Pasó el primer trimestre y la universidad se ponía más complicada, habían muchas tareas, proyectos y exámenes que realizar.
Había hecho muchos nuevos amigos, pero Kaleb y Ema seguían siendo los más cercanos. Ellos eran tan diferentes a tal punto que no entendía como eran amigos desde tan pequeños. Básicamente Kaleb era el agua y Ema el aceite.
Siempre salíamos a todos lados juntos.
Kaleb era muy buen estudiante al igual que yo, algo que me fascinaba ya que se nos hacia muy fácil cuando teníamos trabajos grupales.
Ema era buena estudiante también, pero se podría decir que su conducta rebelde hacia que sea un fastidio para los maestros.
Ambos iban a recogerme todas las mañanas a mi departamento para ir a la universidad . Yo les dije que no se molesten tanto pero ellos insistían en que igual tenían que pasar por ahí así que no era ninguna molestia.
Se terminó la semana de los primeros exámenes. Sinceramente esta semana ha sido un caos. Los exámenes han estado bastante difíciles. Lo único que quería era relajarme.
Ema tenia una amiga de semestre superiores que iba a hacer una fiesta en su casa, porque terminaron los exámenes , aunque sinceramente en esa universidad cualquier cosa era pretexto para reunirse a beber, todos iban a ir, así que decidimos ir también.
Sonó mi celular, mientras buscaba mis llaves.
— Aló — respondí.
—Ya estamos abajo — Gritó por teléfono Ema, la música del auto la podía escuchar incluso desde mi departamento.
Antes de salir me miré al espejo. Me había maquillado mucho mas de lo normal, decidí hacerme unas ondas suaves en mi cabello.
Me puse un vestido ceñido a mi cuerpo y encima una chaqueta. Ya que en la noche hacia mas frio aún. Opté por unas mallas negras para no sentirme tan desnuda y botines de tacón. Quería salir de mi zona de confort y vestirme un poco mas llamativa.
— Wow — dijo Kaleb y Ema cuando abrí la puerta del carro.
— Sabia que tenias un cuerpazo pero no sabia que tanto — Exclamó Ema — Estas guapísima Anna.
Y ella se veía fabulosa también. Vestía un jumper corto n***o con manga tres cuartas, llevaba un blazer prácticamente cubierto de brillos y con unas zapatillas de taco alto , se veia fantástica.
— Y tu estas bellísima — le dije saludándola con un beso en la mejilla a ella . — Y tu estás guapísimo — y luego a Kaleb.
Kaleb estaba con un jogger de cuero n***o , una camisa blanca y una chaqueta color verde oliva. La verdad es que se vestía muy bien, era evidente que no tenía miedo de vestir lo que se le antoje.
Llegamos a la casa o bueno, mansión de la amiga de Ema y toda la calle estaba llena de autos, por suerte Kaleb encontró un lugar donde aparcar.
—¿Se han dado cuenta la cantidad de autos que hay? Creo que está toda la universidad— dijo Kaleb — La verdad es que me han dado unas ganas terribles de beber, luego de esta semana solo quiero divertirme, y como mañana es sábado si tengo resaca no será un problema — Añadió y sonreí. Kaleb se estaba soltando un poco mas y eso era muy agradable.
—Bueno es un trato, los tres vamos a divertirnos en esta fiesta, nada de pensar en exámenes, calificaciones, ni universidad. ¿Hecho ? — agregó Em.
—Hecho... —Respondimos Kaleb y yo al mismo tiempo.
El estruendo de una moto ensordeció a todos, cuando giré, vi a Ian estacionándose frente a la casa.
Su acompañante era una chica delgada, pequeña y muy guapa. ¡Oh sorpresa! Otra chica. Desde que entre a la universidad lo he visto aproximadamente con diez chicas diferentes, yo solo me pregunto ¿Como lo soportan?
Escuché rumores que decían que quizás su promiscuidad se deba a que sea gay y no quiere
que nadie se entere e intenta salir con todas las chicas de la universidad posible para aparentar otra cosa, ojala ese fuera el caso, aunque yo en realidad pensaba que ninguna mujer le parecía suficiente para el nivel de arrogancia y narcisismo que lo caracteriza.
Hablaban mucho de él. Escuché que como estudiante y como Presidente del consejo era excelente, pero como persona era terrible. Su círculo de conocidos era enorme pero su círculo de amigos era muy limitado, solo se llevaba con los estudiantes de familias mas adineradas e importantes y muchas de sus amistades eran por intereses sociales, escuché que él nunca invitaba a salir a nadie, siempre que se lo veía con una chica era porque ellas les proponía y el aceptaba sin ninguna molestia, también escuché que en una fiesta estuvo con tres chicas al mismo tiempo y que se acostó con dos hijas de los de la junta directiva.
Dejó de provocar o de meterse en peleas desde que se volvió presidente del consejo de la Universidad. Escuché que todos sus viernes, sábados y domingos, estaban llenos de alcohol y fiestas, y que su campaña fue la ganadora solo por ser un Camber, pero en fin; son solo rumores.
Entramos a la casa y básicamente todas las paredes eran de vidrio, el enorme recibidor estaba lleno de personas bebiendo cerveza y conversando entre ellas. Habían parejas besándose por todos lados, y un grupo de chicos escandalosos jugando beer pong. Conocía a varias personas que estaban en la fiesta pero la mayoría eran de semestre superiores.
—Consigamos algo de beber. — dijo Em y nos acercamos a la cocina.
—Ema ¡llegaste! — Le dijo una chica. Era alta, su piel parecía de porcelana y tenia el cabello rizado, era realmente atractiva y llamaba mucho la atención. Le dio un abrazo y le ofreció un vaso rojo lleno de bebida.
— ¡Cindy! Te has lucido como anfitriona — Respondió Em, señalando una mesa de cristal repleta de botellas.
Al ojo contabilizaba unas ochenta botellas entre ron, tequila, vino, sin contar la cantidad de latas de cervezas que había por todos lados.
— Siempre hay que brindarle la mejor atención a los invitados. — dijo mientras dejó al descubierto su dentadura perfecta.
—Te presento ella es Anna — Le dijo mientras me llevó a su lado. — Y bueno ya lo conoces a Kaleb.
— Hola Anna, te ves guapísima. — Me abrazó, tenia una sonrisa muy amable y olia a vino. — Hola Kaleb, sigues igual de guapo. — Y se acercó a darle otro abrazo.
— Espero que se diviertan. Siéntanse como en casa.— respondió. Nos ofreció un vaso de coctel, y se alejó a recibir a sus demás invitados.
Un vaso, dos vasos, tres vasos...No sabía lo que era pero su sabor frutal era delicioso.
No sé en que momento sucedió pero Ema estaba jugando Beer Pong con un grupo de chicos, y Kaleb estaba jugando en el equipo contrario de ella
—¡BEBE, BEBE, BEBE ! — Gritaron el equipo de Kaleb después de que Ema perdió.
Ya me sentía un poco mareada, y el humo de cigarrillo estaba haciendo que me empezara a arder los ojos, entonces salí al jardín .
La piscina era enorme, y había un columpio en uno de los grandes arboles. Admire la ciudad. Desde el jardín se veía las luces de Marcella.
Ví a un grupo de chicos y chicas en el área de la piscina. Estaban fumando y bebiendo. Se escuchaban risas escandalosas, pero al menos aquí había menos ruido que adentro.
— ¡Anna! ¡Anna! — gritó alguien. No era la voz ni de Kaleb ni de Em así que no giré, quizás habían mas Annas en esta fiesta.
— ¡Anna Llobet! — Dijo nuevamente.
Giré y vi a un chico.
— Anna Llobet ¿verdad? —Preguntó.
—Sí. — Me limité a responder mientras me sentaba en un asiento en el césped .
— Mi nombre es Alan Parker. Soy conocido de Ema, ella me ha hablado de ti. Te vi afuera sola, y pensé que querías compañía . Es un gusto. — Me dijo y sonrió . Alan era un chico bastante atractivo, su cabello castaño contrastaba con su piel clara, sus ojos eran realmente oscuros y su nariz con un borde le daba un toque aún mas masculino a su rostro. A simple vista se podía ver su tonificado cuerpo, llevaba un par de jeans y una chaqueta de la Universidad.
— Es un placer . — sonreí.
—¿Deseas algo de beber? — Expuso amablemente.
A pesar de que me sentía algo mareada, dije que sí y nos dirigimos a la barra de bar que había en la piscina.
Mientras nos acercábamos pude notar que estaba Ian con una de sus chicas. La abrazaba y su mano estaba mas cerca de su espalda baja que lo usual .
— ¡CAMBER! Que raro verte aquí. — Le dijo y lo saludó eufóricamente. Supuse de inmediato que su comentario fue sarcástico.
—Señor Parker — Respondió él riéndose, su risa mostró tanta ironía que me sentí incomoda, y le correspondió el apretón de mano. Su mirada se fijó en mí. Me miró de arriba abajo tan lento que por un momento me sentí desnuda. — Veo que andas acompañado. — dijo, y le dio un sorbo a su vaso de whisky.
— Ella es Anna Llobet, una amiga. — Dijo Alan sonriéndole.
— Un gusto conocerte Anna Llobet. Soy Ian Camber. — Me dijo sarcásticamente. — Siento que te he visto antes, no sé en dónde. — mintió.
Sus ojos eran color miel muy claros, tenías las cejas espesas y gruesas, su nariz terriblemente perfilada, y en su cara aparecía una barba de tres días. Estaba vestido con unos jeans rotos y la misma chaqueta que llevaba Alan pero remangado las mangas. La chica que lo acompañaba era de estatura pequeña, a lado de él parecía aún más.
Su mirada era divertida, parecía que le gustaba sacar de casillas a las personas. Lo disfrutaba.
— Un gusto. — Respondí con un tono exageradamente fastidioso y una risa fingida.
— Ella es Camila — Dijo señalando despectivamente a la chica con la que estaba — Es... una amiga — su tono fue dudoso.
Alan la saludó, yo le extendí la mano y me dejó con la mano extendida, ella me miro de pies a cabeza como si algo olía mal. Y luego de un silencio incómodo nos alejamos, nos acercamos un poco más al bar, y pedimos una bebida.
— Te recomiendo que pruebes esto. — Me dijo Alan. Señalándome una botella de Bailey. — Es algo dulce, pero sabe bien.
— Ok, lo probaré. — Acepté la copa, y me encantó.
En el pueblo en donde vivía las personas hacían muchas fiestas, y yo era encantada de ir. En la secundaria siempre era la que secundaba a mis compañeros a reunirnos, pero era la primera vez que me sentía con tanta libertad.
En mi último cumpleaños mi padre y yo bebimos vino, él me dijo que preferiría que me embriague por primera vez en mi casa que en algún bar con desconocidos. Mi mamá se enojó con el por dos días.
—Y ¿en qué semestre te encuentras? — Le pregunté mientras le daba un sorbo a mi Bailey.
—Me faltan 3 semestres para terminar. — Respondió feliz, mirándome fijamente —Estoy siguiendo Antropología.
Conversamos por un buen rato. Estaba absorta en la conversación con Alan.
Cuando le he dicho que soy becada se ha notado su asombro e incomodidad, pero lo ha tratado de disimular. Supongo que todas las chicas con las que se ha rodeado son ricas. Su padre es cirujano plástico y su mamá Pediatra. Me contó sobre cómo se fracturó la pierna en sus momentos de skater, y que en su adolescencia tenía un flequillo, no podía aguantarme la risa.
De manera instintiva mire hacia atrás de Alan y vi a Ian mirándome. El desvió su mirada de inmediato llevando su vaso a la boca. Hice caso omiso.
Pero luego de algunos vasos de Bailey me empecé a sentir en verdad mareada. Me saqué la chaqueta que llevaba encima, porque de pronto sentí calor, algo muy raro ya que en la Capital siempre hace frío, quizás era uno de los efectos del alcohol.
Alan se alejó por un momento para rellenar su vaso. Y yo me quede sola sentada en las butacas cerca de la piscina.
Habían grupos de personas alrededor de todo el jardín, chicas altas y llamativas que parecían sacadas de una revista, y chicos esbeltos y con peinados y sonrisas perfectas que trataban de pretender a cualquiera de ellas.
Era ostensible que estaba en una fiesta de chicos ricos. No eran las miradas de superioridad de las mujeres, ni sus prendas o bolsos de lujo, ni siquiera era el tipo de risa que escuchaba (siempre pensé que algunas personas adineradas tenían una risa peculiar, una risa disimulada pero involuntariamente pedante) era el ambiente, se sentía una pequeña tensión, como si hubiera una inevitable emulación en el aire, supongo que era normal que en fiestas o reuniones así todos quieran sobresalir o tratar de demostrar cuan superiores eran.
—Mejor ponte la chaqueta. — Escuché. Giré y vi a Ian que me fulminaba con la mirada. — Le sacarás un ojo a alguien. — Agregó.
—Pues entonces que los cierren. — Conteste cortante.
—¡He dicho que te la pongas! Una mocosa como tú no debe vestirse tan provocativa. Podrían abusar de ti— Respondió con tono autoritario, acercándose más. Su mirada era en serio fulminante.
—Del único que podría esperar eso, seria de una persona como tú. — le dije dando un paso hacia atrás.
—¿Yo? Já, no me atraes en lo absoluto como para cometer un delito tan grave. — Dijo con tono fastidioso sonriendo de un lado.
—Entonces pensamos igual. — Le respondí, tratando de no mirarlo, me costaba aceptarlo pero su mirada me estaba empezando a intimidar.
—¿Cómo? ¿No te parezco atractivo? — me dijo y en su expresión en serio se notaba lo confundido que estaba. — Te daré otra oportunidad, mírame bien — dijo mientras me miraba intensamente y daba un sorbo a su vaso.
—Simplemente desde la cabeza a los pies no eres mi tipo. — Le respondí cortante.
De pronto caminé en dirección hacia el bar donde estaba Alan. Se había quedado con un grupo de amigos conversando ¡Qué caballero!
Me acerqué y le dije que iría a buscar a Em y a Kaleb adentro de la casa. El me respondió que luego iría a buscarme.
Me giré y sentí todas las miradas de los amigos de Alan encima de mí.
Mi vestido no ni era corto ni escotado, solo ceñido y no lo iba a dejar de usar solo porque Ian Camber me lo dijo.
Por un momento tuve la intención de volverme a poner la chaqueta, pero estaba muy segura que Ian estaba por ahí viéndome, y no le quería dar el gusto.
«¡Idiota! ¿Que se ha creído? ¡Él no puede decirme que hacer o que vestir!»
Llegué, y desde la cocina vi a Em y a Kaleb con un grupo de chicos y chicas jugando billar en la sala principal.
—¡Anna! — Gritó Em. Haciéndome de las manos para que la vea. A simple vista podía notar que ya estaba ebria.
Caminé directo a ella.
—Cuéntamelo todo, ¿Qué tal te ha ido con Alan?. ¿Verdad que esta guapísimo? Lo conocí hace poco y me resultó alguien muy agradable. — Me preguntó sonriendo y agarrandome de los hombros. Vaya que ya estaba pasada de tragos. Kaleb se acercó a nosotras para escuchar nuestra conversación
—Pues sí es simpático. Pero me ha dejado sola esperándolo y se ha quedado con los amigos, lo peor es que el arrogante "Señor Camber" se ha acercado y me ha dado un sermón de cómo no debo vestirme. — Dije quitándole de las manos la bebida a Kaleb, bebí el vaso completo de un sorbo, ni siquiera sabía lo que era.
—Entonces ¿así será siempre cuando beba? ¿Me quitaran los tragos de la mano?— dijo acelerado, moviendo sus manos de un lado al otro.
—Lo siento Kaleb, el comentario de Ian me ha puesto de malas. Ni mis padres me han controlado como vestir y viene ese...
—¡MALDICION! Nada de estar molestos. Dijimos que íbamos a disfrutar y eso haremos. A la mierda Alan y a la mierda Ian — me interrumpió Em. —Ahora haremos un concurso de shots. — Dijo, y nos llevó hacia la mesa de billar.
El concurso consistía en hacer dos equipos. El primer concursante tenía que lanzar un vaso, lo difícil estaba en que el vaso debía caer como su forma normal, una vez que lo conseguía se tomaba un shot haciendo pasar al otro concursante. El equipo que termine primero era el ganador. Para ponerle más sabor al asunto concordamos en que el equipo perdedor debía realizar una penitencia.
De pronto se puso demasiado interesante...
Ema era un genio, había puesto a casi toda la fiesta jugar el juego que propuso, todos gritaban eufóricos cuando los jugadores lanzaban el vaso y caía correctamente.
Por unos momentos veía a Ian, él no estaba jugando pero miraba y se reía de los que estaban perdiendo. La chica con la que estaba había desaparecido.
Fui a la cocina a ver otra lata de cerveza y de repente sentí unos fuertes brazos rodeándome la cintura.
—Wow, en serio que eres muy hermosa. Se me hace imposible que no tengas novio. — Dijo Alan, muy cerca de mí, demasiado. Su aliento transcendía a cerveza. Me dio un pequeño beso en la oreja.
—Gracias. — Le respondí. Vi hacia los lados y no había nadie en la cocina. Traté sutilmente de soltarme. No cedió.
—Pensé que te estaba comenzando a agradar — Dijo, cuando intenté soltarme de el . Una de sus manos bajó desde mi cintura hasta a un lado de mis caderas. — A pesar de ser muy hermosa y tener un cuerpo increíble, veo un poco de inocencia en ti — Esta vez traté de soltarme usando toda mi fuerza y el apretó aun más. Me sentí enjaulada.
— ¡Suéltame por favor!— Le supliqué , poniendo más fuerza para salir de sus brazos. El ruido que había en la sala de billar neutralizó mi voz.
— Créeme Anna yo podría hacerte sentir demasiadas cosas que te harán olvidarte de todo por un momento. — Me giró tan rápido y me besó agarrándome el trasero. Lo trate de empujar pero mi fuerza era insignificante a lado de la suya.
De repente sentí a alguien abalanzándose encima de él. Cayeron encima de la mesa grande de cristal.
Ian estaba encima de él, y desde atrás solo veía que sus puños iban en dirección hacia la cara de Alan.
—¡Hijo de puta! — balbuceó Alan tratando esquivar los golpes de Ian.
—Ella te ha dicho que la sueltes. — respondió, con una voz muy gruesa.
Quedé helada. Me acerqué pero no sabía qué hacer.
—Ian por favor déjalo así, ¡SUÉLTALO ! — Grité, al mirar la cara llena de sangre de Alan, él giró a verme confundido, y en cuestión de segundos Alan estaba encima de él.
Mientras que los golpes de Ian eran implacables y precisos, los golpes de Alan eran intensos sin ninguna sincronización, lo que resultaba aún más desfavorable para Ian.
De repente vi a otros chicos que los trataron de separar pero no funcionó.
Ian ganó fuerza y lo golpeó de nuevo en la cara.
— ¡Yo sabré qué hago con las chicas, no es tu problema!— Gritó Alan.
—Si te dice que no, es no. — Dijo haciendo énfasis en las últimas dos palabras mientras le daba otro golpe más.
—Me lo dice el que se acuesta cada fin de semana con una zorra diferente. — Le gritó Alan dándole un golpe en todo el centro de la cara.
Aproximadamente unos 15 chicos se metieron. Un grupo trató de agarrarlo a Alan, y el otro grupo lo agarró a Ian.
Cuando vi la cara de Ian, solté un quejido. Apenas quedaba partes de su cara que no tuviera sangre. Tenía cortes en los brazos y pude ver que sus nudillos estaban también ensangrentados
No podía creer que estaba pasando esto. Vi la cocina de Cindy, estaba con vidrios por todos lados. La mesa en donde aterrizaron tenía varios Jarrones con arreglos florales. Todo se había roto. Todo estaba echado a perder.
Me quede anonadada por un momento tratando de explicarme a mí misma como había terminado todo así. Mis oídos se ensordecieron y sentí que los ojos se me nublaban por las lágrimas. A penas pude notar que se lo llevaban a Alan a la fuerza alejándolo de la cocina. Él gritaba, furioso, pero no podía escucharlo. Sentía que veía en cámara lenta cada movimiento.
Di unos pasos involuntarios hacia atrás y de manera torpe, tropecé.
Rápidamente sentí un tirón que me levantó.
— ¿Te has hecho daño? ¿Alguien te empujó? — Preguntó Ian mientras me llevaba hacia afuera de la casa.
—Ian, ¿Por qué hiciste eso? — Pregunté a penas con un hilo de voz. No quería llorar pero estaba a punto.
—¡Mierda, te has cortado! — Expuso al verme una herida que tenía en la pierna.
—¿A caso te has visto la cara? ¿POR QUÉ HICISTE ESO? — Le pregunté, gritándole. Estaba enojada, triste. Me sentía culpable de que todo haya terminado así. Él se metió las manos al bolsillo.
— Se me han caído las llaves de la moto adentro. Tendremos que ir caminando. —Anunció molesto, me alzó y me cargó en los brazos. — Quizás necesites dos o tres suturas para ese corte. Vamos a un hospital.
Sentía que los efectos del alcohol se estaban pasando y sentí una punzada en la pierna. Me dejé llevar por Ian, de todas maneras tenía razón. Ni siquiera sé cómo me corte. Quizás cuando caí, aterricé encima de alguna botella o de un vidrio de la mesa.
Volví a pensar en cómo había quedado la casa de Cindy. Espero pueda disculparme. Era a la primera fiesta de verdad que iba de la universidad y ha pasado esto por mí.
Los pasos de Ian eran rápidos.
—¡Vaya que pesas! —Comentó mientras me tenía en sus brazos. Alcé la mirada y él estaba sonriendo. Su sonrisa era perfecta. — Me he metido en un gran problema por ti, así que me debes una. — Agregó.
—Si quieres puedes soltarme, estoy segura que puedo caminar hasta el hospital— Respondí cabizbaja.
—No te preocupes, esto es un gran ejercicio para fortalecer los brazos— Bajó su rostro y nuestras miradas se encontraron. — Te dije que te pongas la chaqueta— Exhaló, cambiando su tono de voz divertido a un tono de voz más serio.
—Esto no tiene nada que ver con una chaqueta. — Contesté molesta. Fue agradable que me haya ayudado, pero seguía sin poder decirme que hacer.
—Veo que eres una mocosa terca.— Comentó.
—¡BASTA DE DECIRME ASI! Solo tengo 18 años pero soy muy madura. — Le respondí molesta.
—Está bien, pero no te muevas que puedes herirte más. —Dijo mientras soltó una risa, parecía que en realidad disfrutaba verme enfadada.
Llegamos al hospital en un abrir y cerrar de ojos.
Solo era un corte pero Ian pidió que me traigan una silla de ruedas para que no camine.
Mientras me llevaban él se perdió entre los consultorios del hospital.
El doctor me verifico la herida, y me ha dicho que con tres suturas sería suficiente.
—Por favor quédese ahí sentada mientras traigo la receta para que no se infecte la herida. Puede que demore pero no se vaya — Pidió amablemente una enfermera.
—Aquí me quedaré no se preocupe. — Le respondí con una sonrisa.
Tomé mi teléfono y vi que tenía 18 llamadas perdidas de Kaleb y 12 de Ema.
¡Deben estar en serio preocupados! No tenía ánimos para hablar con nadie, así que les envié un mensaje a ambos diciéndoles que estaba bien y apagué mi celular.
—Casi no te quedará cicatriz. — Expuso Ian viendo mi herida mientras se acercaba. Tenía un ojo hinchado y su labio superior cubierto por una pequeña venda. La sangre había desaparecido. Sus brazos estaban vendados totalmente. Supongo que mientras Alan estaba encima de él, sus brazos quedaron expuestos a los vidrios de la mesa.
—La verdad es que el doctor tiene una habilidad muy buena haciendo suturas. — Respondí mirándolo y luego bajando la mirada.
El sacó su teléfono y llamó a alguien.
—Hola Derek, por favor necesito que vengas a recogerme a la Clínica Santa Bárbara. Antes que me digas algo, estoy bien, solo unos cuantos cortes. Ven ahora. — Ordenó y colgó.
—Derek es mi chofer— Anunció en modo de explicación. — El me llevara a mi casa ya que la moto se ha quedado en casa de Cindy, no tengo problema con llevarte a tu casa. Supongo que vives en el lugar en donde casi haces que te atropelle. — Agregó con una sonrisa. Me miró. — No te preocupes, sé lo que dicen de mí, podré ser mujeriego, pero nunca un abusador.
—Está bien. Y gracias...— Respondí con la voz entrecortada. Y ahí estaban las lagrimas otra vez. Mis ojos se llenaron de ellas y una lagrima bajó hasta mi mejilla. — .... Por evitar que Alan...
—No solo lo he hecho por ti. — Me interrumpió. — Si yo soy una basura Alan es el Basurero completo. No me agrada en lo absoluto. Se muestra bueno y gentil con las chicas pero es una mierda. Así que no te creas tan importante. Y no llores, no hay razón para llorar. No ha pasado nada grave. — Expresó mientras desbloqueaba la pantalla de su celular y aparentemente enviaba un mensaje.
Claro, ese era el Ian que casi me atropella. Arrogante.
—Señorita Llobet, aquí está su receta, por favor tómese los medicamentos a tiempo, para que su herida se desinflame y no haya ninguna posible infección. — Sugirió la enfermera. Y luego automáticamente sus ojos se enfocaron en Ian, de forma involuntaria se arregló el cabello y el uniforme, parecía que había quedado terriblemente embobada con él.
—Muchas gracias. Quisiera una silla de ruedas y puede retirarse. — Contesto Ian cortante.
Le dije que si podía caminar. Que ya casi ni dolía. Pero ahí estaba el llevándome por todos lados de la clínica en la silla de ruedas mientras esperábamos a Derek. Por ratos hacía sonidos de auto y aceleraba más. Las enfermeras de la clínica nos miraban de forma malhumorada.
Cuando Derek llego parecía solo unos años mayor a Ian. Era alto y de contextura robusta. Me abrió la puerta con una sonrisa. Me senté en el asiento de atrás.
Ian le indico la dirección a Derek, y de pronto me sentí muy cómoda en el asiento del auto, luchaba con no dormirme pero no podía.
Como si hubiera sido cuestión de segundos llegamos a mi departamento.
—Llobet hemos llegado a nuestro destino. — Me dijo dándome una palmada en los hombros para despertarme.
—Perdón, me he quedado un poco dormida. — Respondí mientras tomaba mi bolso y tapaba mi boca para cubrir un bostezo.
—¿Un poco? ¡Hasta has roncado!— Contestó Divertido.
Le agradecí a Derek con una sonrisa y Salí del auto.
—De verdad te agradezco por haberme trai...—Caminamos hasta la entrada, y de un momento a otro me tomó nuevamente en sus brazos.
—No pensaras subir las escaleras así— dijo.
—De verdad no es necesario, estoy sedada casi ni duele. — Le respondí.
—Exactamente porque estas sedada puedes irte de bruces.
Sus fuertes brazos me sostenían mientras subíamos, por momentos nuestras miradas se encontraban.
Llegamos al quinto piso.
—Aquí, muchas gracias. — Me bajó con suavidad.
—Bueno Llobet, no te olvides que me debes una. No todo es gratis en esta vida. — Dijo sonriendo.
—Pues pensaba que no lo habías hecho solo por mí. — Le dije.
—Exacto, pero no quiere decir que no te haya beneficiado. — Respondió
—Buenas noches Ian, y de verdad muchas gracias.
—Buenas noches mocosa.— Sonrió y dio media vuelta
Cerré la puerta.