—Por favor, aléjense, necesito espacio
—Pero Candela, ¿Todo está bien? ¿Los niños están bien? ¿Cómo la ves a ella? ¿Todo saldrá bien? —preguntaba quien buscó de su ayuda
—No lo sé, por favor, colaboren y denme espacio, necesito aire
Todos se fueron alejando del círculo que formaban, daban espacio para que Candela sintiera aire fresco y no calor, el calor que formaban entre sí al ver y oír los gritos de la mujer que daba luz y la que ayudaba con el parto. Para Candela las personas estaban siendo muy malas, pues solo miraban el acto como si fuese una actuación, no entendían que realmente una mujer y sus hijos luchaban por sus vidas, ya que el parto estaba tan delicado que provocó a la mujer más miedo de lo que pudo imaginar.
—¿Qué es eso? —preguntó ella miedosa
—¿Qué cosa? —respondió Candela
—Uno de los bebés se mueven, aaaaah —comenzaba a gritar
—¿De qué manera lo hace? ¿Qué es exactamente lo que siente?
—Quiere salir, me duele, me duele mucho
—Tranquila, tranquila
—Tengo miedo
—No temas, todo saldrá bien
—¿Me lo prometes? ¿Prometes que todo saldrá bien?
—Sí, te lo prometo
—Por favor, si algo sale mal, salva a mis hijos
—Tú también vivirás
—No lo creo
Candela no sabía que hacer frente a la triste reacción de la mujer, pues ella aseguraba que iba a morir, tristemente así sucedió. Después de colocar sus manos en su estómago para acomodar al niño que venía de piernas y no de cabeza, Candela, pudo traer al niño sano y salvo, al igual que el segundo, al parecer eran dos mellos, un niño y una niña. Su madre logró verlos, abrazarlos y darles un abrazo, al rato expiró con una sonrisa que no se pudo borrar hasta el día de su entierro.
—¿Quién cuidará de sus hijos? —se preguntaban todos
—No lo sé, ¿Qué hay de su esposo? —preguntó Candela
—No tiene esposo —respondió una mujer
—Entonces ¿Cómo quedó embarazada?
—Hace meses que murió
En aquél momento donde discutían por quién se quedaría con los niños, se convirtió en una pelea que se llevó el tiempo de todo el día, nadie quería a los pequeños por miedo a la sangre que derramó su madre al darlos a luz, en ese momento tan absurdo para Candela, quien defendía a los bebés, se le dio la responsabilidad de los recién nacidos, para que los criara y se hiciera cargo de ellos, hasta el último día de su vida. Ella aceptó, con el pasar de los días los cuidó como si fuesen suyos, ella era evidencia de lo que es el verdadero amor de madre.
Por otro lado Fátima, quien aún se encontraba en la cocina junto con Jack, preparaba lo que sería el almuerzo de medio día, mientras picaba la verdura con rapidez cortó uno de sus dedos, su sangre la hizo recordar aquella vez que estuvo en el calabozo, cuando las ratas mordían sus pies y las cucarachas le caminaban por varias partes de su cuerpo, infectando su piel y contaminando los órganos de sus sentidos.
—¿Fátima? ¿Qué te pasa?
—Eh, ¿Qué me decías?
—Si te sucede algo
—¿Por qué lo dices?
—Te quedaste pensativa
—Ah, estaba recordando el pasado
—¿Qué clase de pasado?
—Cuando tu padre me mal...
—¿Mi padre qué? ¿Qué ibas a decir, Fátima?
—No, nada
—¿Se están tardando no?
—Eso parece —contestó—, ojalá nunca volvieran —dijo en su mente
—Fatima
—Dime
—¿Quién será el Rey cuando mis hermanos y yo crezcamos?
—Eso por ley se le consederá a tu hermano
—¿A Jacok?
—Sí
—¿Y por qué?
—Es tu hermano mayor, a menos que tu padre quiera eligir a Jacob o a ti
—Quisiera ser el Rey
—¿Por qué?
—Para hacer cambios en todo Kailto
—Apuesto que serías el mejor gobernando y controlando
—¿Por qué mi madre la Reina no me heredó nada? No tengo nada
Fátima caminó hasta él, tomó sus manos y lo quedó mirando para corregir sus pensamientos.
—No es así, tienes más que tus hermanos, eres muy poderoso Miguel
—Jack*
—Exact, eso
—¿Y por qué dices que soy muy poderoso? Soy muy débil, ni siquiera puedo defenderme de mis hermanos
—Porqué lo eres, más adelante lo sabrás y tus hermanos te tendrán miedo, escucha, todo lo que ves aquí, te pertenece
—¿Enserio Fátima? —preguntó emocionado
—Sí, enserio
—¿Y cuándo pasará?
—¡Ay niño! Haces muchas preguntas, ven, vamos a la mesa
—¿No vamos a esperar a mi padre y a mis hermanos?
—Ya llegaron
—¿Qué? ¿Cómo lo sabes?
—Por su olor
Cuando Jack y Fátima fueron a la mesa, allí se encontraban Ildico y sus hermanos, parecían unos reyes sentados, esperando que la servidumbre les sirviera el bocado, para calmar sus apetitos y la sed en sus gargantas.
—¿Cómo está marchando todo?
—Muy bien, Fátima, todo de maravilla, ¿Cierto hijos?
—Sí, el trigo sigue creciendo y multiplicandose, creo que por ahora somos el Reino más rico —contestó Jacok
—Ese es el objetivo hijo mío, pisotear a los demás Reinos, en especial a Nafar
—¿Cuándo me llevarás papá?
—Tú ni puedes ir gusano
—¡No me llames así!
—¡Basta! —les gritó su padre—, en la mesa no se pelea
—Pero, es que...
—Ya, silencio, Jack, no quiero escuchar peleas ni ofensas en la mesa, mientras comemos
—¡Siempre no me escuchas! ¡Siempre me ignoras! ¡Siempre defiendes a Jacok de la palabras que me dice! —gritó el inocente de Jack llorando
—Jack...
—Perdone mi Rey, pero él tiene razón
—Cállate Fátima
—¡No me cayo! No olvides que sin Jack usted no tendría lo que tiene
—¡Cállate!
—O hace algo ahora mismo o verá las consecuencias
—¿Y qué es lo que quieres que diga, estúpida?
—Sus hermanos siempre lo están molestando
—Eso no es cierto padre
—Claro que sí Jacob, siempre lo maltratan
—Escuchen ustedes dos, no quiero saber que están molestando a su hermano o les irá mal
—Pero padre...
—¡Pero nada! Ahora a vamos a comer y no quiero escuchar ni una sola palabra
Jacok y Jacob comenzaron a mirar a su pequeño hermano con odio, aunque también pensaban que lo de su padre era fingido, pero aún así, les daba rabia que Fhatercul les llamara la atención frente a él y a Fátima.
A diferencia de Kailto, Nafar era conocido por la paz que cultivaban y no por sus cosechas, Zaya sabía que todo era obra de Jack y que sin él, Ildico, no era nada, ni siquiera cargaría consigo toda la riqueza que lo hacía el Rey más famoso, no solo por la cosecha del trigo, sino por todo el oro en sus bolsillos, que encontraron sus sirvientes en cuevas y tierras donde habían cantidades de cadáveres vuelto cenizas.