Los recuerdos que guardé en un cajón

2342 Words
Tomás tocó varias veces el timbre de la casa de Josef, en vista de que nadie habría, empezó a hacerlo desesperadamente. Sofía, la hermana de Josef (quien ya era toda una señorita), abrió el portón bastante fastidiada. —¿Qué tienes, por qué tocas así? Mis amigos están en la casa, no vayas a hacer ninguna locura con Josef —dijo la muchacha. —¿Dónde está Josef? —preguntó Tomás entrando a la casa. —Acabó de llegar, dijo que no quiere que lo molesten, pero sé que vas a entrar, ¿verdad? —la muchacha lo siguió cuando él subía las escaleras. Tomás entró al cuarto con un paso bastante enfadado. —¡Josef! —gritó. El muchacho se levantó de la cama de un golpe, sabía lo que se avecinaba. Tomás entró a la habitación y se abalanzó a su amigo dándole un puñetazo en la cara. Sofía al ver aquella escena empezó a gritar. Tomás tomó del cuello de la camisa a Josef y lo tiró al piso, volvió a darle otro puñetazo: —¡¿Cómo se te ocurre tratar a Keidys así?! ¡Debí dejar que Santiago te partiera la cara para que dejes de ser idiota! —gritaba mientras lo estremecía. —¡Ayuda, Tomás va a matar a Josef! —gritaba Sofía mientras corría por el pasillo. —¡Déjame, no me interesa nada que tenga que ver con ella! —dijo Josef mientras forcejeaba con Tomás, la sangre ya empezaba a salir de su nariz y tenía el labio superior con una pequeña cortada. —¡Deja de ser tan idiota! —volvió a darle otro puñetazo. —¡Mátame, sigue golpeándome! —soltó Josef. Su boca empezó a llenarse de sangre y Tomás se detuvo. —No, no lo voy a hacer, no te dejaré el camino tan fácil. Debes hacerte responsable de tus malditas acciones —refutó Tomás mientras se levantaba del piso. Josef quedó tendido mientras trataba de tomar aire. Al cuarto entró corriendo Mateo asustado, más atrás estaba Sofía temblando del miedo junto con dos amigos. —¿Ya se calmaron? —inquirió la muchacha. —Tranquila, solo estaban platicando —contestó Mateo. —¿Qué? Pero si estaba encima de mi hermano dándole golpes en la cara —replicó la muchacha. —Sí, lo sé. Nosotros hablamos así —Mateo volteó a ver a los jóvenes que miraban petrificados—. Bueno, ya se acabó el espectáculo —cerró la puerta. Mateo observó cuando Josef empezaba a levantarse del piso mientras escupía la sangre que tenía en su boca. Después, con un poco de dolor, intentó caminar para sentarse en la cama. —Keidys está embarazada —soltó Mateo de golpe.   En el cuarto solo se escuchaba el sonido de las manecillas del reloj, Santiago acariciaba el cabello de Keidys para que la joven pudiera fundirse en el profundo sueño. Él estaba muy preocupado por lo que sucedía en ese momento, Alejandra le había dicho que ella resolvería aquel problema, pero no sabía qué tan bueno serían los frutos de aquella conversación. —Ella no lo sabía, nunca imaginó que esto sucedería, pero ya que está aquí Keidys… lo va a tener. Entiendo que ustedes no están de acuerdo y mucho menos con lo que acabó de suceder con el padre del bebé, yo también quedé muy sorprendida, no conocía esa faceta de Josef, pero deben entender que si ustedes se sienten impotentes con esto… Keidys está peor, ella fue la que pasó seis años de su vida al lado de él, lo ama y sin embargo, él en una noche dañó todo con su trato. Pero aun así Keidys no quiere matar la vida que lleva en su vientre, es su primer hijo y ella decidió tenerlo, se hará cargo de él sola, eso ya es un peso muy grande que debe de tener, ustedes como padres traten de ponerse en su lugar ¿qué harían si se enteran que tendrán un hijo, pero no es el momento indicado y tienen un problema con su pareja?, porque así es como está Keidys ahora, lo menos que necesita es que ustedes no la apoyen, al contrario, es cuando más deben de estar a su lado —explicó Alejandra a los señores Gonzales. La madre de Keidys tenía los ojos inundados, llevó su mirada a señor quien se veía bastante serio y dejó salir un resoplido. —Ese Josef… —soltó. —Keidys decidió no contarle nada a él, dice que Josef no merece estar cerca del bebé. Ella antes de dormirse dijo que se iría a vivir con su tía, Santiago decidió acompañarla, ustedes ahora deben decidir si irse con ellos o no —informó Alejandra. —Cla-claro que yo me iré con ellos —dijo la señora, tragó en seco—. Nunca me imaginé que mi primer nieto vendría con todos estos problemas, pero ya que mi hija tomó esta decisión yo la voy a apoyar —miró a su esposo—. Me imagino que también harás lo mismo, no creo que tengas el corazón tan frío como para no reconocer a tu primer nieto. —¿Qué dices mujer?, claro que voy a reconocer a mi nieto. Mi hija tomó la mejor decisión, que ese tipejo no se entere que tiene un hijo, ese poco hombre, venir y maltratar a mi niña, no lo quiero volver a ver más en mi vida. Nos mudaremos, Keidys puede comenzar a trabajar en la empresa y dedicarse a cuidar a su hijo, nosotros la ayudaremos a estabilizarse. Alejandra dejó salir un suspiro, todo salió muy bien, al menos para Keidys. En esos momentos imaginó el rostro de Josef si se enterara de todo lo que estaba pasando. Él nunca llegaría a conocer a su primogénito.   El rostro de Josef palideció, su cuerpo se erizó por completo y su mirada se paseaba por los ojos de sus dos amigos. —Es una broma ¿verdad? —fue lo único que alcanzó a decir. —¿Crees que yo bromearía con algo así? —inquirió Mateo mientras se sentaba en la cama. —Keidys al parecer te iba a decir cuando tú llegaste a la casa, pero con lo que dijiste lo más seguro es que por ella nunca te enterarías que vas a ser papá —contó Tomás. —No… Eso no puede ser cierto —dijo Josef sentándose en la cama. —Además… Los padres de Keidys acabaron de llegar a la casa de ella y se enteraron de todo, cuando digo todo hablo de la decisión de Keidys —empezó a contar Mateo. Josef lo miró fijamente—. Ella… se va a ir del país con toda su familia, lo van a registrar con sus apellidos, no vas a tener ningún derecho sobre el niño, además, para Keidys tú nunca sabrás que tuvieron un hijo, ella no quiere volver a verte nunca más en su vida, cuando le bebé crezca creerá que su padre murió en un accidente que ellos tuvieron. Toda su familia está de acuerdo con ello, bueno, por lo que escuché cuando estaba en la casa, Santiago dijo que mientras él esté vivo ese niño no iba a saber la verdad. Los ojos de Josef se llenaron de lágrimas que pronto salieron rodando rápidamente y se mesclaron con la sangre que Josef tenía en su rostro. —¡No, eso no puede ser cierto! —gritó Josef con fuerza mientras llevaba sus manos a la cabeza— ¡es mi hijo, yo tengo derecho sobre él, soy su papá! —Pero Josef, tú trataste muy mal a Keidys, solo te faltó pegarle cuando estabas en su casa, lo peor es que lo hiciste estando ella embarazada, pudo haber perdido al bebé —explicó Tomás. —Es cierto Josef, Keidys está en todo su derecho, además… Ella sabe que tu familia no está de acuerdo con su relación, se lo gritaste en su cara, eso es horrible. Resígnate, ya lo hecho, hecho está —dijo Mateo. —¡¿Qué?! ¡Estás hablando de mi primer hijo! —gritó Josef, se levantó de la cama y empezó a caminar por el cuarto— no… Yo no puedo permitir esto, ¡yo no sabía que ella estaba embarazada! ¡¿por qué me pasa esto a mí?! —Josef soltó un fuerte grito mientras empezaba a llorar. En ese momento entró el abuelo de Josef junto con la mamá del muchacho. —¡Hijo! ¡Por Dios… ¿qué te pasó?! — la señora se acercó al muchacho que empezaba a caer de rodillas al piso. —Mamá, lo perdí todo, soy un idiota, la perdí mamá y a mi hijo también, ¡no…! ¡Esto no me puede estar pasando, es mi hijo mamá, se va a ir lejos! —decía Josef. —¿Cuál hijo, acaso tú tienes hijos? —preguntó su abuelo. —¿De qué hablas amor? —preguntó su mamá asustada— ¿Por qué tienes el rostro lleno de sangre? —miró a los muchachos enfadada— ¿qué le hicieron a mi hijo? —Señora, él acabó de tratar mal a Keidys, solo le faltó pegarle y pues… está recibiendo su escarmiento. Keidys está embarazada y ahora ella se va a mudar con toda su familia y no le van a permitir tener algún derecho sobre el niño —explicó Mateo—, yo lo entiendo a él, yo también voy a ser papá, pero… él no supo hacer las cosas, llegó como loco a la casa de Keidys y uff… La trató súper feo, pero claro, él no sabía que estaba embarazada, ah… y tiene la cara así porque Tomás acabó de golpearlo, pero Santiago lo iba a golpear peor, así que se salvó de esa golpiza. —Sí, salió bien librado —agregó Tomás haciendo pequeños sí con su cabeza. La señora Tatiana quedó con la boca abierta mientras asimilaba aquella noticia que le acababan de dar. —Keidys embarazaba… —se tapó la boca con las manos, volvió a mirar a su hijo— ¡Josef, Keidys está embarazada! —Lo sé, pero no vas a poder conocer tu nieto porque ella se va a ir lejos mamá, se va a ir, se llevará a mi hijo lejos de mí, no podré verlo nunca en mi vida, ¡no…! —Josef abrazó con fuerza a su madre. —Pero hijo, tú puedes impedirlo, ruégale su perdón… ¿Por qué la trataste mal? ¿Qué te hizo? ¡Tú no eres así…! —explicaba la señora. —¡Porque soy un idiota…! ¡No sabía lo que hacía! —¿Qué hubieras hecho si vieras que un hombre me trata mal?, hijo, a las mujeres no se les grita, no se maltratan, mira cómo te dejó Tomás porque hiciste eso. Yo quiero conocer a mi nieto, convéncela de que se quede a tu lado. El señor Sandoval solo observaba aquella situación, al parecer la noticia del embarazo de Keidys no le daba mucha emoción: —Josef, levántate del piso, recuerda que no puedes estar recibiendo emociones fuertes. Ustedes, dejen de mortificar a mi nieto, acabó de salir de la clínica, podría morirse si sigue en esta situación —dijo con voz fuerte. —¿Qué? —inquirió la señora Tatiana bastante asustada. —¿Cómo así que estaba en la clínica? —preguntó Tomás palideciendo por completo. —Sí, y ahora ustedes vinieron a dañar todo. Voy a llamar al doctor, sé que Josef se pondrá mal en cualquier momento —sacó el celular del bolsillo del pantalón. —Yo no sabía nada señor, se lo juro —dijo Mateo. —¡No importa!, si Keidys se iba a ir lejos con el bebé ¿por qué se lo dijeron? ¿No se supone que ella no quiere que él se entere?, ¿qué hacen contándole a Josef si él no puede hacer nada? Con esos amigos que tiene mi nieto… —el señor Sandoval empezó a marcar el número del doctor en su celular. —¡Josef! —gritó la señora Tatiana cuando vio que su hijo se desmayó. —¡Josef! —gritó el señor Sandoval—, doctor, Josef volvió a desmayarse, por favor, venga con una ambulancia rápido, ¡pero ya…! Sí, se estresó mucho con una noticia que le acabaron de dar, además, le dieron una golpiza. Sí, pero que sea rápido doctor, entiendo, bueno. Los muchachos se levantaron de la cama y corrieron a ver a Josef que estaba entre los brazos de Tatiana. —¡Hijo, hijo…! —gritaba la señora entre sollozos.    Gabriel terminó de limpiar el desorden que había formado su hermana, Gera ya estaba completamente dormida, era obvio, quedó desgastada con todo lo que sucedió esa noche. El muchacho botó toda la decoración y los detalles que ella compró para Tomás. No quería ver nada que tuviera que ver con esa relación. Después de media hora se acostó al lado de Gera y la abrazó, así que durmió acurrucado con ella. Tenía años que no dormían de esta manera, por un momento le pareció ver que estaba despertando, por lo mismo comenzó a cantar la canción que a ella le gustaba y la tranquilizaba.   Keidys se despertó y Santiago la abrazó. —No quiero estar aquí —dijo Keidys. —¿A dónde quieres ir? —preguntó su hermano. —¿Te acuerdas de la cabaña que está en la playa? —inquirió la joven. —Claro, ¿quieres ir allá? —Sí, ahora, quiero amanecer allí. —Bueno, solo debemos empacar e irnos —Santiago le dio un beso en la frente—, ¿digo que empaquen tus cosas? —Sí. —Bueno, quédate descansando mientras empacamos. Voy a pedir que te preparen un poco de aromática. —Gracias. Santiago salió del cuarto, lo único que iluminaba el lugar era una pequeña lamparita que estaba en la mesita de noche de la derecha. Keidys se acomodó entre las sábanas y almohadas para así quedar más cómoda. Santiago bajó y les comunicó a sus padres lo que Keidys había pedido. —Pero nosotros no podemos irnos de un día para otro. Ve con ella hijo –dijo la señora, miró a Alejandra que estaba al lado de Claudia— ¿podrían acompañarla? —Claro, yo voy, aunque Claudia no puede ir, tiene obligaciones —dijo Alejandra. —Sí… Pero, me estás comunicando, ¿sí? —respondió Claudia. Ellas ayudaron a Santiago a empacar algunas cosas en las maletas, después la llevaron al auto. La señora Gonzales preparó la aromática y se la llevó a Keidys. Después, se quedaron conversando en el cuarto de Keidys. —Viajaré para hablar con tu tía e informarle sobre la conversación, cuando vuelvan de la playa terminas de empacar lo que falta y nos mudamos, haremos todo como lo planeaste —dijo la señora mientras acariciaba la cabeza de su hija. —Gracias mamá —Keidys le mostró una sonrisa. Claudia y Alejandra al escuchar lo que la señora dijo se miraron los rostros, después Alejandra le informó a Keidys que todo estaba listo. Así fue como se fueron de la ciudad para que la joven despejara la mente, sin saber los problemas que dejaban atrás. 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD