Pasadizos secretos

1183 Words
El día de la conferencia, la sala de prensa estaba llena de periodistas y cámaras. Luis Carlos, Gabriel y Emilia se presentaron ante los medios con rostros serios pero decididos. Luis Carlos tomó la palabra primero. —Gracias por venir —comenzó—. Hoy estamos aquí para aclarar las falsas acusaciones hechas por Laureano González. Mis hijos, Gabriel y Emilia, desean compartir su verdad. Gabriel y Emilia dieron un paso adelante. Gabriel habló primero, con voz firme y clara. —Quiero dejar claro que nunca he secuestrado a Emilia —dijo—. Todo lo que Laureano ha dicho es una mentira. Él es quien nos ha perseguido y amenazado. Tuvimos que huir para protegernos. Emilia asintió y tomó la palabra. —Mi padre, Laureano, ha manipulado la verdad para sus propios fines —dijo con voz temblorosa pero decidida—. Gabriel y yo estamos juntos por decisión propia. Nadie nos ha obligado a nada. Estamos cansados de vivir con miedo y queremos que la verdad salga a la luz. La conferencia de prensa fue un éxito. Los periodistas hicieron preguntas, pero tanto Gabriel como Emilia respondieron con calma y claridad, desmontando las acusaciones de Laureano. Sin embargo, la paz no duró mucho. Días después, en medio de la noche, Emilia desapareció de la mansión de los García. Gabriel se despertó alarmado al encontrar su cama vacía y la casa en silencio. Corrió por los pasillos, llamando su nombre, pero no hubo respuesta. Desesperado, fue a ver a Luis Carlos. —¡¿Dónde está Emilia?! —exigió Gabriel, con voz quebrada por la desesperación—. ¡Dime qué le has hecho! Luis Carlos se levantó rápidamente, alarmado por la noticia. —Gabriel, yo no sé nada —respondió con preocupación—. Vamos a encontrarla, te lo prometo. Gabriel, sin embargo, estaba consumido por el miedo y la ira. —Si algo le pasa, jamás te lo perdonaré —dijo con dureza, antes de salir a buscar cualquier pista sobre el paradero de Emilia. Luis Carlos ordenó una búsqueda inmediata por toda la mansión y contactó a Martín para que investigara cada rincón, tanto dentro como fuera de la propiedad. El caos se apoderó de la casa mientras todos se movilizaban en busca de Emilia. Mientras tanto, un infiltrado dentro de la familia García observaba todo con una sonrisa satisfecha. Había logrado secuestrar a Emilia sin ser descubierto y planeaba entregarla a Laureano. Sabía que este golpe sería devastador para la familia García y un triunfo para Laureano. Laureano, al recibir la noticia del secuestro de Emilia, se regocijó en su victoria. Pero también sabía que tenía que moverse con cautela. La presión mediática y la atención pública estaban en su contra, y cualquier error podría desmoronar sus planes. Mientras tanto, Gabriel seguía buscando desesperadamente a Emilia, su corazón lleno de angustia y culpa. Luis Carlos, sintiéndose impotente, solo podía esperar que Martín y sus contactos encontraran una pista que los llevara a Emilia antes de que fuera demasiado tarde. La tensión en la mansión de los García era palpable mientras Martín y Luis Carlos revisaban las grabaciones de seguridad. Las cámaras mostraban a alguien entrando en la habitación de Emilia, pero nunca registraban a nadie saliendo. Esto aumentó la desesperación de Gabriel, que se encontraba al borde del colapso. —¡Esto no tiene sentido! —exclamó Gabriel, golpeando la mesa con frustración—. ¿Cómo es posible que no haya salido? Luis Carlos intentaba mantener la calma, pero su preocupación era evidente. —Martín, ¿estás seguro de que hemos revisado todas las cámaras? —preguntó, mirando a su leal hombre de confianza. —Sí, señor —respondió Martín—. Revisamos todas las cámaras en los pasillos y las salidas. Parece que el secuestrador conocía muy bien los puntos ciegos. La ausencia de Emilia sumía a la familia en un estado de desesperación creciente. Mientras tanto, el infiltrado, que conocía a la perfección todos los recovecos de la mansión, había utilizado un pasadizo secreto que solo él conocía para sacar a Emilia sin ser detectado. Ahora, la tenía oculta en un lugar seguro, esperando el momento adecuado para entregarla a Laureano. Luis Carlos estaba al teléfono con contactos en la policía y otros aliados, intentando movilizar todos los recursos posibles para encontrar a Emilia. Pero cada pista resultaba ser un callejón sin salida. —Tenemos que seguir buscando —dijo Luis Carlos, tratando de mantener la esperanza—. No podemos rendirnos. Mientras tanto, Gabriel se negaba a quedarse de brazos cruzados. Decidió salir a buscar por su cuenta, recorriendo la ciudad en busca de cualquier señal de Emilia. Sabía que el tiempo estaba en su contra, pero no podía soportar la idea de no hacer nada. Laureano, consciente del caos que había desatado, observaba desde las sombras. Sabía que cada minuto que Emilia permanecía desaparecida aumentaba la presión sobre los García y debilitaba su posición. Su plan estaba funcionando a la perfección. Emilia, por su parte, estaba encerrada en una pequeña habitación sin ventanas. No sabía dónde se encontraba, pero estaba decidida a no perder la esperanza. Sabía que Gabriel y Luis Carlos harían todo lo posible por encontrarla. Los días pasaban y la tensión aumentaba. Luis Carlos y Martín continuaban investigando, revisando cada rincón de la mansión y las áreas circundantes. Finalmente, Martín tuvo una corazonada. —Señor García, creo que debemos revisar el antiguo ala oeste de la mansión —sugirió—. Hay pasadizos secretos que podrían haber sido usados. Luis Carlos asintió, y junto a Martín y Gabriel, se dirigieron al ala oeste. Comenzaron a buscar minuciosamente, golpeando paredes y escuchando cualquier sonido inusual. Después de unas horas de búsqueda, encontraron una entrada oculta detrás de una estantería antigua. —Aquí está —dijo Martín, empujando la estantería y revelando un pasadizo oscuro. Entraron con linternas, avanzando con cautela por el estrecho túnel. Finalmente, llegaron a una pequeña habitación donde encontraron a Emilia, atada pero ilesa. —¡Emilia! —gritó Gabriel, corriendo hacia ella y desatándola rápidamente—. ¡Te encontré! Emilia lo abrazó con fuerza, llorando de alivio. —Sabía que vendrías —susurró. Luis Carlos y Martín se acercaron rápidamente, ayudando a Emilia a ponerse de pie. —Tenemos que salir de aquí antes de que el infiltrado regrese —dijo Luis Carlos con urgencia. Salieron del pasadizo y regresaron a la mansión, donde Luis Carlos ordenó aumentar la seguridad y revisar todos los pasadizos secretos. Ahora, sabían que debían estar más vigilantes que nunca. La noticia del rescate de Emilia se mantuvo en secreto para no alertar a Laureano. Luis Carlos sabía que tenían que actuar con cautela para proteger a su familia y desmantelar el plan de Laureano. —Esto aún no ha terminado —dijo Luis Carlos, mirando a Gabriel y Emilia—. Pero al menos, ahora estamos un paso adelante. Gabriel asintió, decidido a proteger a Emilia y a su familia a toda costa. La batalla contra Laureano estaba lejos de terminar, pero sabían que juntos podían enfrentarse a cualquier adversidad.

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