Katrina había crecido en medio de un ambiente tóxico, en donde a muy temprana edad veía a su padre maltratar a su madre, sin embargo, aquel accidente tan violento, marcó un antes y un después en su vida, ya que ella vio con sus propios ojos como Miranda lo había empujado haciendo que este cayera al vacío.
A pesar de que Miranda no lo había hecho premeditadamente y tan solo trataba de defenderse; ella no le perdonaba que gracias a ese suceso tan trágico, su padre había quedado parapléjico, no se podía valer por si mismo y dependía de las atenciones especiales de una enfermera privada que tuvo que contratar Miranda para ella poder continuar haciendo su vida. Katrina le guardaba mucho rencor a su madre, su relación era muy distante a pesar de vivir bajo el mismo techo, ella no le contaba nada de lo que hacía fuera de casa, Miranda no sabía ni siquiera quienes eran sus amigos y mucho menos si estaba saliendo con algún chico.
Carlos estaba condenado a pasar el resto de su vida en una silla de ruedas, no podía moverse, ni hablar, la enfermera era la encargada de hacerle todo. Pero a pesar de su condición actual en donde ya no podía hacer más daño a Miranda, ella de igual forma le guardaba mucho rencor por tanto maltrato que recibió de su parte durante trece años que fue lo que duró su matrimonio
Así que cuando estaba a solas con él, lo trataba muy mal aprovechándose de que no podía hablar, para ella era una forma de poder vengarse de todo el daño que le había hecho.
Después de esa conversación que había tenido con Samuel, Miranda no paraba de pensar en quien podía ser esa joven con la que él se había comprometido. A pesar de estar clara de que con él no podía llegar a tener nada formal, en los últimos seis meses en los que habían tenido sus encuentros íntimos, sin darse cuenta se había enamorado del joven.
Esa noche en vista de que Katrina había salido de casa, decidió llamar a Samuel a su celular, estaba ansiosa por hablar con él de nuevo y pedirle que se vieran por última vez, pero sin embargo, y para sorpresa de ella, Samuel no respondía sus llamadas, ya que estaba con su prometida en una cena que habían preparado sus padres para fijar la fecha de la boda.
Desde que tenía sus encuentros sexuales con Samuel, él siempre se había encargado de tomar la iniciativa de llamarla, hasta muchas veces le insistía para que estuvieran juntos, ya que Miranda no quería extender más esa relación. Sabía que había una gran diferencia de edad y que además, era su alumno. Temía ser descubierta y que por esa razón perdiera su trabajo en la universidad.
Con todo el dinero que tenía Carlos y que en vista de su incapacidad física le impedía hacerse cargo de su fortuna, ella era la encargada de manejar todos sus bienes por lo tanto no tenía necesidad de trabajar. Sin embargo, le apasionaba dar clases de arte y más ahora que podía hacerlo con libertad, ya que en el tiempo que estuvo casada con Carlos, él siempre le prohibió trabajar fuera de casa. La celaba de todo el mundo, era demasiado posesivo.
Pero lo que la aterraba aún más, era que Katrina llegara a enterarse de que estaba teniendo relaciones con un joven que podía ser su hijo y encima era uno de sus alumnos; de tan solo imaginarlo, se moría de vergüenza.
(…)
Mientras tanto en casa de los padres de Samuel…
— Estoy emocionada, todo ha sido tan pronto. Ya estoy ansiosa de que conozcas a mi familia.
— Sí, claro, yo también estoy ansioso de conocer a tu familia, casi no me has contado sobre tus padres.
— Bueno, es que no tengo una buena relación con mi madre, somos como el aceite y el vinagre, y papá lamentablemente está enfermo.
— No te preocupes Katrina, si te sientes mal hablando de tu familia, no es necesario que lo hagas, de todas formas dentro de unos días iré con tus padres a pedir tu mano.
Samuel no estaba muy interesado en casarse y mucho menos le importaba conocer a la familia de su prometida, sin embargo, había accedido a casarse con ella, forzado por su padre que no estaba muy bien de salud y quería antes de morir, que Samuel tuviera un hogar y le diera un heredero, era su único hijo y esa fue la condición que le impuso para poder recibir toda su herencia.
Es por esa razón que Samuel había aceptado casarse de forma apresurada, lo único que le importaba era cumplir con la última voluntad de su padre para poder recibir la tan anhelada fortuna.
Él a quien amaba con locura, era a su profesora de Arte, Miranda. De lo que no estaba enterado aún, era que estaba enamorado de la madre de su futura esposa.
(…)
Una semana después…
A pesar de la conversación que habían tenido Miranda y Samuel, en donde ella le dejaba en claro que no podían continuar viéndose en vista de que él se había comprometido en matrimonio, la debilidad por volver a estar juntos en la intimidad, los había vencido a ambos.
Las cosas se habían invertido para Miranda, ya que el solo hecho de saber que el joven estaba a punto de casarse, lo hacía ver aún más deseable ante sus ojos. Siempre supo que su relación era prohibida no solo por la diferencia de edad, si no también porque era su alumno. Pero el hecho de imaginarse de que a partir de ahora le iba a pertenecer a otra mujer, y que no iba a ser tan fácil tener esas salidas excitantes que habían disfrutado durante todos esos meses, la hicieron querer verlo aún más. Samuel se había convertido para ella en una adicción de la que no sabía cómo dejar.
(…)
Aquél domingo por la tarde, Miranda había decidido tomar un descanso ya que al día siguiente tenía que dar clases a primera hora de la mañana en la universidad.
Carlos se encontraba en su habitación al cuidado de la enfermera, y su hija no estaba, creía que se encontraba en casa de alguna de sus amigas, ella jamás le decía a donde iba, así que no le causaba ninguna preocupación, ya que después aparecía como si nada.
Estaba con su bata de baño, disfrutando de una copa de vino, mientras pensaba en los últimos encuentros que había tenido con Samuel, que para colmo habían sido muy recientes a pesar de querer terminar con esa relación.
De pronto sintió que abrieron la puerta de la sala, se levantó enseguida del sofá mientras decía:
— ¿Katrina eres tú?
— Sí mamá, soy yo.
Katrina entró con una sonrisa a la enorme sala, la verdad se veía a muy contenta. Se acercó a ella dándole un beso en la mejilla mientras le decía:
— No vine sola, traje a alguien que quiero que conozcas.
— ¿Pero por qué no me avisaste antes? Mira las fachas que tengo, no puedo dejar que alguien me vea así.
— No te preocupes por eso, te ves bien como estás, además muy pronto él formará parte de nuestra familia.
— ¿Qué estás diciendo? No me digas que es lo que me estoy imaginando.
— Pues sí mamá. Me voy a casar, me comprometí hace unos días con un chico del que estoy muy enamorada.
— ¿Pero por qué no me lo habías dicho antes? ¿Y ese joven se encuentra aquí en casa? No entiendo por qué te empeñas en hacer las cosas a escondidas, soy tu madre has debido decírmelo con anticipación.
— Ya no soy una niña mamá, y no te había dicho nada antes, porque sabía que te ibas a oponer. Y por eso decidí traerlo sin decirte nada.
— No entiendo por qué me tienes que tratar como si no fuera tu madre, no me parece justo que yo sea la última persona en conocer a tu futuro esposo. ¿Acaso estás embarazada que piensas casarte tan apresuradamente?
— ¡Claro que no! No se trata de eso, en realidad no quería que hicieras el drama que estas haciendo en este momento, pero si te vas a poner así, mejor le digo que se vaya y que venga el día que nos vayamos a casar, así no tendrás tiempo de impedir que me case con él.
— ¡Katrina! ¿A dónde vas?
— Ya te dije, le diré que se vaya, creo que fue una mala idea traerlo de sorpresa.
— Ya déjate de majaderías y dile a ese chico que pase.
— Está bien, pero por favor no me hagas pasar vergüenza delante de él. Porque te guste o no, ya tomé una decisión, me voy a casar con él.
— Muy bien, dile que pase, pero después tú y yo tendremos una conversación bastante larga.
Miranda estaba que echaba chispas del coraje que tenía, jamás se esperaba que su única hija se casara tan pronto con un total desconocido para ella.
Se tomó de un solo trago la copa de vino, se miró al espejo de la sala y trató de acomodarse el cabello, no le dio tiempo para poder cambiarse y ponerse algo más acorde a la ocasión.
Pero estaba tan molesta con su hija, que al final no le importó quedarse como estaba.
Se quedó mirando a través del enorme ventanal, mientras esperaba al misterioso prometido.
— Madre, te presento a tu futuro yerno Samuel Iturriza.
Miranda y Samuel se quedaron mirando fijamente totalmente impactados, mientras que Katrina ingenua de lo que estaba pasando entre ambos, sonreía llena de felicidad.