Xavier había estado sentado en el pub durante dos horas, esperando. Sus dedos índices se frotaron las sienes, tratando de evitar que apareciera un dolor de cabeza. Casi se sentía como si el peso del mundo hubiera caído sobre sus hombros y no había nada que pudiera hacer para soltarlo. Una camarera pasó junto a él, rozando accidentalmente su culo curvo contra su brazo bien definido. Accidentalmente. A él le gustaba ser más que puntual. Le gustaba instalarse en el lugar de reunión antes de que alguien más llegara a observar el espacio. Incluso si supiera que no había ninguna amenaza posible, incluso si supiera que todo iba según lo planeado. Era un fanático del control, no podía arriesgarse. Entonces, tenía ansiedad, ¿A quién le importa? Todavía era el luchador más hábil que Pedro hab