2. Su amor.

1005 Words
Nicole. Cuando entramos a la universidad, la mayoría de las personas sabían quienes éramos. Hijas de importantes empresarios y dueños de tiendas de moda alrrededor de todo latinoamérica, importadores de joyas y propietarios de casas por toda Argentina. Nada era diferente. Solo dos chicas que no creían en nada ni en nadie, decididas a terminar la universidad como contadoras y administradoras de empresas para verse libres de la opinión de los demás. Nuestra primera clase fue contabilidad y allí nos encontramos a alguien igual o más marginado que nosotras mismas, pero los motivos eran diferentes. -Miren quien llegó- el capitán de fútbol de nuestro colegio, Diego, tenía arrinconado a un joven en su asiento y varios conocidos lo acompañaban. - El huérfano de River Junior ja ja ja -Parece que ha tenido suerte. ¿Te robaste la plata para entrar acá?- lo acusa otro compañero. El joven no les contesta y nosotras nos muramos asombrados, ya que cualquiera reaccionaria de algún modo al ser llamado ladrón, pero a él parece no importarle. -Carlos, Diego. Dejen de molestar al muchacho y pónganse a estudiar si tienen intenciones de permanecer en las canchas- el profesor Antunes entra furioso. -A profe, no va a defender al huérfano este ¿o si?- Diego continúa retandolo. -En mi clase no me importa de donde vengan, sino como se desempeñen y sabes que no me va a costar ponerte un 5 y hablar con el DT para que te mande al banco por maleducado- lo señala con el dedo y Diego no tiene de otra que sentarse lo más lejos posible del nuevo. La clase continuó sin mayores percances y estuvimos poniéndonos al corriente de las aplicaciones que necesitábamos para el semestre y luego salimos al corte para tomar un café. Renata y yo nos sentamos debajo de un árbol y más allá vimos al nuevo hacer lo mismo pero en solitario. Sacó un par de auriculares y se quedó solo todo el tiempo. Yo lo detallé de arriba a abajo. Pantalones deportivos bastante gastados, un buzo n***o con capucha y unos tenis estilo all star, pero de lejos se notaba que no eran de marca. Su piel chocolatina estaba completamente tapada, a excepción de su rostro, donde unos labios gruesos y unos ojos grandes y negros como la noche se ocultaban debajo de unas mullida cejas. Sus manos grandes golpeaban su rodilla siguiendo el ritmo de lo que sea que escuchara. -Podríamos tratar de hablar con el- me sorprende mi amiga levantando un hombro. -Puede ser, pero ¿que tal si es como todos los demás?- no siempre lo que se muestra es lo que en realidad es. -Con intentarlo no perdemos nada. Solo aseguremos no darle demasiada información de nosotras y después vemos.- sugiere con una sonrisa. -Esta bien. Intentemos. - y nos paramos de golpe para acercarnos a él. Caminamos unos pasos y mi cuerpo tembló cuando sus ojos de abrieron porque nos pusimos frente al sol. -Hola- Renata abre la conversacion- Soy Renata y ella mi mejor amiga, Nicole. Puedes decirnos Ren y Nic. ¿Tu como te llamas? -Hola- su voz profunda me hace dar un paso atrás y mi amiga me sostiene- Soy Anthony. - nos mira detalladamente y puedo notar como se embelesa con los ojos de Ren. - ¿Necesitan algo? -Solo queríamos saber si vas a jugar para el equipo, ya sabes, para hacerte porras. - continúa mi amiga mirando entre él y yo. -Si por supuesto, entré por una beca deportiva asique allí voy a estar. - y le sonríe abiertamente. Esa es una hermosa y auténtica sonrisa. -Entonces ya tienes dos admiradoras. Nos vemos en la cancha- y tira de mi para irnos. -¿Viste que sonrisa amiga?- Renata tira de mi y me da gracia su entusiasmo- Es en verdad hermoso. -Si que la vi- sus ojos van a donde el chico sigue sentado y le devuelve la sonrisa- Si que te gusta eh. -Oh si que si. A partir de ese día, nosotras lo alentabamos en la cancha, lo invitadas a formar parte de nuestros equipos de estudio y lo convenciamos de acompañarnos en cada aventura nueva que teníamos. El nos defendía cuando nos trataban de lesvianas y nosotros a él cuando lo trataban de huérfano. Con el pasar de los días, pude notar como se comportaban entre ellos. Los cachetes rojos en Renata y las sonrisas de Anthony. Estaba realmente feliz por ellos, asique todo lo que pude haber sentido quedó enterrado de una vez y para siempre. Fui cómplice cuando le pidió ser su novia y los ayudé en la cena que prepararon para decirle a los padres de Renata que tenía novio. Al principio estaban felices, su hija tenía un novio y era muy muy feliz, hasta que lo conocieron y todo cambió. En la cena no aconteció nada importante, pero mi amiga ya no quería visitar a sus padres y yo no entendía porque. En casa siempre fueron bien recibidos y mis padres los adoraban a los dos. Siempre alagaban lo bien que se veían juntos y el amor que escapaba de sus poros. Yo no quería entrometerme en nada, pero un día, los Sosa llegaron a casa a exigir a mis padres que no apañaran la relación de Renata con Anthony porque el era un huérfano. Mis padres no le dieron importancia al asunto y los dejaron ser, hasta que mi amiga me pidió irnos de vacaciones a Las Vegas con mi familia. Íbamos por mi cumpleaños y los Sosa no quisieron ir porque Tony era nuestro invitado. En más de una ocasión trataron de convencerla de que no le convenía, pero ellos estaban enamorados y nada los podría haber separado. A mi amiga se le ocurrió que lo mejor era casarse y así sus padres ya no podrían intentar separarlos, pero no funcionó, porque nunca lo sintieron parte de la familia. Nada funcionó hasta que ella quedó embarazada y les dijo que eran los tres o ninguno y cedieron un poco.
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