Josef se despertó con un fuerte dolor de cabeza, abrió lentamente los ojos y vio a Tomás sentado en un sillón frente a él. —¿Has hablado con Keidys? —preguntó Josef. Se quitó la cánula de oxígeno que tenía puesta y se sentó en la cama. —Quédate quieto, ayer te complicaste mucho, Josef —pidió Tomás con una voz triste y un tanto melancólica. —No… Tengo que buscarla, pedirle perdón —dijo Josef empezando a alterarse. —Ella no está en la ciudad, pero va a volver, cuando lo haga la buscarás, mientras… debes recuperarte. Yo te ayudaré a convencerla, todos lo haremos, pero por ahora enfócate en descansar —Tomás reparó el rostro golpeado de Josef y sus grandes ojeras. —¿A dónde se fue? —inquirió Josef mientras se acomodaba para así estar mejor. —Solo fue a la cabaña para despejar la me