Miranda temblaba, la copa de cristal que tenía en la mano que ya se encontraba vacía, se le resbaló sin darse cuenta cayendo al piso haciéndose añicos. Katrina sorprendida de ver la expresión de su madre al ver a su prometido, se acercó a ella tratando de recoger los vidrios esparcidos en el suelo, mientras le decía con angustia:
— ¡Por Dios madre! Cuidado con los vidrios, no te vayas a mover. ¿Pero qué te ha pasado? Te has puesto pálida. ¿Te encuentras bien?
Miranda sin quitar la vista a Samuel, le respondió tratando de controlar el temblor de su cuerpo:
— Sí, estoy bien. Deja que la sirvienta se encargue de limpiar los vidrios.
Katrina obedeció y se levantó del piso acercándose a Samuel, lo tomó por el brazo diciendo:
— Bueno, empecemos de nuevo, madre te presento a Samuel mi futuro esposo.
Samuel que se encontraba tan nervioso e impresionado como Miranda, se le hizo muy difícil fingir que no se conocían, así que sin pensarlo le dijo a Katrina:
— Ya tu madre y yo nos conocemos.
— ¿Qué estás diciendo? ¿Cómo que ya se conocían? ¿Me pueden explicar dónde se conocieron y por qué yo he sido la última en enterarme de esto?
Miranda se puso aun más nerviosa, ya que sabía lo impulsivo que era Samuel, además de no medir las consecuencias de sus actos, así que antes de que cometiera alguna imprudencia que terminara en una gran tragedia, se apresuró en decir:
— Sí, efectivamente nos conocemos, porque Samuel es uno de mis alumnos en mi clase de arte.
— ¿Es en serio? Pero no puede ser, cariño no me habías dicho que tomabas clases de arte. ¿Pero qué otra cosa no se de mi futuro esposo?
— Lo que pasa es que todo ha sido muy pronto y hay muchas cosas que aun no sabes de mi.
Miranda sentía que no podía controlar su estado de nervios, era como si en su rostro se pudiera ver la verdad de lo que estaba pasando entre Samuel y ella. Bajaba la mirada, evitaba mirar a Samuel a los ojos, solo buscó una excusa y así poder salir de allí, necesitaba estar a solas tan solo por un momento:
— Es mejor que pasemos al sofá, pero antes voy a subir a mi habitación a ponerme algo más apropiado.
Samuel de forma atrevida comentó para sorpresa de Miranda.
— Por mi no se preocupe profesora Miranda, la verdad es que usted siempre se ha visto bien con cualquier cosa que lleve puesta.
Miranda se cerró la bata de su pecho e inmediatamente se marchó a su habitación a cambiarse de ropa. Pero en realidad necesitaba estar sola, no podía asimilar lo que estaba pasando y quería tomar aire y poder pensar en frío como iba a manejar la situación a partir de ahora.
Samuel se quedó en shock, se encontraba callado, aun no salía de su asombro, mientras Katrina ignorando todo lo que estaba pasando, se veía feliz, el haberse enterado de que él era alumno de su madre, fue para ella una señal de que Samuel era el hombre indicado.
— Estoy sorprendida de que tú y mi madre se conozcan, eso es maravilloso, eso facilita mucho mejor las cosas. ¿No te parece cariño?
Samuel estaba con la mirada perdida, recordando que hasta hace solo unos días había hecho el amor con Miranda; y ahora se encontraba en su casa pidiendo la mano de su hija.
— Cariño te estoy hablando ¿Qué te pasa? ¿Por qué te has quedado tan callado? No me digas que te sientes incómodo porque te vas a casar con la hija de tu profesora jejeje
— No, no me pasa nada pero tienes razón, todo esto ha sido muy inesperado. Creo que es mejor que me vaya y regrese en otra ocasión, siento que tu madre no está muy cómoda de saber que soy yo tu prometido.
— Eso se le va a pasar, lo que sucede es que todo ha sido inesperado, yo no le había dicho sobre nuestra relación y la hemos tomado por sorpresa. Pero por favor no te vayas, ni siquiera hemos podido hablar de la boda.
(…)
Mientras tanto Miranda había entrado a su habitación y al cerrar la puerta se tumbó en la cama llorando amargamente.
— ¡Dios mío! No puede ser, esto no puede estar pasando. Esto es más de lo que mis fuerzas pueden aguantar. Soy la amante del prometido de mi hija, esto es aberrante, tengo que hablar con Samuel, mi hija no puede enterarse de esto nunca. Esta relación debe acabar para siempre.
(…)
Minutos después….
Miranda bajaba las escaleras para enfrentarse de nuevo a su dura verdad, se había cambiado de ropa, Samuel la miraba detalladamente, ella enseguida le dijo a Katrina:
— Bien, hay algo que me gustaría saber, ¿Desde cuándo son novios?
— Hace dos meses mamá, ¿Pero a qué viene eso en estos momentos? Samuel vino a pedir mi mano, ya hemos fijado la fecha de la boda y al final eso es lo que importa.
— Creo que es muy pronto para casarse, me parece que se están apresurando demasiado.
— Ya es una decisión tomada, Samuel y yo estamos muy enamorados. ¿Verdad cariño?
Samuel miraba a Miranda con nerviosismo, se sentía entre la espada y la pared, pero al mismo tiempo el casarse con Katrina era su única oportunidad para poder recibir su tan anhelada herencia. Así que respondió:
— Sí, claro, Katrina y yo nos queremos y ya hemos fijado la fecha de la boda.
Miranda trataba de controlarse, respiraba profundo mientras contenía las lágrimas, hasta que no pudo aguantar más y les dijo a ambos:
— Creo que no me siento bien, me voy a mi habitación, tendremos esta conversación en otra ocasión. Si me disculpan…
Ambos se quedaron mirando como se retiraba de la sala, mientras Samuel le decía a Katrina:
— Ahora si me voy, creo que no fue una buena idea venir a tu casa. Te llamo mañana.
— ¡Samuel no te vayas! ¡Samuel por favor espera!
Katrina se quedó muy frustrada al ver que ni siquiera pudo pedir su mano como lo tenían planificado, estaba furiosa con su madre.
Subió a toda prisa a la habitación de Miranda, entró sin tocar, estaba realmente furiosa:
— Ya puedes estar feliz, Samuel se acaba de ir sin pedir mi mano. ¿Por qué todo lo tienes que dañar? No tenías por qué tratarlo de esa forma.
— Por favor Katrina trata de calmarte, las cosas no son como las estás viendo. Yo conozco más que tú a Samuel, y se perfectamente que no es el hombre que te conviene.
— ¿Y se puede saber por que según tú no me conviene? ¿Acaso por el hecho de ser tu alumno? Porque eso no sería una razón suficiente para impedir que me case con él.
— Precisamente porque es mi alumno, lo conozco mucho más que tú, y se que no es el hombre para ti.
— Pues no me interesa lo que tú pienses, no voy a permitir que me destruyas la vida igual como destruiste la de mi padre.
Miranda no soportó la presión y le dio una bofetada a Katrina mientras le gritaba histérica:
— ¡Cállate Katrina! No te permito que vuelvas a decir algo así. Eso fue un accidente, y yo solo trataba de defenderme de los maltratos de tu padre.
Katrina la miraba mientras se tocaba la mejilla, en ese preciso momento sonó el celular de Miranda, cuando esta miró la llamada, se dio cuenta de que se trataba de Samuel.
Katrina llena de coraje hacia su madre le dijo molesta:
— Anda atiende el celular, de seguro debe ser ese amante con el que te ves a escondidas aprovechándote de que papá está condenado a vivir en una silla de ruedas.
— ¡Cállate Katrina! No entiendo de donde sacaste eso.
— No soy tonta mamá, esas risitas que tienes cuando hablas por teléfono y tus salidas misteriosas algunas noches, no necesito ser muy inteligente para saber que debes tener un amante. Así que te dejo, puedes hablar a tus anchas, gracias a Dios que pronto me casaré con Samuel para largarme lejos de esta casa.
Katrina salió de la habitación cerrando la puerta con fuerza, mientras que Miranda corrió a encerrarse en el baño para poder atender la llamada.
— ¿Cómo te atreves a llamarme después de lo que acaba de pasar? ¡Eres un cínico!
— Miranda tenemos que vernos para hablar, las cosas no son como te las estas imaginando . Te juro por Dios que yo no sabía que Katrina es tu hija.
— ¿Y me crees tan estúpida como para creer semejante barbaridad? Te has burlado de mi en todo este tiempo. Pero lo que más me duele es que también estás engañando a mi hija.
— Las cosas no son así, por favor te lo suplico, vamos a vernos para hablar, yo necesito explicarte como pasaron en realidad las cosas.
— ¡No! No quiero volverte a ver y te advierto que no quiero que te acerques nunca más a mi hija, porque te juro que no respondo de lo que pueda hacerte.
— Miranda voy a esperarte en media hora en el bar donde nos conocimos, si no llegas te juro que iré a buscarte a tu casa personalmente y no me importa que Katrina se entere de toda la verdad.
A Miranda le temblaba la mano en la que sostenía su celular, se sintió entre la espada y la pared, en todo el tiempo que tenía conociendo a Samuel, sabía perfectamente que sería capaz de hacer cualquier locura con tal de lograr que ella accediera a verlo.
— Miranda estoy hablando muy en serio. ¿Miranda estas ahí? ¡Miranda respóndeme!
— Está bien Samuel, en media hora estaré allí, pero por favor no hagas nada que pueda lastimar a mi hija.
Colgó la llamada, tomó su bolso y bajó las escaleras a toda prisa. Miró a su alrededor pero Katrina al parecer se había encerrado en su habitación; salió de la casa y se subió a su auto, estaba decidida a encontrarse con Samuel y poner un punto final a esa relación que se había convertido en una verdadera pesadilla.
(…)
Media hora después…
Miranda había llegado al bar donde había conocido a Samuel por primera vez. Al entrar comenzó a buscarlo a su alrededor, hasta que este le hizo una seña con su mano, se encontraba sentado en la barra, ya se había bebido dos tragos mientras la esperaba.
— Gracias por venir.
— Solo lo hice por mi hija, ella no se merece enterarse de la verdad, no me perdonaría jamás que sufra por mi culpa.
Miranda se sentó a su lado, mientras él posó su mano encima de la suya.
— No te atrevas a tocarme, solo vine aquí para aclararte que lo nuestro se terminó y que no quiero que te cases con Katrina.
— No puedes pedirme eso, no te das cuenta que yo también estoy tan impresionado como tú, no tenía la menor idea de que tú eres la madre de Katrina. Además, no te engañé , porque hace poco te dije que estaba saliendo con una chica.
— Ya no importa como hayan sido las cosas, lo único que se, es que esto se tiene que terminar.
Miranda se levantó de la silla y cuando estaba a punto de marcharse, Samuel la tomó por el brazo mientras la acercó con fuerza hacia él, ambos quedaron mirándose fijamente a los ojos mientras Samuel le dijo susurrando muy cerca de su boca:
— Yo no puedo dejarte, pero tampoco puedo romper mi compromiso con Katrina.