Faltando poco para llegar a su destino, los bandidos se percataron de que eran perseguidos por cuatro jinetes que por corta distancia casi ya les habían alcanzado, a juzgar por la velocidad en la que venían y en el gesto que hicieron al divisar la silla de posta, supusieron inmediatamente que venían por la esposa del procurador y el conde. Por lo que el capitán de la cuadrilla dio la orden de montar sus carabinas y trabucos para darle inicio a un enfrentamiento, que por la diferencia en las cantidades de individuos que componen cada grupo, ellos saldrían victoriosos. El capitán ya empezaba a dudar de la facilidad con que todo había salido y dejando a sus camaradas atrás, atacando a sus adversarios, desvió el camino, contaba con que de esa manera les perdería de vista. Pronto llegarían a l