La hora pautada llego y con ello los nervios y la adrenalina incremento en el torrente sanguíneo de ambos amantes, el conde de Oxford esperaba en el sitio indicado, con las luces del vehículo apagadas, para evitar ser visto, sentía que el corazón le retumbaba dentro del pecho, respiraba por la boca como si se encontrase agitado por el ejercicio, sin embargo, no había tenido que asistir a ninguna maratón ni hubo necesidad de ejercicio ese día, miraba con nerviosismo constantemente hacia un mismo punto como esperando que algo sucediese, no obstante todo se mantenía igual.
A pocos pasos de donde se encuentra nuestro querido conde, lady Elizabeth esperaba a que Rebeca volviera a entrar en su gabinete y le informase de los movimientos de su esposo en la casa, su corazón se agitaba con violenci
