Después de las tremendas palabras de Cristóbal, no pude responderle nada, mi silencio se alargó por aproximadamente media hora. Tiempo en el que nos dedicamos a contemplar el paisaje a tomar un poco de vino rosado que él había llevado y unos pequeños emparedados rellenos de queso feta y prosciutto. Cuando por fin tuve la necesidad de hablar, en realidad no tenía muy claro qué decir, aunque la verdad es que no sabía cómo decir lo que tenía que decir. -Gracias. -¿Por qué? -No se, se que debo decir, pero no se como decirlo. En un principio puedo sentir algo de miedo sabe. No soy fácil para abrirme a las personas, y en realidad lo intento pero no es algo que se me de. Y ahora está usted acá diciendo que se va a tomar 4 meses de su vida para demostrarme algo que no puede decir con palabras.