En tanto, la baronesa se entiende con su esposo, retrocedamos el tiempo y conozcamos la exaltación en el ánimo de nuestro amado Emiliano, que siendo de corazón tan noble fue castigo al negarse a mancillar el cuerpo de una amiga, una camarada quizás, una persona que había demostrado cuan leal le era a su señora y a él mismo. Emiliano pasaba por una especie de agitamiento que le hacía caminar de un lado a otro pese a las súplicas de Magalí, una negra regordeta que hacía de cocinera en la casa grande y a quien obedecían con más rapidez los demás sirvientes por su trato amable y sonrisa cálida. ―Muchacho, ven y estate quieto mientras curo tus heridas ―pedía Magalí con insistencia. ―No es necesario, mamá Magalí ―contesto Emiliano con amor―. Atended mejor a la pobre de Alice, ella nunca había