Mateo.
—¿Qué quieres?.
—Em, tráeme lo que quieras.
—Te estoy preguntando.
—Eh buena, andas rabioso problema tuyo. —bajo azotando la puerta lo que hace que Mauro saque la cabeza por la ventana—. VAS A TRABAR LA PUERTA IMBECIL.
—Que te den por el culo viejo de mierda. —entro a la panadería a comprar pan para llevarme a mi casa y algo para comer en lo que queda del turno.
—Hola.
—Buenas, eemmm. —miro toda la vidriera a ver que me llama la atención—. Dame ese budín por favor.
—¿Simple o con algo?.
—¿De qué hay?.
—Yo lo atiendo. —la veo a la chica que me dio el número acercarse—. ¿Cómo estas?.
—Bien, ¿tú?.
—Bien, crei que me ibas a escribir o invitarme a salir en realidad.
—Pasaron un par de cosas que no pude... ¿Me dices de qué son esos budines?.
—Hay simple, chocolate, nueces, frutos rojos y marmolado.
—Dame de frutos rojos, chocolate, y dos simples.
—Bien, ¿vamos a salir o no?.
—Quiero, y no voy a mentirte.
—¿Tienes algo con alguien?.
—No, no es eso... —en realidad si es, no dejo de pensar en Jose que no me da ni la hora desde nuestra única salida—. Trabajo mucho, hoy te puedo decir que si del sábado y llega el día y no voy a poder ir porque me llaman de urgencia que me presente.
—Bueno, pero yo espero hasta que puedas... —envuelve los budines en papel de madera—. ¿El sábado?.
—No puedo el sábado, mierda, parece que te pongo pretextos y no es asi, eres preciosa y si, quiero salir contigo, —no sabe si sonreír o no donde le cancelo tanto—. Pero el sábado se casa mi jefe y me invitó.
—¿Y no puedes llevar a nadie?.
—No decía nada la tarjeta, consulto igual, si es asi te aviso... Aunque seguro entre nosotros, nos quedamos de ver de día, ya que de noche es mas complicado que tenga libre.
—Bueno, estoy disponible, escríbeme y si tengo que trabajar acomodo para vernos.
—Dale... —agarra unos churros sonriendo.
—Regalo porque sé que te gusta.
—Gracias. —voy al mostrador del frente.
—Aca te cobro.
—Me das de ese pan por favor. —salgo igual de enojado, tengo tremenda cara y no la puedo cambiar, encima ayer en un operativo le di una paliza uno que siento me faltó sacarme las ganas—. Toma.
—La próxima te rompo la cara cuando hagas la puerta giratoria.
—¿Tú y cuántos mas?. —me da un golpe que me da risa y le tiro las bolsas encima—. Este es tuyo, llévale a Lili y Mari, y hay churros, cómelos.
—¿Me convidas lo que tu enamorada te dio?.
—Si, cómelos.
—¿Ya no te gusta la chica?. —agarro un pan comiendo y él come de los churros.
—Es linda, pero ando en otra ahora.
—¿Tan rápido?.
—Si, ni yo me lo creo sinceramente... Hasta hace dos semanas quería algo con la chica esta de la panadería y en una charla otra me dio vuelta la vida.
—¿La hermana de Pato?.
—La misma.
—Bueno, se ve una chica que te da vuelta,
—Como quiso hizo conmigo, y yo caí como un imbécil.
—No digas como imbécil, el amor no es todo rosa y alegría, hay que remarla Mateo, ¿si te deja de hablar te quedas con los brazos cruzados?.
—Todos estos días le escribí y no me responde.
—¿Y crees que debe estar tranquila?.
—Ah Mauro ya.
—No.
—De verdad ya, no quiero hablar mas.
—Bueno, escúchame... La conozco, hace años la conozco, y es lo que ves, una chica tímida, al lado de su mamá siempre, de la casa porque eso hicieron sus papás y hermanos, en la casa, no tiene una vida sociable como podrías creer y no es como las demás chicas que conocemos, no pretendas tratarla de la misma manera ni que actúe como la de la panadería que te encara.
—No la trato como a nadie porque nunca salí con nadie, fue la primera con la que salí.
—Lo sé Mateo, pero a pesar de no salir con nadie eso de la panadería te sucede siempre, vienes de una casa donde tus hermanas a los quince ya andaban con novio e hijos, es lo que conoces y Jose no es nada de eso.
....................
Viernes.
Llego al registro civil donde es el casamiento, después vamos a un restorán a comer, menos mal estoy recién cobrado porque por lo que me dijo Mauro es un buen restorán, no soy un tacaño pero quería ir seguro, con un buen dinero para comer bien y por si hay que poner para alguien que no llegue a pagar. Acomodándome la camisa me acerco, no me incomodan las camisas, en la academia nos hacían vestir de gala, y en los desfiles que nos obligan a ir también, o una comida importante, de esas una sola vez tuve, pero varios en la estación regularmente.
—Buenas. —le doy la mano a Mauro y un abrazo a Lili—. Pero que hermosa que estas.
—Gracias, Mauro lo eligió. —se mueve de lado a lado sonriendo.
—Le pegó al ojo, si que te conoce. —Martina me abraza sonriendo—. Y tú también Marti, estas bellísima princesa.
—Gracias, es un vestido nuevo que recorrimos todos lados para conseguir.
—Me imagino la alegría de tu papá.
—Se puso muy contento cuando mamá dijo que era el indicado.
—Mira esa camisa, déjame acomodarte. —Mauro riendo y aplaudiendo ve como su mujer me acomoda la camisa hasta dentro del pantalón, sinceramente, es como mi mamá, desde que estaba en la academia la conozco, Mauro es un tipo de alto nivel y daba algunas charlas, como me hice amigo de Pato llegué a él y ahí conocí a su mujer, al comenzar a trabajar tuvimos una relación mucho mas estrecha, comparto siempre con ellos—. Listo, ahí esta perfecto.
—Gracias Lili, yo me pongo la ropa no mas.
—Me doy cuenta, y llévame el uniforme asi lo lavo y lo plancho para que en el desfile este impecable.
—Si, en estos días voy a comer y lo llevo. —me paro al lado de ella y Marti se pone delante mío donde la envuelvo por el cuello, es mi hermanita sinceramente, con todos sus hijos me llevo genial pero son grandes, es como que Marti me esta enseñando lo que es se hermano—. Creo que llegamos muy temprano.
—Es que esta mujer que quiere llegar temprano a todo.
—Yo vine al horario que ella me dijo. —la señalo a Lili porque ella me dijo que venga a está hora.
—Ay ya, los dos me culpan de todo.
—Y yo también mami.
—Mmjjjj. —con Mauro nos reímos a carcajadas—. Ahi vienen, ¿ven?, tan temprano no era. —van llegando los hermanos de Pato y veo a Jose—. Mira que bella que se vino.
—Si, preciosa.
—¿Te gusta?.
—Demasiado la verdad. —viene con un pantalón gris claro bien ajustado marcándole las piernas tremendas que tiene, las caderas bien redondeadas, una remera azul oscuro dentro del pantalón y un blazer del mismo color del pantalón—. Mi Dios Santo.
—Pero con razón estas loco hijo. —Lili palmea mi espalda y Marti va enseguida con unas nenas saludando, pongo las manos por delante sin dejar de verla—. Cálmate un poco.
—Si,
—Hola, ¿Cómo están?. —le da un abrazo a Mauro con una sonrisa enorme.
—Muy bien, estas muy bella Jose.
—Gracias.
—Es verdad, estas tremenda nenaaaaa. —se abrazan con Lili moviéndose, se nota que hay contacto por la confianza.
—Gracias, no sabes lo que costó decidir qué ponerme, y tu estas preciosa también, eh, ojo.
—Si, quiero echarle el ojo a un hombre por ahí que vi. —Mauro alza las cejas viendo a otro lado y Lili le da un golpe—. Hombre, di algo.
—¿Qué voy a decir?, prefiero ir a casa, acostar a Marti y arreglar asuntos.
—Bueno, mejor. —Jose riendo me mira, siento que me saboreo recordándola.
—Hola Mateo.
—Hola Jose. —nos miramos no mas, me acerco mas poniendo una mano en su cintura y le doy un beso en el borde de los labios—. Estas preciosa.
—Gracias.
Alejado en toda la cosa en el registro civil la veo, esta de la mano con una nena, no sé quién será, una sobrina seguro, solo que no sé de qué hermano, casi no presto nada de atención, el primer casamiento al que vengo y no me interesa mucho el tema, solo me mantengo mirando lo hermosa que es, y no es solo eso, me atrae algo mas de ella que no sé qué será.
En el restorán voy a su lado, me importa una mierda los hermanos y los padres y quién sea, no le tengo miedo a nadie, sinceramente dejé de tener miedo a los doce cuando me enfrenté con mi papá, me dio la paliza de mi vida que me dejo sin caminar por unos días, cuando me paré lo volví a enfrentar, agarré un palo en el patio mientras le pegaba a mi hermana y casi lo mato, mi mamá me empujaba, me pegaba, me gritaba para que lo deje y no quería dejarlo ni iba a dejarlo, le pegué hasta que me cansé, y cada vez que iba a mi casa le volvía a hacer frente, no tuve miedo cuando un tio se quiso pasar de listo con mi hermano y también, lo patee por toda la casa hasta que salió de la casa arrastrándose, lo fui a buscar al trabajo y le di otra tremenda paliza, no tengo miedo cuando tengo que meterme en una casa llena de tipos armados, no tengo miedo.
—¿Tu sobrina?.
—Si... —aprieta sus dedos nerviosa—. Es hija de mi hermano Kevin, él no vino, no sé donde esta. —me mira sonriendo—. Cuando él no esta me hago cargo de ella, de ir a buscarla y llevarla al jardín.
—¿No se da con tu mamá o hermanos?.
—Si, con Fede si, y mis papás también solo que mis papás no le tienen paciencia, en cambio Fer y Sol si, se la llevan los fines de semana. —me acerco mas a ella cuando nos dejan la comida, todos hablan y comen en sus mundos.
—Te escribí todo estos días.
—Lo sé.
—¿Qué pasó entonces?.
—Nada, no pasó nada.
—Algo pasó Jose, algo pasó que te fuiste sin decirme y no me respondes, —vuelve a mirarme apretando los labios—. ¿Hice algo mal?.
—No.
—Dímelo sin miedo, ¿Qué hice?, ¿te lastimé?, ¿te falte al respeto?.
—No, no hiciste nada.
—¿Entonces qué pasó?, ¿no me quieres ver mas y confundí las cosas?.
—Mis papás me estaban llamando re preocupados y me tuve que ir.
—Me pudiste despertar y te llevaba.
—Lo sé... Perdón por no responder.
—¿Te castigaron?. —me hago hacia atrás cuando traen unas fuentes con carne y pescado.
—No, pero entendí lo que hicimos.
—¿Qué hicimos de mal para que no me respondas mas?.
—Que lo hicimos a la primera,
—¿Y eso esta mal? ¿Me estas jodiendo?.
—Si Mateo. —niego agarrando los cubiertos y cortando la carne—. Lo echamos a perder todo.
—Nada que ver, estas diciendo cualquier pavada para no decirme la verdad.
—Es la verdad, tenia y tengo miedo que creas que soy una cualquiera.
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