Nicole.
Entro al apartamento de Anthony riendo de su expresión. Ambos sabemos lo que va a pasar, aunque el no sepa con quien.
Hace algún tiempo que no salgo a divertirme y es hora de que saque las telarañas del armario.
Ezequiel duerme tranquilo ya que tiene sus momentos de siesta establecidos. Hoy llegué antes porque en verdad necesito prepararme. Dejo las ropitas que compré de pasada encima de la lavadora y quito las etiquetas. A Anthony no le gusta que le compre tantas cosas, pero no puedo evitar enamorarme de esas prendas que lo hacen ver como un galán en miniatura.
Cuando ya está pronto me despido rápidamente y le prometo contarle como me fue el día de mañana. Ya que es sábado, nos reuniremos para almorzar y para llevar a Ezequiel a caminar por el parque.
Entro a casa corriendo y subo a la carrera a mi cuarto.
Sobre mi cama dejo un conjunto de lencería muy coqueto y un vestido rojo pasión con escote caído y un tajo en mi pierna derecha. Es de tirantes finos, pero llega a cubrir la transparencia del bretel del sostén.
En el baño enciendo la bañera y tiro una cápsula de fragancia de rosas para que mi piel quede suave y con olor a flores.
Me encargo de pasar la esponja por todo mi cuerpo una y otra vez y de tetilla que no haya ningún vello perdido por ahí.
Me hice la depilación definitiva a los quince, pero cada tanto sale algún pelo rebelde y eso hoy no puede pasar.
Me salgo del baño, colocó las prendas y acomodó mi cabello dejándolo suelto. Por lo general lo uso en una coleta de caballo, pero cuando salgo a cazar me lo suelto.
Conseguí su número de casualidad porque nos cruzamos en el centro comercial y me invitó a salir. Después de tanto tiempo de rogar por su contacto, no me pierdo por nada del mundo esta posibilidad.
Enfundo mis pies en unos tacones lo suficientemente altos y me dirijo al lugar de la cita.
En casa no había nadie, pero entiendo que apenas son las ocho de la noche, por lo que no es raro que mis padres anden por ahí.
Llego al restaurante y lo veo sentado con un pantalón, una remera tipo polo y un saco de vestir por encima.
Recordar todo lo que hay debajo de esa ropa me pone en alerta de inmediato y me Dan ganas de saltarme la cena e ir directo al postre.
-Hola, guapa.
-Hola, guapo- muerdo mi labio ansiosa por lo que pasará más tarde.
-Sientate- se para y saca la silla para mi, todo un caballero- Está la carta para que elijas que cenar.
-Puedo cenarte a ti, sin problema- guiño mi ojo seductoramente.
-Ja ja ja Podemos comer primero y conocernos un poco. Quiero saber más de ti que solo tu nombre.
-Pues no lo se. Nicole Marín, administradora de empresas y muy soltera.- respondo rápido- ¿Tu?
-Sebastián Contreras, 28 años y jugador de fútbol, pero eso ya lo sabes. - me sonríe de costado y oh por Dios.
-Y si que juegas bien al fútbol eh.
-Ja ja ja. Siempre vas con Tony a todos lados. Cuéntame de ustedes.
-Somos amigos desde la universidad y eso con su esposa. Pero no quiero hablar de eso.
-Bueno. Puedes hablar de lo que quieras, para eso es la cena. - acota señalandome
-Yo prefiero no hablar. Soy más de las acciones. - sus ojos de abren en una expresión extraña- Sin sentimientos ni nada de eso ¿me explico?
-Bien. Cenemos y vamos al hotel, entonces.
La cena continúa en silencio por parte de ambos, pero las miradas van y vienen descaradas, con la clara sugerencia de lo que va a pasar más tarde.
Una vez finalizado, tiende su mano y la tomo sin dudas para caminar al hotel que queda enfrente. Una rápida charla con la recepcionista y me guía a la habitación que nos asignaron.
No hay palabras entre nosotros y es lo que más me gusta. La tarjeta pasa por la ranura magnética y abre la puerta tirando de mi cuerpo, me arrincona contra la pared y vierta la puerta con su pie.
-¿Esto es lo que querías Nicole?- y me besa apasionadamente, mordiendo levemente mis labios cada tanto tiempo y yo hago lo mismo con los suyos.
En un dos por tres lo dejo sin su saco y lo separo para quitar su remera y admirar ese cuerpo espectacular que se carga.
-No digas nada y solo besame- exijo prendiendo en sus labios nuevamente.
Una de sus manos va a mis glúteos y me levanta en el aire con una facilidad espectacular y choca mi espalda contra la pared.
En este punto ya estoy empapada y se lo hago saber llevando su mano entre nuestros cuerpos. Un gruñido de su parte y me tira sin delicadeza alguna sobre la cama, mientras yo quito mi vestido por encima de mi ropa.
-Eres una diosa,Nic. - sus ojos me deboran y yo ardo aún más si eso es posible.
-Deja de hablar y ven aquí- mi dedo índice lo invita a acercarse y no duda en desprenderse de toda su ropa.
Busca preservativos en la mesa de noche y se coloca uno antes de romper mi tanga de un jalón e introducirse en mi sin piedad.
El deseo me desborda y no tardo en alcanzar uno de los tantos orgasmos que me regala en esta excelente noche.
Siempre digo que cuando quiero algo voy por ello, y Sebastián no es la excepción.
Disfruto de mi sexualidad sin importarme nada. Ni siquiera la opinión de mis padres.
-Espero que se repita, linda. - dice mientras nos despedimos dos horas después.
-No creo que pase. Era solo una noche y ya la tuvimos.
-Pueden ser más en las condiciones que pidas.
Lo miro dudando, pero es la única persona que pudo darme como si no hubiera un mañana y me encantó.