Hyde Park bullía de actividad aquella tarde. Parejas casadas y solteras acompañadas de sus carabinas, damitas en edad casadera luciendo sus vestidos y caballeros en busca de esposa saludando con su sombrero a cada paso. En el extremo más alejado del parque, se encontraba Valery junto a su doncella y amigas. Acababan de llegar y después de extender una gran manta bajo un frondoso árbol, se habían sentado a merendar. —¡Ya no tolero la intriga!, ¿me dirán que sucedió anoche en la mascarada? Las buscamos por una hora sin hallar rastro de ustedes, ¡desaparecieron! Al igual que los hermanos Grandville —dijo una doncella con mirada curiosa. —Primero cuénteme, ¿cómo les fue con sus parejas de baile? —respondió Valery intentando dilatar el momento. Con la sola referencia, el rostro se encendió