CAPÍTULO DIECISIETE Thanos avanzaba lentamente por los túneles a la luz del parpadeo de las velas, empujando una caja dentro de un carro de dos ruedas que normalmente se usaba más para transportar sacos de grano. El chirrido de las ruedas era el único ruido que se escuchaba allá abajo. La vela casi consumida que sujetaba desprendía el brillo naranja de una luciérnaga, iluminando las paredes que había a ambos lados, lo suficientemente cerca que las podía tocar las dos si estiraba los brazos. No había sido fácil encontrar aquel lugar. Salir de palacio sin ser visto era cada vez más complicado, porque Thanos debía hacerlo de modo que Estefanía no se diera cuenta y Lucio parecía estar también demasiado interesado en sus movimientos. Hacerlo con la caja que transportaba había sido incluso más