Capítulo 7

1705 Words
Lucas Me retiré de la oficina de Orión con un nudo en el estómago, dejando a Octavia en una posición de liderazgo que no le correspondía completamente, pero que, sin embargo, aceptó con valentía. La responsabilidad pesaba sobre sus hombros, y aunque estaba orgulloso de ella, no podía evitar preocuparme por lo que podríamos descubrir sobre la desaparición de Orión. Caminé por los pasillos de la casa de la manada, con sus paredes de vidrio que dejaban entrar la luz de la mañana, iluminando el espacio con tonos cálidos. El cielo despejado brillaba a través de las ventanas, y el contraste con la inquietud que sentía en mi interior era abrumador. Al entrar en mi oficina, cerré la puerta detrás de mí, sumiéndome en el silencio que reinaba en el espacio. La habitación estaba impregnada con el aroma a madera fresca y el sutil olor a tierra después de la lluvia de la madrugada anterior. Me dejé caer en mi silla, sintiendo la tensión en mis músculos. Mis pensamientos dieron vueltas en espiral mientras repasaba mentalmente los eventos de las últimas noches. La sensación de desconcierto persistía, y mis sentidos estaban alerta, como si cada sonido pudiera llevar consigo una pista sobre la desaparición de Orión. Me levanté de mi silla y caminé hacia la ventana. Observé el paisaje exterior, tratando de encontrar respuestas en el horizonte. El sol proyectaba sombras suaves sobre el suelo, y el viento agitaba suavemente las hojas de los árboles, creando una sinfonía silenciosa que resonaba con mi propio desconcierto. Un suspiro escapó de mis labios mientras intentaba procesar la gravedad de la situación. Orión era más que un líder para nosotros; era una figura importante, alguien en quien confiábamos para guiarnos. Su desaparición dejó un vacío que no sabía cómo llenar. La pantalla de mi computadora parpadeó, llamando mi atención de nuevo hacia la tarea que debía realizar. Aunque mi mente estaba nublada por la preocupación, me sumergí en mis responsabilidades, dejando que la rutina actuara como un bálsamo temporal para mis inquietudes. La luz del sol se filtraba a través de las cortinas de mi oficina mientras me sentaba frente a la computadora. Mis dedos danzaban sobre el teclado, dando vida a las notificaciones para los cinco recién nombrados miembros del consejo. Cada palabra que elegía llevaba consigo la seriedad de la situación, y sentí la responsabilidad de guiar a la manada en estos tiempos turbulentos. Cada clic del teclado resonaba en la habitación, marcando el ritmo de la tarea que tenía entre manos. La formalidad de las notificaciones no disminuía la gravedad de la situación; más bien, la enfatizaba. Mientras redactaba, mi mente estaba dividida entre el deber de informar a los nuevos consejeros y la inquietud por la desaparición de Orión. La pantalla iluminaba mi rostro mientras redactaba un comunicado adicional. Octavia había solicitado una reunión urgente del consejo para el día siguiente. La urgencia se reflejaba en cada palabra que plasmaba en la pantalla, y sabía que debíamos abordar la situación con la máxima prontitud. Después de completar las notificaciones y el comunicado, me tomé un momento para releer cada palabra. Sentía el peso de la responsabilidad en cada frase, y el eco de la incertidumbre resonaba en mi mente. Envié las notificaciones con un suspiro, consciente de que estas simples palabras marcarían el inicio de una nueva etapa para la manada. El sonido de la puerta abriéndose resonó en la habitación mientras me levantaba de mi silla. —Eso fue rápido —comenté, rompiendo el breve silencio que siguió a la entrada de mi padre en la oficina. —¿De qué hablas? —preguntó, y su expresión denotaba su desconcierto. —La notificación que te envié hace unos minutos... —mi tono era sereno, su rostro seguía mostrando confusión, lo que evidenciaba su falta de conocimiento. —No lo leíste, ¿verdad? —¿Podrías hablarme claro? —solicitó, buscando entender la razón de mi enigma. —Octavia te ha solicitado para que formes parte del consejo de la manada, ha pedido que Sam, Ivar y tú formen parte —le informé, y observé cómo la sorpresa se apoderaba de sus rasgos. Se acercó a la silla frente a mi escritorio y se sentó. —¿Ella me eligió a mí? —la incredulidad tintaba su voz, y su sorpresa resonó en mis oídos, partiéndome el corazón ante su vulnerabilidad. —Ella quiere confiar en nosotros, en ustedes, pero dale tiempo, papá. En este momento, debemos apoyarla, y ella confía en que tú e Ivar estarán de su lado en las decisiones que tome... —mi voz buscaba transmitir tranquilidad, alentándolo a asimilar la magnitud de la responsabilidad que recaía sobre sus hombros. El estado de ánimo de mi padre cambió visiblemente. Una ola de felicidad pareció inundarlo ante la noticia de poder tener un acercamiento con Octavia. Era evidente que esta designación le brindaba la oportunidad de enmendar distancias que, hasta ahora, habían permanecido inalteradas desde que Octavia descubrió nuestra relación familiar. —Esto es muy importante, hijo. Tu hermana me está dando una gran oportunidad. Estoy muy emocionado... —comentó, y la sonrisa creció en su rostro, contagiándome de su entusiasmo. —Estoy feliz de que aceptes, padre. Creo que es una gran oportunidad para todos —respondí, dejando entrever mi propio optimismo. —En unos cuarenta y cinco minutos vendrán los otros candidatos para la reunión formal con nosotros, así que, si te apetece, podemos ir a almorzar juntos —le sugerí a mi padre, levantándome de mi silla con la intención de dirigirnos hacia la salida. —Tu madre ya tenía el almuerzo pronto, justo venía a invitarte para que te unieras a nosotros. Podemos compartirle la noticia; estará tan feliz —respondió mi padre, levantándose de su asiento mientras yo lo esperaba con la puerta de la oficina abierta. Juntos, nos encaminamos hacia la casa de mis padres, dejando atrás las preocupaciones del día por un momento. La noticia que compartí con mi padre añadía un matiz especial a la comida que nos esperaba, y la perspectiva de comunicarle la novedad a mi madre llenaba el aire con anticipación y alegría. La casa de la manada, aunque moderna, no se comparaba con el calor y la familiaridad que emanaban del hogar de mis padres. Al entrar, fui recibido por los aromas familiares que flotaban desde la cocina, despertando recuerdos de cenas compartidas y risas familiares. —¡Lucas! —exclamó mi madre con entusiasmo al vernos entrar. —¿Cómo fue tu mañana? La sonrisa en su rostro desbordaba amor y curiosidad, y antes de responder, decidí compartir la noticia que cambiaría la dinámica de nuestra familia. —Fue interesante, mamá. Pero antes de contarte más, hay algo que queremos compartir contigo —dije, mirando a mi padre, cuya expresión se volvía cada vez más cómplice a medida que avanzábamos hacia la mesa preparada para la comida. Sentados alrededor de la mesa, compartí la noticia sobre la designación de mi padre como m*****o del consejo de la manada. La sorpresa iluminó el rostro de mi madre, seguida de un brillo de orgullo. —¡Eso es maravilloso! —exclamó, y lo abrazó con cariño. —Estoy tan feliz por ti. La comida transcurrió en medio de risas, comentarios emocionados y la reconfortante sensación de unión familiar, solo faltaba la presencia de Octavia para que la jornada estuviera completa. Sin embargo, confiaba en que ese esperado reencuentro ocurriría pronto. Después de la agradable comida en compañía de mis padres, con la sensación reconfortante de la familia y la noticia compartida, me dispuse a ayudar a mamá con la limpieza de los platos. El sonido del agua corriendo y el aroma del jabón se mezclaban con el murmullo de las conversaciones que continuaban en la mesa. Cada plato limpio era un pequeño paso hacia el orden y la armonía, tanto en la cocina como en la manada. Mientras secaba cuidadosamente las últimas piezas de vajilla, dirigí mi mirada hacia el reloj. Cinco minutos. Aunque el tiempo parecía transcurrir de manera diligente, mi oficina me esperaba, repleta de responsabilidades y deberes. —Gracias, mamá. Fue una comida maravillosa —expresé con gratitud, depositando un beso en su mejilla antes de dirigirme hacia la puerta. Diez minutos más tarde, ya estaba sentado en mi oficina junto a los cinco candidatos seleccionados para ocupar sus puestos en el consejo. La atmósfera era una combinación de nerviosismo y entusiasmo, pero todos aceptaron felizmente su ascenso a esta nueva responsabilidad. Sam, aunque algo inquieta, mostraba un interés evidente en las discusiones que se llevaban a cabo. —Entonces, Sam, ¿cómo te sientes al respecto? —pregunté, buscando involucrarla en la conversación. Ella miró a su alrededor, tomando un momento antes de responder. —Es un cambio importante, pero estoy lista para asumir el desafío. Quiero hacer lo que sea mejor para la manada —dijo con determinación. Ivar y mi padre, por otro lado, se sumergieron en un diálogo profundo sobre diversas estrategias para avanzar en la búsqueda de Orión. Sus mentes estratégicas trabajaban en conjunto, compartiendo ideas y evaluando cada posibilidad. —Creo que deberíamos centrarnos en revisar los informes de las patrullas más recientes. Podríamos encontrar algún indicio de su paradero en las zonas que ya hemos cubierto —sugirió Ivar, su mirada fija en el mapa que cubría parte de mi escritorio. Mi padre asintió con aprobación. —Esa es una buena idea, Ivar. Podríamos dividirnos y explorar más a fondo esas áreas. Los otros dos miembros del consejo escuchaban atentos, absorbiendo la información y el ambiente de la sala. Había sido selectivo al elegir a dos lobos guerreros que habían superado la rigurosa prueba de fidelidad que Orión aplicó a todos nosotros. La confianza en estos nuevos miembros se construía sobre la base de lealtad y valentía, características esenciales en estos tiempos de incertidumbre. A medida que las horas avanzaban, las discusiones se intensificaban, pero también se enfocaban en la esperanza de encontrar a Orión. —Creo que todos estamos de acuerdo en que necesitamos encontrar a Orión lo antes posible —afirmé, cerrando la reunión con un tono decidido —nos vemos mañana en la reunión oficial del consejo.
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