Mariquitas
Janet estaba soñando. Era una niña pequeña de nuevo, sosteniendo una mariquita en la palma de su mano. Nicky la miraba con una sonrisa indulgente. Alfa Johnathon le acarició la cabeza con amor.
—Hasta la próxima vez, cariño —dijo Alfa Johnathon tiernamente antes de alejarse.
—Si necesitas algo, sabes que puedes llamarme —susurró Nicky—. Solo quiero que te mantengas a salvo, Janet. Y no te metas en más discusiones con esas chicas —advirtió.
Janet, de 8 años, hizo un puchero.
—Me dijeron que no era lo suficientemente genial para ser parte de su grupo de amigos —argumentó.
—No valen tu tiempo —dijo Nicky con una sonrisa—. Y cuando seas mayor, nada de esto importará —Nick se rio—. No es que vayas a vivir aquí. Te mudarás para vivir conmigo. ¿A quién le importa lo que piensen e
