Capítulo 2

1602 Words
Todos se levantaron y lo aplaudieron, el decano le dio un abrazo y todo el directivo le hizo un ademán felicitándolo. Podía escuchar comentarios que provenía de las diferentes mesas de chicas elogiándolo. Obviamente yo no me levanté nunca. Me quede sentada comiendo un bocadillo relleno de chocolate... Estaba delicioso. Dieron por terminada la ceremonia y todos se levantaron con sus platillos a la mesa en donde estaba el bufé. Había una variedad infinita de ensaladas, carnes, marisco, y postres. Moría de hambre así que he tomado un platillo de ensalada con un filete de pavo y una guarnición de vegetales, como bebida he escogido una copa de vino dulce. La comida estaba espectacular. Y el vino suave y relajante. Mientras degustaba el delicioso sabor del vino, entre la multitud pude ver un cabello ondulado... «Como no verlo ¡Ese tipo es gigante!» pensé para mí misma. Solo pude ver que se estaba acercando a la sección del bar del salón... Hice caso omiso, no quería que me viera o viceversa, pero luego voltee a mirar nuevamente... Estaba agarrado de la mano de una chica castaña de cabello corto. Mientras esperaba que le sirvieran su vaso de whisky el la agarró de la cintura baja y le dio un beso justo en las comisuras de los labios. «Idiota» Era de esperarse, si no pudo mostrar amabilidad con una persona que no conoce y que casi atropella, no me imagino como ha de ser si de sentimientos se trata. Es el típico Don Juan. Hoy en la mañana estaba con una rubia y ahora está con una castaña. Lo que no podía entender era como aparentemente todos los maestros y directivos lo adoraban. Está bien, entiendo, era atractivo y al parecer buen estudiante pero era evidente que se creía superior a todos, a simple vista era insoportable y arrogante. La comida estaba deliciosa, Sin embargo no estaba muy satisfecha con el vino, necesitaba otra copa. —Ema, ¿te parece si pedimos otra copa de vino? — le dije mientras le guiñaba un ojo. —Creo que vamos a ser grandes amigas— respondió Ema mirando alrededor, buscando a algún mesero. No había ninguno a la vista. — Creo que tenemos que acercarnos al bar, vamos. Dude por un momento, no quería encontrármelo, luego pensé que yo no era tan importante para él, ni el para mí. Me levanté y nos acercamos al bar. La ceremonia se estaba poniendo más encendida, incluso me daba la impresión que habían llegado más estudiantes. Ema se decidió por mas champagne y yo por un vino tinto, Kaleb nos siguió también y el pidió un Martini. Vi mi reloj, eran las 19: 30, ¡Era súper temprano! pero al mirar por la ventana parecía las 22:00, el cielo estaba sumamente oscuro. — Pensé que no bebías — le dije a Kaleb casi gritándole al oído, la música estaba alta. — Si bebo, pero conozco mis límites — respondió y la miró a Ema. Los tres nos reímos. Al parecer Ema era una chica muy fiestera. —Bueno ya no bebas más, tú vas a conducir, y claro que sí conozco mis límites, solo que mis límites son muy avanzados. — dijo Ema quitándole el Martini de las manos, y dándole un sorbo también a este. Hablamos de tantas cosas. Me comentó que son mejores amigos desde que él tenía 4 y Ema 3 años porque sus padres eran también muy cercanos. La familia de Kaleb tiene el buffet de abogados más importante de Marcella. Los abogados Tena. Y la familia de ella tiene la exportadora más grande de muebles del país. Ambos eran ricos. —Me caes muy bien. —Balbuceó Ema. —Eres súper guapa y divertida, tu eres de las mías. — Agregó cortando palabras. Al final el alcohol le estaba empezando a causar efecto. —Discúlpala, mezclar diferentes tipos de tragos ya le está comenzando a afectar— dijo Kaleb, quitándole la copa de la mano. —Tiene que saberlo, tú más que nadie sabe que nunca he sido de hacer amigas, no soy tan hueca como para llorar como Magdalena si se me raya mi bolsa de diseñador o si se me rompe una uña, y lamentablemente siempre he estado rodeada de chicas así, ¡Que insoportable!— respondió, volviendo a tomar su copa. —Si pero resulta que estás siendo intensa. — Le dijo Kaleb riéndose y poniéndole una mano en la boca para callarla. —Ustedes también me agradan mucho. — Respondi con una sonrisa. Era completamente cierto, una de las cosas que más me preocupaba era no poder hacer amigos. Ema levantó los brazos en modo de festejo, aunque sus pasos estaban empezando a ser desequilibrados e inciertos. Les empecé a contar sobre mi vida, sobre el pueblo en donde vivía, sobre lo difícil que había sido el examen de postulación de matemáticas para conseguir la beca. Sobre mis hermanos. Y mis padres. Ema no podía superar que solo haya tenido un novio, y que para variar me había sido infiel. — Pero ¿Cómo era esa chica con la que te engañó? ¡No lo comprendo! ¿En serio te fue infiel? Tú eres una exótica pelinegra curvilínea con ojos verdes, los chicos en tu pueblo están desvariando. Pero no te preocupes tengo una larga lista de chicos guapos en mis contactos, te conseguiré un novio. — Balbuceó. — ¿Y no tienes alguna chica en esa lista? — preguntó Kaleb, riéndose. Ella puso en blanco los ojos. —Anna ¿me acompañas al baño? — me preguntó Ema. — Claro, estaba por pedírtelo también — le respondí. Nos levantamos dejándolo solo a Kaleb en la mesa. Sentí que mi bolso me vibró. Mi celular. Había muchas personas caminando o bailando, busqué en mi bolso y saqué mi teléfono. Alguien me empujó y solo vi mi teléfono volar cayendo pantalla abajo. ¡Diablos! Lo que menos quería ahora era pensar en comprar otro celular, quería restarles gastos a mis papás, no sumarle. Me agaché para recogerlo y recibí un golpe en la cabeza. — ¡Auch! — dijimos los dos al mismo tiempo. Alcé la mirada un poco y lo vi a Ian Camber con una mirada fulminante mientras se masajeaba la frente. Al parecer se había agachado a recoger mi celular también. — ¿Qué es lo que te sucede? Te quería ayudar y he recibido un golpe... — gritó, se calló unos segundos viéndome de arriba abajo y alzando una de sus pobladas cejas— Un momento, tu eres la chica de la mañana, la que andaba despistada en la calle. ¿Estudias aquí? — preguntó asombrado. — Pues no es de tu interés si estudio aquí o no. — Le respondí. Me agaché nuevamente para recoger el celular que aun seguía en el suelo, le di vuelta y estaba en buen estado ¡Que suerte!— Gracias por nada — Tomé mi bolso nuevamente y recordé algo que no pude hacer en la mañana. Saqué el dinero que él me había dado. —Y por cierto. — Dije. Él miraba cada movimiento como si estuviera confundido. Arrugué los billetes y se los tiré. —No necesito tu dinero. —Agregué y di media vuelta. Puso su mano en mi hombro y me tiró fuerte. —Te recomiendo que no bebas ninguna bebida alcohólica. Si sobria eres distraída, no me imagino ebria— me respondió sarcásticamente sonriendo y mostrando sus perfectos dientes blancos. Su voz era profunda. — Y deja de cruzarte por mi camino, no quiero volver a verte cerca de mi. Desapareció entre la multitud y por supuesto su Barbie humana salió caminando detrás de él. «¡Que patán! » Exclamé. —Pues si es un patán pero es el patán más guapo que he visto. — Dijo Ema — ¿Acaso le has visto su cara? Sus ojos brillaban despampanantemente.— Exclamó Ema. Me tiro del brazo y fuimos al baño. No pasó mucho tiempo y se veía cada vez menos personas, así que Kaleb, Ema y yo decidimos irnos. Ema ya estaba pasada de copas pero aún tenia suficiente estabilidad para caminar, yo me sentía un poco mareada pero estaba en mejor estado que ella, y Kaleb, él estaba totalmente sobrio. — ¿Te llevo hasta tu casa? — pregunto Kaleb. — Si no es molestia. — respondí agradecida. Nos dirigimos hasta el aparcamiento y en cuanto vimos el Mercedes Benz color n***o de Kaleb nos subimos de inmediato. Ema se había quedado dormida en el asiento de camino hacia mi departamento. —Es aquel edificio. — le dije a Kaleb señalando el edificio con el dedo. —De verdad muchas gracias por traerme. —No hay de que, igual ya eres parte de nuestro club— dijo haciendo una mueca graciosa y mirando a Ema dormida, por un momento pensé ver un poco de amor en aquella mirada. — Llévala a casa y regresen con cuidado. — dije. — Claro que sí, no es mucho trabajo puesto que vive al lado de la mía. Somos vecinos. Llegué al departamento y lo primero que hice fue llamar a casa, mi celular había sobrevivido aquella caída masiva. Hable en altavoz con mamá y papá por 45 minutos, les conté sobre mi día, sobre Kaleb, Ema, mis maestros, incluso les conté sobre Ian excepto la parte en donde casi me atropella, ya no quería preocupar a mamá ni que me de clase telefónica de como llamar un taxi. Al fin había acabado el primer día. El principio de una nueva etapa de mi vida.
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