Nicole.
Cuando entramos a la universidad, la mayoría de las personas sabían quienes éramos. Hijas de importantes empresarios y dueños de tiendas de moda alrrededor de todo latinoamérica, importadores de joyas y propietarios de casas por toda Argentina.
Nada era diferente. Solo dos chicas que no creían en nada ni en nadie, decididas a terminar la universidad como contadoras y administradoras de empresas para verse libres de la opinión de los demás.
Nuestra primera clase fue contabilidad y allí nos encontramos a alguien igual o más marginado que nosotras mismas, pero los motivos eran diferentes.
-Miren quien llegó- el capitán de fútbol de nuestro colegio, Diego, tenía arrinconado a un joven en su asiento y varios conocidos lo acompañaban. - El huérfano de River Junior ja ja ja
-Parece que ha tenido suerte. ¿Te robaste la plata para entrar acá?- lo acusa otro compañero.
El joven no les contesta y nosotras nos muramos asombrados, ya que cualquiera reaccionaria de algún modo al ser llamado ladrón, pero a él parece no importarle.
-Carlos, Diego. Dejen de molestar al muchacho y pónganse a estudiar si tienen intenciones de permanecer en las canchas- el profesor Antunes entra furioso.
-A profe, no va a defender al huérfano este ¿o si?- Diego continúa retandolo.
-En mi clase no me importa de donde vengan, sino como se desempeñen y sabes que no me va a costar ponerte un 5 y hablar con el DT para que te mande al banco por maleducado- lo señala con el dedo y Diego no tiene de otra que sentarse lo más lejos posible del nuevo.
La clase continuó sin mayores percances y estuvimos poniéndonos al corriente de las aplicaciones que necesitábamos para el semestre y luego salimos al corte para tomar un café.
Renata y yo nos sentamos debajo de un árbol y más allá vimos al nuevo hacer lo mismo pero en solitario. Sacó un par de auriculares y se quedó solo todo el tiempo.
Yo lo detallé de arriba a abajo. Pantalones deportivos bastante gastados, un buzo n***o con capucha y unos tenis estilo all star, pero de lejos se notaba que no eran de marca. Su piel chocolatina estaba completamente tapada, a excepción de su rostro, donde unos labios gruesos y unos ojos grandes y negros como la noche se ocultaban debajo de unas mullida cejas. Sus manos grandes golpeaban su rodilla siguiendo el ritmo de lo que sea que escuchara.
-Podríamos tratar de hablar con el- me sorprende mi amiga levantando un hombro.
-Puede ser, pero ¿que tal si es como todos los demás?- no siempre lo que se muestra es lo que en realidad es.
-Con intentarlo no perdemos nada. Solo aseguremos no darle demasiada información de nosotras y después vemos.- sugiere con una sonrisa.
-Esta bien. Intentemos. - y nos paramos de golpe para acercarnos a él.
Caminamos unos pasos y mi cuerpo tembló cuando sus ojos de abrieron porque nos pusimos frente al sol.
-Hola- Renata abre la conversacion- Soy Renata y ella mi mejor amiga, Nicole. Puedes decirnos Ren y Nic. ¿Tu como te llamas?
-Hola- su voz profunda me hace dar un paso atrás y mi amiga me sostiene- Soy Anthony. - nos mira detalladamente y puedo notar como se embelesa con los ojos de Ren. - ¿Necesitan algo?
-Solo queríamos saber si vas a jugar para el equipo, ya sabes, para hacerte porras. - continúa mi amiga mirando entre él y yo.
-Si por supuesto, entré por una beca deportiva asique allí voy a estar. - y le sonríe abiertamente.
Esa es una hermosa y auténtica sonrisa.
-Entonces ya tienes dos admiradoras. Nos vemos en la cancha- y tira de mi para irnos.
-¿Viste que sonrisa amiga?- Renata tira de mi y me da gracia su entusiasmo- Es en verdad hermoso.
-Si que la vi- sus ojos van a donde el chico sigue sentado y le devuelve la sonrisa- Si que te gusta eh.
-Oh si que si.
A partir de ese día, nosotras lo alentabamos en la cancha, lo invitadas a formar parte de nuestros equipos de estudio y lo convenciamos de acompañarnos en cada aventura nueva que teníamos.
El nos defendía cuando nos trataban de lesvianas y nosotros a él cuando lo trataban de huérfano.
Con el pasar de los días, pude notar como se comportaban entre ellos. Los cachetes rojos en Renata y las sonrisas de Anthony. Estaba realmente feliz por ellos, asique todo lo que pude haber sentido quedó enterrado de una vez y para siempre.
Fui cómplice cuando le pidió ser su novia y los ayudé en la cena que prepararon para decirle a los padres de Renata que tenía novio. Al principio estaban felices, su hija tenía un novio y era muy muy feliz, hasta que lo conocieron y todo cambió. En la cena no aconteció nada importante, pero mi amiga ya no quería visitar a sus padres y yo no entendía porque.
En casa siempre fueron bien recibidos y mis padres los adoraban a los dos. Siempre alagaban lo bien que se veían juntos y el amor que escapaba de sus poros.
Yo no quería entrometerme en nada, pero un día, los Sosa llegaron a casa a exigir a mis padres que no apañaran la relación de Renata con Anthony porque el era un huérfano.
Mis padres no le dieron importancia al asunto y los dejaron ser, hasta que mi amiga me pidió irnos de vacaciones a Las Vegas con mi familia.
Íbamos por mi cumpleaños y los Sosa no quisieron ir porque Tony era nuestro invitado.
En más de una ocasión trataron de convencerla de que no le convenía, pero ellos estaban enamorados y nada los podría haber separado.
A mi amiga se le ocurrió que lo mejor era casarse y así sus padres ya no podrían intentar separarlos, pero no funcionó, porque nunca lo sintieron parte de la familia.
Nada funcionó hasta que ella quedó embarazada y les dijo que eran los tres o ninguno y cedieron un poco.