El amor de una mujer inocente

3282 Words
Gera estaba despertándose, escuchó el sonido del agua en el baño, caminó hasta allí y entró. —¿Ya te tienes que ir a trabajar? —le preguntó a Tomás. —Sí, yo no tengo el privilegio de llegar a la hora que quiera al trabajo como tú —terminó de quitarse el jabón en todo su cuerpo. En ese momento Gera entró y lo abrazó por la espalda. —Me gustaría quedarme más tiempo contigo, así, los dos arrunchados dejando que pasen las horas, solo tú y yo —Gera dejó salir una pequeña risa traviesa. —Pero no se puede, tengo cosas que hacer —Tomás hizo que Gera lo dejara de abrazar. —Hoy voy a preparar una cena, te espero a las ocho, no vayas a faltar —informó. Tomás volteó a verla—. Estoy hablando en serio, prepararé una cena. —No he dicho nada. Ahora deja que me termine de bañar —Tomás hizo que saliera de la ducha. —Está bien… Ay, eres un seco de primera, tienes corazón de hielo —se burló la joven mientras salía del baño. —Sí, de hielo sólido —escuchó que dijo Tomás mientras ella cerraba la puerta. La joven caminó con una sonrisa desplegada hasta la cocina y preparó un café sin azúcar que empezó a beber, después de quince minutos Tomás bajó y tomó un poco de café mientras se preparaba un pan con jalea de mora. Gera reparó la camisa blanca remangada que tenía puesta Tomás, sus brazos fuertes se veían demasiado bien con esa camisa y aquel pantalón jeans. —Cada vez me parece que te ves más guapo ¿qué es lo que haces? —dijo Gera, después mordió su labio inferior. —Lo que tú ya no haces —respondió el joven. —Sabes que no tengo tiempo, además, no creo necesitarlo, por más que coma no subo de peso —Gera arrebató el pan de las manos de Tomás y lo mordió, él dejó salir un resoplido. —Se me hace tarde, tengo que irme —limpió sus manos con un pañuelo que estaba en el mesón de la cocina y se dirigió a la entrada del departamento. Gera hizo un puchero y después caminó hasta el cuarto para empezar a alistarse. Se acercó a una ventana donde corrió un poco la cortina para poder mirar hacia la calle, allí estaba el carro de Tomás saliendo del edificio.     —Y no sé qué hacer, cada vez me veo más gorda cuando me miro en el espejo y Gabriel está muy extraño conmigo, ahora se va a ir de viaje con una amiga; imagínate, una amiga. Yo encontré una foto en su computador, tiene que ser ella ¿tú crees que me está siendo infiel? —Alejandra mordió su labio inferior mientras sus manos jugaban entre sí. —¿Por qué me cuentas todo esto a mí y no a Keidys? —cuestionó Tomás. —Ella está estresada con su problema del embarazo y la situación con Josef, además… No suelo hablar estas cosas con Keidys, como todos creen que yo no le pongo atención a mi peso… Tú me entiendes, prefiero hablarlo contigo, no preguntes por qué —Alejandra hizo un puchero mientras inclinaba su rostro. —Entiendo, pero oye… No creo que Gabriel te esté siendo infiel, desde un principio sabías que él se rodeaba con modelos y que a ti te gusta comer despreocupadamente, esa es una muy mala combinación ¿no crees? —Tomás recostó su espalda al espaldar del sillón y carraspeó su garganta para que Alejandra alzara la mirada. Ella con algo de miedo miró a su amigo—, era muy raro que ustedes tuvieran una relación estable, por naturaleza propia eres una mujer demasiado complicada de entender; aunque, lo de tu peso puedes resolverlo, empieza a hacer ejercicio y lo de Gabriel… Tienes que hablar con él, las cosas siempre se solucionan cuando hay comunicación. —¿Tú me ayudarías con los entrenamientos? —inquirió Alejandra. —¿Por eso viniste a mi trabajo? —Tomás respingó una ceja. —Sabes que yo te amo, ¿verdad? —Alejandra desplegó una sonrisa. —Ese amor tuyo es tan interesado —Tomás soltó una carcajada. —¿Cuándo comenzamos? —Alejandra se levantó del sillón que estaba en la oficina. —Es cierto, te está saliendo barriga, Keidys te fue bastante franca —Tomás se cruzó de brazos. Alejandra dejó salir un suspiro y se miró la barriga: —Sí… Es que escribir todo el día hace que no me mueva para nada, por lo menos en la universidad tenía el estrés de las clases y eso hacía que bajara de peso, pero ahora no… Las pizzas son muy deliciosas y más si las acompaño con gaseosa negra bastante fría, eso me está costando tener una barriga enorme, Keidys y Claudia tendrán una barriga grande, pero es porque están embarazadas, yo no… Tomás soltó una gran carcajada y Alejandra lo fulminó con una mirada. —Tú eres quien hace que me burle, dices todas esas cosas y yo no puedo soportar la risa, mi naturaleza es burlona, no puedo hacer nada. Pero mira el lado positivo, puedes tomarte una foto con ellas e imaginar que tú también estás embarazada —Tomás volvió a soltar la carcajada. —No sé por qué vine a verte, contigo no voy a resolver nada. Si tan solo Josef estuviera en la ciudad para poder hablar con él… —Alejandra salió de la oficina del restaurante de comida Fitness. —Alejandra, espera… Ay, no seas tan aburrida, solo estaba molestando —Tomás salió de la oficina y tomó de un brazo a la muchacha al alcanzarla. —Oye, te burlas porque tienes un buen cuerpo y Gera es delgada y hermosa por naturaleza, no entenderás lo que es sentirse con la autoestima por el piso porque con solo recordar que tu pareja está rodeada de hermosas modelos todo el día y viaja con ellas y no sabes… si te está engañando… Es horrible, pero claro, tú no me entiendes, no sé ni por qué te digo todo esto —Alejandra se sorprendió cuando sintió el abrazo de su amigo. —Tranquila, claro que te entiendo, pero no es un problema tan grande; solo haces un poco de dieta y ejercicio y volverás a tener tu bello cuerpo de vuelta. Tampoco es que estés tan gorda, no hagas una tormenta en pequeño e insignificante vaso —consoló Tomás.     Santiago estaba sentado en frente de su hermana Keidys, ella hablaba por teléfono sobre el escándalo que hubo por su desmayo, al parecer ya todo lo estaban arreglando y la prensa poco a poco apagaba el fuego. Santiago dejó salir un suspiro, entró a la casa en busca de algo para comer. —Alejandra… Que no lo he visto, lo más seguro es que está en su estúpido restaurante que acabó de abrir. A todas estas ¿para qué quieres hablar con él? —se escuchó la voz de Gera. —Tengo un asunto pendiente con él, no vayas a pensar cosas malas ahora —esa era la voz de Alejandra. —Claro que no, ni que fuera celosa —replicó Gera. Las muchachas se sorprendieron cuando entraron en la cocina y encontraron a Santiago allí comiendo un pedazo de sandía. —¿Qué? —inquirió el muchacho—, ¿quieren un pedazo? —Cada vez que llego a esta casa te encuentro comiendo, ¿es que no sabes hacer otra cosa? —Gera hizo un gesto de desagrado. —Es la casa de mi hermana, puedo hacer lo que me plazca, así que deja tu bobada —Santiago también hizo un gesto de fastidio mientras abría la nevera para sacar un poco de agua y un postre que allí había—, tiene fresas, delicioso. —Pareces un maldito cerdo comiendo —bufó Gera mientras se cruzaba de brazos. —Bueno, ¿eso a ti qué te importa?, deja de darte mala vida, rana platanera —se enojó Santiago. —¡Por favor, dejen de discutir, parecen niños! —regañó Alejandra—, van a terminar enamorados como sigan en esas. —Cállate… Deja de invocar al demonio —replicó Gera. —Uff… Como si tú fueras muy hermosa, ni loco me metería contigo; yo soy demasiada carne para tan poco perro —Santiago barrió a Gera con la mirada. La joven soltó una carcajada sarcástica. —Primero me vuelvo vegetariana antes que comerme esa carne, además, parece ser de mala calidad —soltó Gera. —Ay no, ya comenzaron ustedes a discutir. Lo menos que quiero ahora es escucharlos con sus tonterías. Santiago, recoges tu desorden cuando termines de comer y Gera, si vas a preparar comida con Alejandra hazlo sin discutir con mi hermano, tengo un dolor de cabeza que no aguanto, estos malestares me están matando. ¿Ya llamaron a Claudia?, porque no quiero que me incendien la cocina —dijo Keidys cuando entró en el lugar. —Claudia ya viene en camino —informó Alejandra. —Bueno, por cierto, ¿para qué estás planeando hacer una cena?, eres terrible en la cocina —Keidys se cruzó de brazos tratando de no dejar salir una sonrisa de burla. —Es que, hoy Tomás y yo cumplimos un año y quiero decorar el apartamento, hacer una deliciosa cena y pasarla rico —el rostro de Gera se volvió rojo de la emoción. Se escuchó la fuerte carcajada de Santiago. —Qué feo, a Tomás se le olvidó que están de aniversario —el muchacho empezó a comer el postre que tenía entre sus manos. —Ay, no digas eso… No creo que a Tomás se le olvide algo tan especial. No le prestes atención Gera, lo más seguro es que él también te está planeando algo muy lindo —contradijo Keidys. —Sí… Tomás no es así, lo más seguro es que te de un lindo regalo, ¡solo de imaginarme me emociono! —Alejandra soltó un pequeño grito que las demás acompañaron. Santiago salió de la cocina burlándose de la situación. —Qué feo, la van a dejar plantada —soltó. —Estúpido ese, ¡cállate! —regañó Keidys, se quitó una sandalia y la lanzó a la cabeza de su hermano que se agachó por el dolor mientras se sobaba el lugar donde recibió el golpe. —Se lo merece —bufó Gera. Claudia llegó animada con unas bolsas que las chicas le ayudaron a cargar. —¡Saca esa bolsa grande, ten cuidado, vienen unos huevos allí! —decía Claudia a Santiago que sin saber por qué terminó ayudando a las muchachas. Claudia les explicaba a las chicas cómo picar las verduras y poner el fuego indicado a cada sartén. —Santiago, tienes que revolver más rápido la salsa, mira… se te está subiendo, baja la llama… ¡Santiago que revuelvas más rápido! —decía Claudia al muchacho que ya le empezaba a sudar la frente. —¡Ya sé…! —gritó Santiago corriendo por la cocina en busca de una cuchara más grande.   Claudia empezó a empacar todo en platos hondos. —Antes de servir todo debes calentarlo, no le sirvas mucho a Tomás, he visto que come en porciones medianas, por cierto, traje dos vinos y unas velas aromáticas para que todo quede perfecto —decía Claudia. Volteó a mirar a Santiago—, lava los platos, nosotras vamos a acompañar a Gera a organizar el apartamento. —¿Qué? —el joven volteó a ver la enorme montaña de platos sucios y sus dedos con algunos quemones. Las muchachas salieron de la casa y Santiago quedó en completo silencio, un gato de r**a Angola color blanco entró a la cocina con el sonido del cascabel que se movía en su cuello, empezó a sobarse en los pies del muchacho. —¿Es en serio que tengo que limpiar todo este desastre? —se preguntó.     Gera, Keidys, Alejandra y Claudia empezaron a organizar el apartamento, decoraron el comedor, el cuarto y cuando el reloj marcaba las seis de la tarde todo estaba terminado. —Ahora debes arreglarte, ah… y no se te olvide poner la música que te descargué, será perfecta para la noche —Alejandra le guiñó un ojo a Gera. Cuando las muchachas se fueron, Gera entró al baño para darse un buen baño muy alegre, después maquilló su rostro y arregló su cabello para verse muy bella y vaya que quedó hermosísima. En ese momento escuchó el timbre de la puerta, su corazón se estremeció, seguramente era Tomás quien llegó más temprano de lo habitual. Se puso los tacones altos y quitó algunas arrugas de su vestido, abrió la puerta con una gran sonrisa desplegada, pero la borró al ver que se trataba de Santiago quien la reparó de arriba abajo un tanto impresionado. —Se te olvidaron las rosas en la casa de mi hermana —entró al apartamento como si se tratara de su casa. —¡Cuidado con el piso! —gritó Gera fastidiada, Santiago inclinó su mirada y vio que había pétalos de flores rojas que hacían un camino hasta el comedor. —Uy, tremendo detalle —masculló—. Voy a dejar las flores en la mesa —salió del camino hecho de flores. —Sí, pero no toques nada ni dañes la decoración —pidió Gera. —Ay sí… Deja el drama —entró en la cocina y buscó un florero. —Tienes la camisa toda sudada —soltó Gera. —¿Será porque hoy ustedes me tuvieron como su sirviente? —inquirió el muchacho mientras llenaba el florero con agua. —Bueno, pero es por una buena acción —Gera salió de la cocina hasta su cuarto, empezó a quitar las arrugas de la cama que tenía pétalos rociados sobre ella. Quedó reparando el lugar por un momento y desplegó una sonrisa—. Anda, no me he echado perfume. —Ya puse las flores en la mesa… —informó Santiago entrando al cuarto, observó que Gera estaba con un rostro serio mientras recibía una llamada. —No, está bien, entiendo —a la joven se le salió una lágrima de uno de sus ojos. Santiago quedó inmóvil, no sabía qué hacer, ya imaginaba la situación y no le gustaba para nada estar en medio de ella. Gera tiró el celular al piso y se sentó en el borde de la cama, el silencio inundó el lugar, después soltó un fuerte llanto y se levantó de la cama desordenando toda la decoración. —¡Tranquilízate, basta! —Santiago la abrazó para que así no volviera el lugar un desastre. Gera se agachó hasta quedar sentada en el piso del cuarto soltando un gran llanto: —      ¡Se le olvidó todo!, ¡¿por qué me hace esto?! —soltó entre los sollozos. La piel de Santiago se erizó cuando la escuchó decir aquello, la pobre chica lloraba desconsoladamente. Se sorprendió cuando ella agachó su rostro hasta el piso y soltó un fuerte grito. Santiago salió del cuarto mientras llamaba a Tomás, el celular sonaba una y otra vez, el joven se paseaba por todo el apartamento que estaba arreglado con tanto detalle que se dio cuenta que la joven se sentía destrozada al quedar allí plantada después de estar todo un día trabajando en su gran regalo. —¿Dónde estás? —preguntó al escuchar la voz de Tomás. —Estoy llegando a la casa de Josef, acabó de llegar a la ciudad, necesito hablar con él urgente y ya sabes de qué —explicó Tomás. —Eso no es tan importante ahora, estoy en el apartamento de Gera y no te imaginas el problema en el que estás metido —contó Santiago. —¿Por qué estás allí?, ¿no se supone que ustedes no se soportan? —Idiota, hoy ustedes están de aniversario y ella te preparó un gran regalo, ahora está llorando terriblemente, no sé ni qué hacer, debes venirte ya, ¿cómo se te pudo olvidar eso Tomás?, solo de verla así me da una rabia contigo que tengo ganas de partirte la cara —Santiago colgó al escuchar un fuerte grito de la joven, entró al cuarto y la vio tirada en el piso llorando descontroladamente. Santiago no era tan bueno para esos casos, quería llamar a las amigas de la joven, pero sabía que Gera se enojaría al él hacerlo, así que prefirió llamar a la persona que provocó aquel inconveniente. —Oye, levántate, ven… Vamos a sentarnos en la sala —la tomó de los brazos, se dio cuenta que esa chica estaba tan destrozada que no tenía energías para caminar con aquellos altos tacones, se los quitó y después observó el rostro de la muchacha, su maquillaje se dañó por completo—. Este… Vamos a sentarnos mejor en la cama. Los dos estaban sentados en el bordillo de la cama, Gera había dejado de llorar y solo mirada un punto fijo en la pared blanca. —Tenías razón cuando dijiste que a él se le había olvidado nuestro aniversario, Tomás nunca me ha amado, para él solo he sido un estorbo que no sabe quitar de su vida. ¿Qué debo de hacer?, yo estoy enamorada de él, estaba tan feliz de saber que por fin pude tenerlo para mí… por eso planeé esto, quería que hoy fuera una noche perfecta, todo el mes esperé este día —la voz de Gera estaba completamente quebrada. —Pero si él no te ama, lo más conveniente para estos casos es que lo dejes y sigas tu vida. Soy malo para estas cosas, pero… es que es obvio Gera, tú misma lo has dicho, él no te ama y si solo eres un fastidio para Tomás… ¿Cómo es posible que aguantes todo esto?, yo ya me habría ido lejos, le daría un puñetazo y nunca más lo vería, ante todo el orgullo ¿no crees?, si quieres yo le doy el puñetazo y después me voy —desplegó una sonrisa, pero la borró al ver que Gera lo miraba con rostro totalmente aburrido—. Lo siento, no soy bueno para estas cosas, ya te lo dije antes. —Lo llamaste, ¿verdad? —Sí, no sabía qué hacer, yo solo vine a traer unas flores y mira en qué problema estoy metido, no quiero irme, me da miedo que vayas a suicidarte y después quede con peso de conciencia —Santiago tragó en seco. Gera soltó una pequeña sonrisa. —Nunca me suicidaría por un idiota como él. Esta mañana me había dado cuenta que él se le había olvidado, como suele pasar a final de mes, pero yo pensé “no… esta vez es muy especial, él se va a acordar”, fui tan tonta, Tomás desde que nos conocimos siempre me recalcó que no quería nada conmigo, que… yo no era su tipo de mujer, ¿cómo pude soportar esto por tantos años? —Tomás no es la gran cosa, tiene una personalidad egocéntrica y a veces suele ser bastante odioso, además, por naturaleza propia es mujeriego, ¿qué le viste? —No lo sé —Gera inclinó la mirada—, una vez lo observé por la ventana de la casa de mis padres mientras trotaba y yo… Me pareció guapo y en ese tiempo solía ser bastante loca, muchas veces le incité tener sexo y él se negaba, después eso se volvió un juego que solíamos tener hasta que sucedió y nuestra relación se volvió una muy extraña, después le dije que debíamos formalizar todo, él aceptó y bueno, ahora pasó esto. —Espera, ¿tú le dijiste que fueran novios?, ¿qué rayos? —Santiago quedó con la boca abierta—, oye… si yo fuera una mujer como tú nunca haría eso, mírate, eres hermosísima y he visto los muchos pretendientes que tienes ¿por qué te rebajas hasta esa altura? —¡Tú no lo entiendes, yo lo amo, es eso! —gritó Gera, lo miró fijamente—, no sé qué hago hablando esto contigo, eres tan bruto que será imposible que estés en mi lugar, solo sirves para comer en la casa de tu hermana y no hacer nada en el resto del día. —¿Ahora te desquitas tu enojo conmigo?, ¿por qué no eres así de valiente y le dices las verdades al estúpido de Tomás?, y para tu información yo no soy un flojo, tengo que trabajar todo el día y solo tengo tiempo un día para poder visitar a mi hermana que está mal, ah… y te recuerdo, ese día es hoy y tú lo gastaste con tu idiota sorpresa para tu estúpido novio que ni te quiere. Deja de ser tan pendeja y quiérete un poco, por ser así es que Tomás juega contigo y hace lo que se le venga en gana, por eso te deja plantada. Ya me enojé, mejor me largo a darme un baño, por tu culpa ahora huelo a pollo mojado —se levantó de la cama y salió del cuarto. 
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