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Fracaso Janet fue cuidadosa al correr en un patrón que nadie pudiera rastrear. Incluso se detuvo algunas veces, tratando de ver si alguien la estaba siguiendo. Pero no escuchó nada. Nadie la seguía. Su corazón latía fuertemente mientras veía el camino más allá del bosque. Casi llegando. Una vez que alcanzara la carretera, podría dirigirse a su universidad. Las cosas iban mejor de lo esperado. Lo que no esperaba era que un lobo marrón saltara y se abalanzara sobre ella en cuanto cruzó el perímetro del bosque y salió al claro antes de la carretera principal. Gruñó y sus penetrantes ojos azules la advirtieron que se quedara quieta. Era fuerte. No había forma de que Janet pudiera deshacerse de él. Pero Janet estaba enojada. Así que Janet le gruñó de vuelta y lo golpeó con la cabeza tan fuerte como pudo. A pesar del dolor, Janet se sacudió debajo de él, esperando que su ataque sorpresa lo desequilibrara. Sin esperar resistencia y sorprendido, Owen perdió su agarre sobre ella. Janet arañó profundamente su pecho y lo envió deslizándose por el suelo de tierra. Janet se acercó a Owen, su loba gruñendo y lista para golpear su pata contra su cabeza con suficiente fuerza para dejarlo inconsciente. De repente, otro lobo, más pequeño que Owen pero aún más grande que Janet, saltó hacia ella. Janet se movió en el momento perfecto para que el lobo terminara saltando sobre Owen con las garras afuera. Se hundieron profundamente en la espalda de Owen, haciéndole aullar de rabia y frustración. Janet observó cómo el lobo de Owen arañaba profundamente la espalda de su aliado, los instintos del lobo por la preservación en acción. Bien, ahora se estaban atacando entre ellos. De repente, hubo un zumbido mientras un dardo volaba directo hacia su cuello. Esto no lo había anticipado. Janet gruñó enojada, golpeando el dardo y mirando quién le disparó. Su conductor sostenía una pistola tranquilizante, mirándola apologéticamente a través de la mira. —Lo siento, Luna —susurró—. Pero no se ve bien si atacas a tus propios sujetos. Janet gruñó y se agachó. Se preparaba para saltar hacia él y atacar. Pero otro dardo fue disparado justo cuando ella saltaba hacia él. Perdiendo su impulso, Janet aterrizó en el suelo cerca del conductor. Sintió cómo su mundo se volvía nublado e hizo todo lo posible para mantener su equilibrio. Janet se tambaleó hacia la izquierda de manera ebria. Su visión se volvió borrosa. No podía luchar contra las drogas en su sistema. Sus huesos crujieron mientras se concentraba en volver a su forma humana con los últimos vestigios de su conciencia. Yació en el césped en su forma humana, sin poder siquiera levantar la cabeza y maldecirlos a todos. ¡Estuvo tan cerca! Fracasó. Algo suave y cálido se colocó sobre su cuerpo desnudo. Janet registró confusamente que era una manta. — ¡Encontré su bolso! —gritó una voz ronca mientras la oscuridad la invadía. — ¿Estás bien Beta Owen? —llamó el conductor de Janet. Él fue quien le colocó una manta sobre su cuerpo. — ¡Estoy bien! —replicó Owen después de cambiar a su forma humana y ponerse una camiseta. Owen miró a Janet tumbada inconsciente en el suelo. —Realmente tiene un gran golpe —dijo Owen con admiración, una media sonrisa en su rostro—. Creo que el Alfa Nick conoció a su igual—dijo riendo—. Vamos, hombres, llevemos a nuestra Luna a casa. Con cuidado —advirtió Owen mientras uno de los hombres se inclinaba para recogerla—. Asegúrate de que no esté herida —No tiene ni un rasguño —señaló uno de sus guerreros, mirando las heridas de Owen—. Tú, en cambio... ¡derrotado por esta pequeña loba! —Por nuestra Luna —corrigió Owen mientras Janet era acostada en el asiento trasero y él tomaba el asiento delantero—. ¡Y fue gracias a mi plan que la atrapamos! Si no me hubiera dado cuenta de cómo probablemente intentaría llegar de nuevo a la carretera principal, ya que estaba mirando el mapa, todavía estaríamos en el bosque buscándola. Reanudaron su viaje, Owen comunicándose mentalmente con Johnathon que la habían encontrado. — ¡Diez hombres y pierdes a una chica pequeña! —Johnathon gruñó enojado a través de su conexión mental. Owen negó con la cabeza. —No es solo una chica cualquiera —trató de explicar Owen—. Ella es... diferente. — ¡Por supuesto que es diferente! ¡Es la Luna! ¡Y casi la pierdes! —Johnathon gritó tan fuerte que hizo doler el cerebro de Owen. Owen miró hacia atrás a Janet. Esperaba fervientemente que tuviera fuerzas para demostrarle a Johnathon exactamente lo que Owen quería decir. * * * — ¿Adónde mandaste a Owen? —Nick exigió a su padre. Úna y él estaban sentados en el salón amarillo tomando su té de la tarde. Úna miró a su esposo con sorpresa. —Amor, ¿qué sucede? —Úna preguntó dulcemente. —Lo mandé en una misión confidencial, los dos los informaremos cuando regrese —Johnathon evadió. — ¿Qué misión importante, mi amor?—Úna preguntó emocionada. Nick miró expectante a su padre. Johnathon suspiró. —Lo envié a recoger a un importante dignatario que nos visitará para discutir posibles alianzas con otras manadas —finalmente dijo Johnathon. — ¿Y no pensaste en informarme? —Nick preguntó exigentemente. Johnathon encogió los hombros. —La diplomacia y las relaciones internacionales son el departamento de Jerrod. Él te informará en consecuencia. —Pero Jerrod no me habló de ningún invitado importante del extranjero —argumentó Una, lanzando su larga cabellera rubia por encima de sus hombros. Miró a Nick con una sonrisa empalagosamente dulce que no lo engañaba en absoluto. No confiaría ni una palabra de esa rubia insípida y estúpida. Johnathon suspiró. —Jerrod no tiene que contarte todo —replicó Johnathon. —Ahora no seas malo, cariño —dijo Una haciendo un mohín y cruzando los brazos. —Tienes que aprender a soltar a ese chico —gruñó Johnathon—. Ya no es un niño atado a las riendas. —Pero siempre será mi bebé —argumentó Una. Nick empezó a retroceder de la habitación. Realmente no quería involucrarse en esta estúpida discusión. Quería respuestas, pero no lo suficiente como para quedarse y ser arrastrado al medio de otra discusión entre su padre y Una. Nick informó a su mayordomo que cenaría en su estudio y se sentó a revisar documentos importantes sobre la seguridad de sus súbditos. Nick se masajeó las sienes. Era un problema tras otro en estos días. Había un cartel de tráfico de lobas que intentaba rastrear. Pero maldición, estaban tan arraigados en las alcantarillas de este país que era muy difícil sacarlos. Se enfocaban en lobas solteras sin marcar y las vendían como esclavas. Las lobas sin pareja que a menudo entraban en celo eran consideradas activos invaluables. Era repugnante. Muchas personas bajo el gobierno de Nick habían sufrido debido a este cartel. Aunque habían sufrido más durante la monarquía anterior. Pero incluso una chica secuestrada era una de más para Nick. Incluso una querida amiga suya había sido secuestrada y nunca más supo de ella. Se sentía parcialmente responsable porque no había podido protegerla. Era un fracaso. No estaba capacitado para gobernar si no podía proteger a su gente. —Te encontraré algún día y me aseguraré de que esos bastardos paguen —prometió Nick en la habitación silenciosa mientras revisaba los informes que sus espías le habían enviado. Tenía que haber una manera... Sus ojos se iluminaron cuando las palabras “El Lobo n***o Torturado” le llamaron la atención. Conocía ese Club... incluso había sido m*****o en un momento. Su aliento se entrecortó al recordar con quién había terminado visitando ese club en un momento... solo para experimentar. ¿Podría ser? Nick se quedó desvelado hasta altas horas de la noche... investigando y buscando en sus sospechas. En un momento, despertó a uno de sus espías para que viniera a verlo a las 3 de la madrugada. Necesitaba más información y la necesitaba ahora. No permitiría que esta vez fallaran en derribarlos. 
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