El día llego, lleno de promesas y colores, el canto de las aves fuera de la ventana de lady Elizabeth le daban los buenos días invitándola a salir al jardín a disfrutar de los tibios rayos del sol que somnoliento se alzaba en el cielo azul iluminando las tinieblas oscuras de los que sufren. Pero, Elizabeth no sufría, ella era dichosa, tanto como lo es una joven a su edad que además cuenta con escapar junto al amor de su vida. Fiel a su promesa, Emiliano se fue en medio de la noche sin dejar rastro de su presencia, sin embargo, el olor de su cuerpo impregnaba las sabanas de la joven que, como embriagada con el exquisito olor, se negaba a salir de la cama.
Más no todo dura para siempre y lady Elizabeth se vio obligada a salir de sus sabanas para reunirse con su esposo, quien había pedido a
