CAPÍTULO DIECISÉIS Ceres miraba fijamente a la fortaleza de Lord West con un profundo presentimiento. Había aceptado acompañarlos, deseosa por saber al menos qué tenía que decir aquel señor antes, si fuera necesario, de luchar a muerte. Al fin y al cabo, ahora estaba de vuelta en su tierra y nada, ni ningún señor, la detendría. El castillo de Lord West era escarpado y gris, con un torreón encima de una colina por encima de un cercado más grande, solo la presencia de flores creciendo alrededor de los muros compensaba su aspecto inhóspito. Se acercó más a lomos de un caballo que uno de los hombres de Lord West le había dejado. La criatura estaba pálida y asustadiza, así que Ceres pasaba el mismo tiempo consolando al caballo como mirando al castillo que tenía a su alrededor. Aún así, ella