, aferrándose a mí como si temiera que el sueño regresara para arrebatarla de nuevo. Sentí su agitada respiración, y correspondí al abrazo con firmeza, como si pudiera protegerla de cualquier sombra que persistiera en su mente. —Estás a salvo, Octavia. Solo fue una pesadilla —susurré, pero en mi interior, la preocupación persistía como una llama inextinguible. Mis manos acariciaron su espalda con suavidad, como si cada gesto pudiera borrar cualquier rastro del tormento que había experimentado. Pasaron varios minutos en los que Octavia, aún temblorosa, se recuperó lentamente de la intensidad de la pesadilla. Me separé lo suficiente para mirarla a los ojos, asegurándome de que el brillo de la realidad había retornado a su mirada. —¿Estás bien? —pregunté con preocupación, observando cada matiz de su expresión en busca de señales de angustia persistente. Mis dedos acariciaron con suavidad su mejilla, como si pudiera borrar cualquier rastro del tormento que había experimentado. Ella asintió lentamente, su mirada encontrando consuelo en la familiaridad de mi rostro. —Fue tan real, Lucas. Como si estuviera perdiendo el control de verdad —confesó, sus palabras cargadas de la ansiedad que la pesadilla había dejado tras de sí. —Estamos aquí el uno para el otro, ¿si? —le recordé, dedicándole una sonrisa tranquilizadora. Aunque no podía borrar las pesadillas, esperaba poder ser su ancla en medio de cualquier tormenta. —Lo sé, hermano. Gracias por estar aquí —respondió, sus ojos reflejando gratitud. Nos quedamos allí, en silencio, permitiendo que el eco de la pesadilla se desvaneciera mientras la certeza de nuestra conexión se fortalecía.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD