Sonó mi teléfono, y de pronto escuché golpes en mi puerta.
Me levanté de la cama, y para mi mala suerte casi caigo. Traté de recuperar la estabilidad nuevamente. Vi el reloj. 14:10 am. Jamás había dormido hasta tan tarde.
— ¡Anna por favor responde! ¿Estás ahí?— Era Ema mientras tocaba la puerta. Abrí la puerta. Y vi los ojos castaños de ella llenos de lágrimas. Detrás de ella estaba Kaleb.
— ¡Anna! ¡ESTAS BIEN! — Exclamó y me abrazó fuerte. Kaleb se acercó y el abrazo era de tres — Cindy me lo ha contado todo. Por favor perdóname. Yo no sabía que Alan era un cretino, siempre se mostró amable. No pensé que haría algo así. Te buscamos ayer por toda la casa y no te encontramos —Me dijo mientras seguía abrazándome. — ¿Qué tipo de amiga soy para presentarte a personas así?— se culpó
—Discúlpenme ustedes por no haberlos llamado ayer y enviarles un mensaje con tan poca información. — les dije a ambos, luego mi mirada se fijó en Ema. — Ema tú no eres culpable de nada, por favor deja de llorar. — Le volví a dar un abrazo. — Estoy bien, solo me he lastimado la pierna. Creo que he caído en algo de vidrio. Solo han sido tres suturas. — le respondí mientras señalé mi herida.
—Pensaba que te había pasado algo más. La verdad es un alivio. Ema y yo no hemos podido dormir, nos hemos sentido muy culpables. — dijo Kaleb cabizbajo. — Cuando todos en la sala de billar escucharon que Ian y Alan estaban peleando han ido lo antes posible, por suerte no pasó nada grave. Alan fue el contrincante de Ian en las elecciones, así que escuché que se tienen algo de tirria. — Agregó.
Kaleb extendió sus manos y me dio una bolsa.
—Este es el kit de recuperación para resaca.. — Me dijo y sonrió. — Al menos esto me ha funcionado a mí.
Dentro de la bolsa había un remedio, unas pastillas, un suero oral, un jugo de naranja y un sándwich.
—De verdad muchas gracias— Le acepte la bolsa y de inmediato tome una pastilla para el dolor de cabeza con el suero oral.
—Me siento muy apenada por todo. La casa de Cindy ha quedado un desastre por mi culpa. — dije triste mientras nos sentábamos en los muebles de mi departamento.
— ¡Oh no querida! Cindy sabe perfectamente de quien es la culpa. Por favor no te sientas así. Solo no podía creer que el que te ha defendido haya sido Ian. Dijo que eso era imposible, que quizás era una confusión. Me ha dicho que Ian no se mete en peleas desde hace años, que tuvo que haber estado demasiado furioso para hacerlo. — Dijo— Creo que de todas maneras el Señor Patán no lo es tanto.
—Sigue siendo un arrogante pero le estoy muy agradecida. — le dije. — Me ha llevado cargada en sus brazos hasta la clínica. — respondí. — Su moto se ha quedado en casa de Cindy, me imagino que hoy ha de irla a ver.
Kaleb y Ema se miraron. Ema agacho la mirada y suspiró.
—Pensaba que alcanzaste a ver eso— Contestó Kaleb. Su cara de pronto era pálida. —El grupo de Alan le ha destrozado completamente la moto como venganza. Prácticamente no ha quedado nada en buen estado. — Agregó.
Me lleve las manos a la boca para esconder mi asombro.
Ema me abrazo y me tranquilizó.
—Tranquila, esa moto para él sería como desechar un par de jeans viejos. Se comprará otra. — Dijo sonriéndome.
Nos quedamos todo el día en el departamento conversando sobre como Ema se le había pasado la embriaguez cuando se ha enterado que yo estaba en medio de esa pelea, como a Kaleb le han hecho una raya a su auto en la parte de atrás y sobre como Cindy lo echó de su casa a Alan.
De pronto era de noche, y nos decidimos por hacer la cena.
Hicimos video llamada con mamá para que nos indique a Ema y a mí cómo hacer espárragos con pollo. Nuestras habilidades en la cocina eran nulas.
Tomé mis medicinas a tiempo y sentí cierta preocupación por cómo ha de estar Ian. Aunque no se hizo ninguna herida profunda que necesitara suturas no me imagino los morenotes en su cara.
Sentí un retorcijón en el estómago solo de recordar su cara y sus brazos llenos de sangre. No me imagino como eran las peleas de Ian en el pasado.
Kaleb llamó a su chofer y fue a su casa después de haber cenado y perdido salvajemente jugando cartas, mientras que Ema decidió quedarse a dormir conmigo.
—Bueno, ya se fue Kaleb, ahora dime. ¿Qué pasó con Ian? — Preguntó intrigada mientras se metía una palomita de maíz a la boca.
—No ha pasado nada, lo juro. El me dejo muy claro que yo no soy su tipo y él tampoco es mi tipo. — Respondí, era la verdad
—Querida, Ian es el tipo de cualquier chica. — Dijo con una sonrisa acomodándose en el mueble de mi sala. — Y ¿acaso te has visto en el espejo? Eres guapísima.
—Simplemente no es mi tipo. — Dije, buscando en la tv alguna película para ver.
—Bueno, he escuchado que no ha tenido ninguna novia oficial, al menos no en la universidad. Quizás los rumores de que es gay sean ciertos. ¡Que desperdicio! — Dijo suspirando. Nos miramos y ambos reímos.
Mi domingo estuvo llena de tareas de la universidad. Ema se fue a su casa, en la tarde. Y básicamente he andado en pijama todo el día.
Cuando terminé de hacer las tareas he hecho video llamada con mi familia.
—Ya te extraño demasiado. —Dijo papá con un tono triste. — La casa no es lo mismo sin ti, se siente vacía. — Agregó.
—Yo también los extraño mucho— Contesté. — Siempre he estado con todos en casa, se me hace raro estar sola en el departamento. — Y era cierto, habían momentos en que extrañaba tanto a mi familia que no podía evitar llorar. No podía darme el lujo de volar y tomar un tren hasta Santa Val el pueblo en donde vivía. Tenía planeado irme por vacaciones o por Navidad reuniendo las mesadas semanales que me daban mis padres.
Pensaba conseguir un trabajo a medio tiempo, pero por el momento la universidad me consumía tanto que no podía hacerlo. No podía bajar ni un punto menos de un 9 en cada examen o tarea.
—Te veo más delgada hija. ¿Estas comiendo bien?— Preguntó mamá.
—Sí, por lo general siempre almuerzo en la universidad, y en la noche me preparo un sándwich ¡me sale delicioso!— Respondí orgullosa.
—Apuesto a que sí— Respondió mamá sonriendo.
Sus ojos cafés destellaban por la pantalla de la computadora, y su cabello rubio le hacía un contraste perfecto , mamá era una mujer hermosa, tanto por fuera como por dentro, y podía jurar que en aquellos ojos verdes de papá casi se pronunciaban unas tímidas lágrimas.
Extrañaba el clima cálido de mi pueblo. Hacía frio solo en las noches de invierno. Pero el invierno de Santa Val, es como el verano de La Capital. Se podía llevar ropa muy fresca y holgada. Todo quedaba muy cerca, así que ni siquiera era necesario transportarse en taxi o autobús.
La gente era muy amable y a pesar de que no había tantos lugares o restaurantes a donde salir, bastaba con sentarse en las butacas del parque principal para pasarla increíble.
En mi casa nunca había silencio. Siempre estaban mis hermanos corriendo de un lado a otro , viendo con papá el futbol o las carreras de autos.
Tenía tres hermanos. Isaac de 23, Gael de 21 años, y Sebastián que tenía 9 años, él era el "bebé" de mamá.
Según las amigas de mamá todos éramos bastante parecidos. A pesar que con Gael me la pasaba peleando, yo amaba a todos mis hermanos y daría hasta mi vida por ellos.
Mi conversación con papá y mamá se extendió hasta la noche.
No les he contado sobre la fiesta, preferí reservarme ese mal momento. Aunque ellos notaron que me pasaba algo les he dicho que estaba cansada por la Universidad. Lo cual no era una mentira, pero tampoco era la verdad.
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—Hola Ema. Ahora bajo. — le dije a Ema por celular.
—Ok guapa, te esperamos. — Me dijo Ema y luego colgó.
No sabía cómo sentirme.
Tenía unas ganas terribles de no ir a la Universidad. No ver la cara de Alan, ni de Cindy...
¡CINDY! ¡Ay no! A pesar que Ema me ha dicho que no me preocupara era inevitable no sentirme avergonzada por aquella noche.
Una razón más para no querer ir a clases hoy.
Hoy he decidido ponerme unos jeans, amplios para que no me ajuste en la pierna, una blusa básica blanca y una gabardina color n***o.
— ¿Cómo vas con tu pierna Ani?— Preguntó Ema mientras me acomodaba en el asiento, luego me pasó un cappuccino; una tradición que adquirimos de todas las mañanas comprar algo en la cafetería de a lado.
— ¡Gracias!— Le respondí haciendo referencia a la bebida. — Ya no me duele y está cicatrizando muy bien. — Respondí tratando de sonar animada.
— ¿Lista chicas?— Preguntó Kaleb. Hoy sus ojos eran aún más celestes y se lo veía más atractivo de lo normal.
De pronto escuchamos el sonido de las llantas de un auto a toda marcha. A penas pude ver el auto rojo. Pero estaba cien por ciento segura que era Ian.
— ¿Cómo puede manejar así de rápido en esta calle?— Preguntó Ema horrorizada, mientras se ponía el cinturón de seguridad.
Llegamos a la Universidad, y de inmediato presentí que hoy el día lo sentiré eterno.
Ema tenía clases en uno de los laboratorios virtuales así que se despidió de Kaleb y yo con la mano y un beso volado.
Mientras nos acercábamos a nuestra facultad pude ver a Ian caminando hacia mí. Llevaba pantalones negros, una chaqueta de cuero y una camisa azul marino. Usaba lentes de sol y una gorra.
Desde lo lejos pude notar una mancha morada que bajaba por toda su mejilla. Los lentes de sol no le cubrían todo el moretón que tenía en casi todo la parte izquierda de su rostro.
Nos acercábamos.
¿Qué hago? ¿Lo saludo? Después de todo preguntarle cómo está seria lo menos que pudiera hacer.
Cuando al fin lo tenía frente a mí, levanté mi mano para saludarlo pero el siguió de largo, en ningún segundo movió ni siquiera un milímetro de su cara en mi dirección. Yo sé que me vio. Era casi imposible que no me vea, estaba frente de él. Fue rozándome con su brazo, casi tumbándome... Otra vez era invisible.
Discretamente giré a ver, como si buscaba algo en mi bolso. Se encontró con una chica, esta vez era una morena realmente despampanante y hermosa. La rodeo de la cintura y ella le dio un beso en los labios.
De pronto sentí un nudo en el estómago. ¿Por qué? No lo sé. Quizás porque por mi culpa tenía la cara así, o bueno, no solo por mí, pero yo fui un incentivo para que lo haga.
Luego lo pensé, creo que mejor era así. Actuar como desconocidos. Aunque básicamente lo éramos. Solo nos habíamos hablado pocas veces y peleamos casi en todas.
— ¿Qué tal si vamos a la Cafetería?— Preguntó Kaleb mientras recogía sus libros y los ponía en su mochila.
—Pues no sé... — Le respondí bajando la mirada.
—Anna Llobet, no te puedes esconder todo el
tiempo. Tú no has hecho nada malo. Alan es el que se debe sentir avergonzado. — Dijo Kaleb adivinando lo que me sucedía. — Vamos a la Cafetería a comer el delicioso sándwich de pavo. Muero de hambre— Dijo.
Le escribí a Ema para encontrarnos en la cafetería.
Pedimos nuestra orden. Kaleb se pidió el mismo café expreso de siempre, yo mi cappuccino y le pedí su típico té helado a Ema, y por supuesto tres sándwiches de Pavo. De repente entró Cindy con un grupo de personas, entre ellas estaba Ian con su chica.
«¿En serio? Pasamos 6 horas en la Universidad y justamente vienen cuando yo estoy aquí» Pensé para mí misma.
Mientras entraba, Cindy caminaba normal, giró la cara y su mirada se fijó en mí
—Anna. — me dijo a lo lejos, se acercó, sus pasos eran acelerados. — ¿Cómo estás?— me miró preocupada.
—Cindy por favor discúlpame, en serio todo ha pasado en cuestión de segundos. — Dije triste y bajando la mirada.
— ¿Disculparte por qué? — Preguntó extrañada.
—Te han dejado la casa un desastre, por favor discúlpame— le dije.
—Anna esa mesa algún día se rompería, tengo un hermano pequeño que le gusta jugar tenis. Si no era la fiesta, iba a ser mi hermanito. — Dijo amable. — No ha sido tu culpa, agradezco que estés bien, estaba muy preocupada. De pronto desapareciste. — Me dijo y puso su mano en mi hombro. — Mi primo no ha salido tan lastimado también. Estoy aliviada por fin.
— ¿Tu primo?— pregunté.
—Sí, Ian es mi primo. Me ha dicho que tú le has pedido ayuda y que no ha tenido otra opción que meterse. La verdad ya me imaginaba, últimamente no es de los que se mete en peleas, no le conviene a su campaña— Contestó. — Me alegro mucho de que todo esté bien. Cuídense mucho chicos. Espero verlos luego — y se alejó hacia su mesa despidiéndose con una sonrisa.
Al fin se unió Ema con nosotros. Aun nos quedaba una hora hasta la próxima clase. Así que nos quedamos en la cafetería conversando. Mientras que Ema nos comentaba que el profesor de la clase anterior se ha puesto tan molesto con uno de sus compañeros que lo suspendió por tres días por ratos involuntariamente mi mirada se centraba en Ian. Estaba sentado justo frente a mí, tenía su brazo alrededor de la chica. Usaba una chaqueta así que no podía notar como seguía con los cortes en los brazos. Él no me miró nunca.
Faltaban quince minutos así que nos estábamos alistando para ir a nuestra próxima clase.
—Iré al baño, por favor espérenme. — Pedí.
Ema estaba terminándose de tomar su segundo Té helado.
Mis pies se encaminaron directamente hasta el pasillo que conectaba con el baño de manera automática, mientras que mi mente estaba absorta en Cindy, Ian, Alan, y todo lo que sucedió el sábado. Aun no podía comprender la indiferencia de Ian, luego de haber sido un poco agradable.
Estaba tan distraída que de un momento a otro, el choqué me sacó de mis pensamientos.
—Levanta la mirada cuando camines. — Ordenó y de inmediato mis ojos se encontraron con los suyos. —Esta es la razón por la que casi te atropello el primer día de clases, y luego dices que es mi culpa. — Exclamó molesto.
— ¿Cómo estás?—Le pregunté. No quise sonar tan preocupada pero mi tono de voz me delató por completo.
— ¿Perdón?— Exclamó, una de sus cejas se arqueó como resultado de su confusión. — ¿Qué te hace pensar que me puedes hablar aquí en la Universidad? Si necesitas ayuda académica puedes hablarme si no, no me hagas perder el tiempo.— Me tomó unos segundos caer en cuenta que no estaba bromeando, y luego simplemente se alejó de mí dejando su indiferencia y arrogancia en el ambiente.
Esta vez el nudo de mi estómago estaba en la garganta, trataba a toda costa de no insultarlo o dejarme llevar por la rabia. Brevemente pude notar que su cara estaba casi toda morada, y su labio inferior aun lo tenía algo hinchado. Y creo que aquello fue la razón principal para contenerme.
«¡Contrólate Anna! ¡Por favor contrólate! Le han metido una paliza por defenderte. ¡CONTROLATE!"» Me dije a mi misma.
Hoy no he visto a Alan en todo el día. No sé si era preocupante o era un alivio. Era un cretino, pero no dejaba de ser una persona y me resultaba un poco triste el resultado de sus heridas que le habría dejado la pelea.
Y supongo que ese era un gran defecto.
Siempre me dejaba llevar por la empatía, o siempre trataba de justificar las acciones negativas. "Todo en exceso es malo" Decía papá, y tenía razón, tanto el veneno como la medicina.
Creo que esa era la razón por la que muchas personas me fallaron, confiaba mucho y perdonaba muy rápido. Nunca he sentido eso que llaman "ODIO", me parecía un sentimiento extremadamente fuerte, tan fuerte como el amor. ¿Cómo puedes llegar a odiar a alguien?
No tenía ni la mínima idea, pero lo único que tenía claro era que no lo quería sentir.
Hoy las horas se me están haciendo eternas, y no he dejado de pensar en Ian y en su estúpida forma de ser. No comprendo ¿Qué le cuesta ser amable?
Me siento tan tonta por preocuparme por él. ¡IDIOTA!
Kaleb y yo formamos grupo en clase de Filosofía, como en casi todas las clases restantes.
Me resultaba relajante compartir con él. Siempre era sereno para debatir si no pensaba lo mismo que tú, pero era muy firme con sus ideas.
El y Ema han resultado ser un apoyo enorme desde que entré a clases. Hemos crecido en mundos diferentes; mientras que ellos han sido felices con todo lo que ellos han deseado, yo lo he sido con muy poco, pero lo que me resultaba aún mas agradable de todo, es que teníamos tanto en común que nuestra amistad fluía de manera espontanea.
Era bastante complicado encontrar personas similares a ellos, la mayoría se mantenían firmes en sus prejuicios, o marcaban limites de exclusividad para no "mezclarse" con los de clase sociales inferiores.
Resultaba frustrante que aún hayan personas con pensamientos retrógrados como muchos en la universidad, pero al final del día la efusividad de Ema, y la amabilidad de Kaleb, me hacía recordar que aún existen personas que valen la pena.
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Los días se basaban en exposiciones, tareas, proyectos y almuerzos llenos de risas con Ema y Kaleb en la cafetería.
Ya me había acostumbrado a mi vida universitaria, mi energía duraba todo el día y me había adaptado bastante bien a las algunas noches de vela por las interminables bitácoras de Pedagogía.
Nunca imaginé lo difícil que era vivir sola, y no lo decía por las responsabilidades que abarcaba, me refería por la soledad. Habían días en que necesitaba el abrazo de mamá, o cenar en nuestra pequeña mesa con mis hermanos.
Desde lo que sucedió he visto a Alan aproximadamente tres veces, en donde básicamente ha intentado evitar encontrarse con mi mirada.
—Doy por terminada la clase de hoy. Pero antes de que salgan despavoridos— Anunció el maestro. — Las entradas para el Baile de Aniversario de la Universidad que serán en un mes las están entregando en el Salón del Consejo. — Exhaló. — Ahora sí, pueden retirarse.
Ema que salió más pronto nos esperaba afuera del salón.
—Yo creo que lo mejor es retirar hoy las entradas. Por lo general todos esperan hasta el último día y será un caos. — Opinó Ema.
—Yo creo que no iré. — Dije sin más mientras caminábamos por el campus.
— ¿Qué? ¿Por qué? — reaccionaron Kaleb y Ema al mismo tiempo
—No tengo nada que ponerme y sinceramente quiero estudiar para los exámenes que vienen.— Dije.
—La ropa no es un problema, podemos ir de shopping, o te puedo prestar algo. — Agregó Ema poniéndose frente a mí. Y poniendo carita triste.
—Vamos Anni, no será lo mismo sin ti. Aparte no necesitas de mucho para ponerte guapa —Comentó Kaleb.
—Eso es cierto. Podrías ir con una bolsa de papas y te verías bien. — Ambos se acercaron a mí y tomaron mis manos. Pasaron algunos segundos y no pude más con la presión.
—Bueno está bien me convencieron. — Respondí. A pesar que acepté, no estaba del todo segura. No era un excusa, realmente quería estudiar y salir bien en los finales.— Pero por favor, no se alejen de mí en esa fiesta.
Fuimos directo al Salón del Consejo. Y Ema había acertado totalmente.
Solo había tres personas esperando.
Cuando vi hacia el fondo Ian estaba ocupado en un escritorio viendo el monitor de su computador y escribiendo.
Si hablamos de su apariencia, era fácil caer enamorada con solo verlo. Llevaba una camisa remangada en las mangas, que acentuaba favorablemente sus brazos ejercitados, que por cierto por lo visto sus heridas habían desaparecido totalmente. No podía decir que su estilo era casual, elegante o moderno, era una mezcla de todo. Pero algo era cierto, todo le quedaba bien. Solo tenía un gran defecto; su personalidad, y eso bastaba para verlo totalmente desagradable. Nuestras miradas se encontraron por uno segundos.
Esquivé de inmediato, y sentí que mi cara ardía. El esbozó una sonrisa de esas sarcásticas y bajó su mirada para seguir en lo suyo.
En una esquina del salón se encontraba una mesa en donde estaban cuatro chicas que eran las encargadas de las entradas. Fácilmente pude reconocer que entre ellas estaba la chica morena guapísima con la que estaba Ian. Que por cierto, ya tenía varios días saliendo con ella, y definitivamente se ha ganado el récord.
Ema y Kaleb recibieron sus entradas y los han hecho firmar. Era mi turno.
— ¿Nombres?— Me preguntó cortante una de ellas.
—Anna Llobet— Respondí.
De pronto ella miro a la morena guapa sentada en el otro extremo. Ambas se rieron.
—Lo siento, los becados no pueden asistir al baile, solo se permite la asistencia de estudiantes particulares. Pero no te preocupes no te pierdes de nada bueno. Solo comida deliciosa y buen vino, igual no está acostumbrada a eso.—Comentó, no me asombró. Por alguna razón salía con Ian, ambos compartían la misma arrogancia.
En algún momento sabía que me sentiría menospreciada por ser becada, pero nunca me avergonzaré de ello, ¿Por qué tendría? Me esforcé demasiado para conseguirlo, es más, tendría que presumir que gané una beca, pero aquí no lo ven así. Ser becada te pone en el nivel más bajo.
— ¿Por qué demoras Anna? ¿Qué está sucediendo?— Preguntó Ema acercándose a mí.
—Nada, solo le decía a tu amiga que no puede asistir por ser becada. Desde que aceptaron a personas inferiores creen tener los mismos derechos que un estudiante particular. Nosotros pagamos mucho dinero, y ellos solo asisten a las fiestas, comen y beben gratis, no puede ser así todo el tiempo, así que no podrá asistir— Dijo sonriéndonos de oreja a oreja.
De pronto vi que un pequeño grupo de personas desconocidas nos rodeaba para escuchar todo.
—Bueno si es así yo no iré— Dijo Ema, le lanzó la invitación en la cara y se dio media vuelta
—Vámonos de aquí Anna. — Me tiró del brazo.
— ¡NO! — Respondí iracunda, me regresé hasta dónde estaban las cuatro chicas que se divertían con lo sucedido. —Les diré algo, me importa una mierda su estúpida fiesta, no me interesa estresarme por llevar el vestido más costoso de todos, ni tomar el vino más añejo del mundo. Mientras que sus papás tuvieron que pagar más dinero para que puedan entrar a esta universidad, a mí me han elegido. — Dije. La ira se adueñó de mi cuerpo, sentía que la sangre me hervía. De quería abalanzarme encima de ellas. Algo me detuvo.
— ¡Suéltame! ¡SUELTAME! — No sabía quién me había cargado de espaldas. —
¡Suéltame!— grité.
Ian me bajó al suelo.
— ¿Qué es lo que te pasa? ¿ESTAS LOCA?— Me gritó— No puedes entrar así y armar un escándalo.
—Tu no lo entenderías, tu eres igual que ellas. Creen ser superiores por tener más dinero, y ¿te cuento algo? NO ES ASÍ. — Le grité eufórica. — El dinero no es lo más importante, incluso a veces ni la educación universitaria lo es, no sirve de nada estar en la universidad más cara del mundo, ni ser la persona más inteligente, si no tienes empatía, humanidad, y respeto seguirás siendo una persona ignorante.
Tiró fuerte de mi brazo y me llevo hasta el aparcamiento.
Traté de soltarme y él puso más fuerza. Llegamos hasta su auto y abrió la puerta.
— ¡SUBE!— Me ordenó.
— ¿Perdón? ¿Me estas preguntando o me estas ordenando? ¡No subiré! — Le dije soltándome por fin. Di media vuelta y me alejé.
Como si yo fuera una pluma me cargó nuevamente de espaldas. Traté soltarme pero era inútil, obviamente era mucho más fuerte que yo.
—Siempre prefieres que las cosas por las malas ¿Eh? ... No tendré más opción que cargarte nuevamente. — Dijo llevándome fuera de la universidad.
No sé cuanto tiempo le insistí que me bajara. No sé si fueron diez o veinte minutos, pero al final estaba exhausta de tanto rogarle.
—Créeme que pesas. — Me dijo riéndose. —Creo que ya no siento mis brazos.
—No sabes cuánto me alegra eso. Ya me puedes bajar— respondí.
—No te bajaré. — Respondió serio.
—Por favor Ian, ya me llegó la sangre al cerebro, no es bonito estar tanto tiempo de cabeza. — Supliqué. El soltó una risa.
—No, porque luego iras como un toro loco a tirarte de los cabellos con Irina. Te podrían expulsar. — Comentó. Supuse que Irina era la tipilla esa con la que salía.
— ¿Crees que desde aquí me iré corriendo hasta la universidad? Ya ni siquiera la veo de lo tan alejado que estamos. No vale la pena. — Respondí.
—Entonces me lo prometes.
—Te lo prometo.
Me soltó y cuando estuve de pie por un momento me sentí mareada.
—Supongo que tengo que agradecerte por evitar que salte encima de tu novia. —Anuncié, mientras trataba de caminar con normalidad.
Sonrió. Tenía su barba de tres días, y sus ojos eran tan dorados, que parecían perderse con el sol escondiéndose detrás de él.
—Pues sí. Tienes que agradecerme. — Dijo.
—Gracias. — Respondí. — Supe lo de tu moto. De verdad lo siento.
—Solo es una moto, no es nada. — Dijo indiferente, sacó su teléfono y envió un mensaje. — Por tu culpa he venido sin mi auto, y no pretendo regresar a la universidad. Así que tendremos que caminar hasta que Derek nos encuentre en el camino, le he dicho que venga a recogernos.
—Está bien.
— ¿Cómo está tu pierna?— Preguntó con su mirada al frente.
—Completamente cicatrizada. — Respondí. — Parece que nada ha pasado.
—Tu novio debe estar furioso con Alan. — Dijo mirando otra vez al frente.
— ¿Novio?
—Sí, ¿Cómo se llama? Sus papás son los Abogados Tena.
— ¿Kaleb? Oh no, él no es mi novio. Es solo un amigo, mi mejor amigo. — Respondí y cuando volteé a ver, y esta vez su mirada me fulminaba.
—Ah. Siempre los he visto juntos. Pensé que era tu novio.
Se produjo un silencio un poco incómodo.
—Y ¿Qué hay de tu novia? Me debe estar odiando ahora mismo.
—No somos novios, solo salimos cuando estamos aburridos. — Respondió.
—Entonces debes pasar aburrido todo el tiempo — Comenté... ¡MIERDA! ¿Lo dije en voz alta?
Sonrió espontáneamente.
— ¿Estás celosa?— Preguntó. Me quedé helada.
—Por supuesto que no. Simplemente me parece creativa tu forma de no aburrirte. —Realmente no estaba celosa, simplemente su pregunta me tomó por sorpresa.
— ¿Y tú que haces para no aburrirte? — Preguntó.
—Leer. Amo leer. Un buen libro te puede consumir toda una tarde sin siquiera sentirlo. Esa es una buena manera de distraerse.
—Lo tomaré en cuenta— Levantó sus brazos, y sutilmente se estiró. — Entonces la Srta. Llobet no tiene novio. No es extraño. Espantarías a cualquier hombre con tu terquedad. — Dijo soltándose un poco más.
—A mí me parece extraño que tengas tantas novias, no sé cómo te aguantan. — Dije.
—Es por esto— Respondió, señalando su rostro.
—Pues "ESO" no es suficiente. — contesté. — Una personalidad gana a cualquier cara bonita. No todo es belleza física— Agregué.
—Sí claro, lo dice la chica más guapa de la Universidad, así no cuenta — Me dijo, pero al instante pude sentir su arrepentimiento ante tal comentario.
Miró al frente de manera nerviosa, y en un movimiento inesperado, su inestabilidad se hizo presente, al punto de casi caer de bruces.