—Oh…, lamento tanto decepcionarla, pero eso no podrá ser —Paul se lamentó con un falso tono de conmiseración y un brillo triste en sus ojos—. Ahora que seremos entrañables usted y yo nos veremos muy seguido. No solo eso, ¡Podemos conocernos mejor! —anunció con maliciosa alegría. Rubí entrecerró los ojos y tiró de nuevo de la falda de su vestido, logrando esa vez que el conde la liberará. Estaba perdiendo el control nuevamente, como le había sucedido en la fuente, y no lo permitiría, no podía dejar que la presencia y las pullas de ese hombre le afectaran. —Eso está por verse, y aunque la princesa cometiera la estupidez de aceptar esa petición de matrimonio, usted y yo no seremos nada. Yo no nunca me relacionaría con… con inescrupulosos, con indecentes hombres como usted —terminó con fria