Punto de vista de Axel
Necesito un cigarrillo, realmente lo necesito.
No había salido de la cárcel en veinticuatro horas y, sin embargo, estaba muy estresado. Primero sus padres, luego Apolo y para colmo había ido a ver a Eros y eso solo era suficiente para que quisiera sacarse los ojos.
Mierda, es bueno estar en casa
Pensó con una sonrisa
En su camino a casa de Eros decidió ceder a este viejo hábito que tenía, así que se detuvo y estacionó su moto cerca del puente donde solía pasar el rato cuando era niño, mirando las aguas azules durante horas tratando de averiguar qué podría estar escondido allí. Unos años más tarde, exactamente en el mismo lugar, cuando era un adolescente flaco y desgarbado, finalmente descubrió los poderes mágicos de la marihuana.
Trató de descartar los recuerdos que lo seguían.
Recuerdos que le hicieron ver algunos de sus errores, era una parte de él que jamás podría borrar. Sintió la necesidad de golpearse la cabeza contra la pared para olvidar todo lo que había hecho.
Sacudió la cabeza mientras fumaba lentamente su cigarrillo, saboreando el sabor amargo, y comenzó a caminar hacia su lugar, que estaba ubicado cerca del centro del viejo puente de madera. A medida que se acercaba a su destino, no pudo evitar notar una figura pequeña y con curvas parada sola, mirando las estrellas o tal vez incluso tratando de encontrar el coraje para saltar. Si era esto último, no podía culparla ya que muchos lo habían intentado sin éxito porque el agua no era lo suficientemente profunda para que alguien se ahogara, pero eso no había detenido los intentos de suicidio, ni siquiera el suyo.
Tenía entonces veinticinco años, una excusa poco convincente para un hombre, como él mismo se caracterizó cada vez que se refería a esos años. Quería terminar con su existencia, pero todo lo que obtuvo fue una pierna rota y un brazo fracturado, no la catarsis que esperaba.
"No hay descanso para los malvados"
Quizás el Padre Luis tenía razón después de todo. Por supuesto, él no estaba descansando.
Impulsivamente caminó hacia la misteriosa mujer que estaba apoyada contra la barrera del puente.
—No deberías hacer eso— comentó casualmente una vez que la alcanzó.
—¿Disculpa? ¿Es ilegal mirar las estrellas ahora?— respondió Celia al hombre que estaba detrás de ella, no se había girado para mirarlo, pero su voz grave hizo que apretara las piernas.
Bueno, eso es definitivamente nuevo...
—¿Es eso lo que estabas haciendo?— Pregunto. Celia no tuvo tiempo de responder porque volvió a abrir la boca— Podrías haberte caído.
Sí, por supuesto
Respondió el subconsciente de Celia.
Ella asintió una vez, pero el movimiento pasó desapercibido para él porque estaba demasiado ocupado comiéndose con los ojos su culo curvilíneo. Una sonrisa agradecida iluminó su rostro mientras sus ojos se posaban en su rostro.
—Soy consciente de eso— respondió ella después de unos momentos de silencio ensordecedor.
—Entonces, ¿supongo que no te importa morir? Porque morirás si te caes, niña— Fue la última parte de su declaración arrogantemente redactada lo que hizo que su mente conectara los puntos y una bombilla apareciera sobre su cabeza. Las palabras "Ten cuidado, niña" pasaron por su mente y los ojos azules cristalinos del hombre aparecieron en su mente.
No puedo tener tanta mala suerte...
Celia cerró los ojos y decidió darse la vuelta y confirmar sus sospechas. La vista que la recibió una vez que lo hizo no la sorprendió. El hombre alto de cabello oscuro se paró justo frente a ella, dejando solo unos pocos pies entre ellos.
—Si crees que alguien puede morir al caer a estas aguas, entonces eres un idiota. Lamento decepcionarte, pero este lago es poco profundo para ahogarse, no es que hubiera querido saltar e incluso si lo hubiera hecho, no habría sido importante para ti, no es de tu incumbencia.
Axel la miró con curiosidad.
¿Quien es esta mujer?
Su frente se elevó interrogativamente.
—Mira cariño, por mucho que me guste estar aquí y que me insulten, si vas a actuar como una niña, entonces me iré.
Celia puso los ojos en blanco.
—Bueno, conduce con cuidado, espero que no atropelles a nadie que pase en tu camino
Ella en realidad lo había despedido. Estaba irritada e incluso sus bonitos ojos azules no podían calmar su ira, no era como esas mujeres que se arrodillaban a los pies de un hombre y lo adoraraban solo porque era guapo y estaría condenada si comenzaba a hacer esto ahora.
Axel estaba listo para atacarla en respuesta a su disparo, pero cuando la vio perder el equilibrio, todos los comentarios sarcásticos se le escaparon de la cabeza. Su cuerpo se tambaleó hacia atrás y se habría caído de la barrera a las aguas oscuras si él no la hubiera atrapado a tiempo.
—Mierda, mierda, mierda— murmuró Celia repetidamente cuando su cuerpo fue arrojado al piso de la cubierta de madera.
—¿Estás bien?— preguntó Axel agachándose a su lado.
—Sí, estoy bien, gracias— respondió cortésmente y bajó la mirada a sus pies, maldiciéndose mentalmente por ser torpe en los momentos más inoportunos. El dedo índice de Axel levantó su rostro para que ella lo mirara directamente.
Algo cambió en el aire en el momento en que sus ojos se encontraron. Él no pudo evitar mirarla a la cara, observandola casi como si fuera una especie de rareza que nunca antes había visto. Tal vez habían sido sus años de celibato, tal vez su personalidad fogosa, pero fuera lo que fuera, la deseaba.
Quería domar a la mujer de ojos color avellana.
—¿Cómo te llamas?— decidió preguntar Axel, el sonido era débil y ronco.
Era un peligro y una tentación eso es lo que era.
—Celia— respondió, sin dejar que su mirada saliera de lo desconocido.
—Axel Nash— Se presentó y extendió su mano, ofreciéndola para un apretón de manos. Celia lo acepto mientras continuaba hablando— Pero puedes llamarme Ax
Cuando sus palabras fueron registradas en su cabeza, Celia sintió que sus ojos se abrían considerablemente. El infame hermano de Apolo, como lo había llamado Rachel, estaba frente a ella, mirándola con un brillo travieso en los ojos.
De repente se dio cuenta de su cercanía, si inclinaba un poco la cabeza, se estarían besando. Ella miró directamente a sus labios carnosos y tragó saliva nerviosamente. El pequeño movimiento no pasó desapercibido para él y sintió una sonrisa en su rostro al darse cuenta de que la ruda niña se sentía atraída por él.
Bueno, no es como si alguien pudiera culparla, el hombre podría incluso tentar a una monja si quisiera y ella no era una monja. Se preguntó brevemente cómo se sentiría si él la tocara íntimamente, si sus manos recorrieran todo su cuerpo, pero esos pensamientos fueron interrumpidos cuando él cerró la brecha entre ellos. En un instante, la besó. Él actuaba de una forma extremadamente primitiva, casi animal, y no podía evitar preguntarse qué podía hacer para complacerlo, para someterse a él sin que se lo pidiera. No estaba pensando con claridad, no podía querer entregarse a un completo extraño, no tenía sentido. Ella no era el tipo de mujer que actuaba tan imprudentemente.
El deseo debe haber sido transferido a él sin su conocimiento. Su beso se profundizó, su boca buscó la suya y aunque ella quería retroceder y abofetearlo fuerte por su comportamiento, no pudo evitar sincronizarse con él.
Segundos después, Axel rompió el beso y Celia luchó por recuperar el aliento. Presionó su frente contra la de ella, sus ojos azules prácticamente buscando en su alma.
—¿Qué tal si vamos a mi casa y seguimos?— una sonrisa apareció en su rostro
Celia sintió que sus ojos se agrandaban y su ira aumentaba.
Sin pensarlo, levantó la mano y lo abofeteó, borrando la existencia de esa expresión arrogante de la faz de la tierra.
—¿Cómo te atreves? No soy alguien a quien puedas sonreír y confiar en que caerá a tus pies y obedecerá todas tus órdenes. Vete a la mierda— Bajó las manos al piso de madera y las usó para empujar su cuerpo para poder levantarse, pero Axel la detuvo cuando estaba lista para moverse— Quita tus malditas manos de encima— espetó y trató de liberar su brazo de su fuerte agarre.
—Me devolviste el beso.
Eso es todo lo que dijo. Sin excusas, sin explicaciones. Simplemente dijo que ella había respondido a su beso.
No tenía nada que decir.
No estaba escuchando, pero tenía que aclarar este problema.
—Mire Sr. Nash...— él arqueó una ceja hacia ella, la diversión brillando en sus ojos.— No sé quién te crees que eres, pero no puedes simplemente pedirle a una mujer que acabas de conocer que se acueste contigo— dijo ella, respirando hondo para calmarse— Eso y que no soy la mujer para el trabajo, hay un bar en el centro en caso de que lo hayas olvidado y estoy segura de que encontrarás muchas participantes dispuestas, ¿de acuerdo?
En respuesta, él simplemente le dio una sonrisa.
—Te atraigo, pero tú lo resistes. ¿Por que? ¿Sabes quién soy?— Preguntó lentamente, una mirada dura reemplazando la mirada pícara que tenía momentos antes.
—No lo sé y ese es exactamente mi punto.
—No comprendo.
—P-Podrías..
No tartamudees, tonta.
—¿Podría hacer qué exactamente? ¿Matarte? Lo siento princesa no tengo un hacha aquí, así que no voy a representar películas de terror— Dijo sarcásticamente— No sé que escuchaste de mi Celia, aunque dudo que sea algo bueno, pero puedo asegurarte que matarte no es parte de mi plan— la miró con dureza, pero ella solo pudo concentrarse en la forma en que su nombre salía de su boca, su acento acariciando las sílabas, haciendo que el dolor creciera entre sus piernas.
Pero tenía su orgullo y la lujuria no era suficiente para perderlo.
—Bueno, dormir contigo tampoco es parte de mi plan, así que ¿por qué no me dejas levantarme para irme?
—¿Quién dijo dormir?— preguntó y la sonrisa juguetona volvió a su rostro.
—Eres imposible— respiró y sacudió la cabeza.
—No lo soy, dije lo que quería de ti. Tu eres la imposible al convertir eso en algo que estas retrasando.
—¿Y qué es eso? ¿Una aventura de una noche? no busco algo asi
—¿Estás segura de que no me conoces?— preguntó él.
Los ojos de Celia estaban nublados por la confusión. ¿Quién era él de todos modos? ¿Qué era tan importante que garantizaba que debería estar al tanto de sus acciones?
—Oh, por el amor de Dios— exclamó usando sus manos para empujar su gran pecho— Eres un idiota arrogante, déjame ir.
Axel ni siquiera sintió el empujón, era ridículo. ¿Había pensado honestamente que su fuerza podría tener un impacto en él?
Se puso de pie en silencio y extendió su mano. Celia optó por no depender de él para levantarse. En cambio, se empujó contra el suelo y pudo levantarse.
Dio un paso adelante y otro pero sus pies protestaron entonces se detuvo y se quitó las botas de tacón alto. El alivio inundó todo su cuerpo al instante.
Axel miró la pequeña cosita frente a él y se sorprendió al ver lo pequeña que era en comparación con él.
—¿No hay nada que pueda hacer para convencerte?— preguntó.
Celia quería volver a besarlo, no podía negar la atracción que sentía, pero al mismo tiempo él era increíblemente frustrante.
—Mira, no sé cuál es tu problema, pero tengo muchas ganas de irme a casa. No, no puedes convencerme— Su voz casi traicionó sus verdaderos sentimientos sobre la propuesta.
—Supongo que tendremos que ver eso.
Celia puso los ojos en blanco ante su obstinada respuesta, pero en el fondo sintió una especie de calor que se extendía por todo su cuerpo. Tenía que salir de allí antes de que él hiciera algo que la hiciera perder la cautela y sucumbir a él.
—Buenas noches— Gritó Celia mientras sus pies descalzos salían disparados de aquel puente abandonado.
Axel no se iba a rendir tan fácilmente, no estaba en su naturaleza.
Él la convencería sin importar cuánto tiempo tomara.
Y apostando a su reacción, no tardaría tanto.
—Buenas noches, niña.