El sonido lo excitó aún más, mientras su lengua caliente rodeaba su oscuro pezón rosado. —Por favor— Él no dejó de bromear, pero permitió que una de sus manos viajara más abajo sobre su cuerpo curvilíneo. Presionó su dedo medio contra su clítoris, moviéndolo perezosamente mientras ella lo agarraba por los hombros, necesitando desesperadamente acercarlo más. —¿Te gusta eso, palomita? ¿Te gustan mis dedos contra tu pequeño y apretado coño?— Metió dos dedos dentro de ella, sin molestarse en esperar a que su cuerpo se aclimatara. Su cuerpo se sacudió en respuesta a la repentina invasión. —Sabes que lo hago— Jadeó, cerrando los párpados, concentrándose solo en el placer. Amaba verla así, vulnerable y completamente a su merced. Lo excitó, lo despertó. Curvando sus dedos dentro de ella, hizo