Capitulo 1 El nacimiento
El mundo está lleno de tantos misterios que el hombre aún no ha descubierto, los lugares más oscuros suelen arrastrar al creyente al borde del abismo, el creyente a la magia negra y a la magia blanca. Misterios sin resolver dan tantos giros a la existencia de la vida, lo paranormal y el tiempo de la vejez, cuando el pellejo se estira como caucho, nos volvemos cenizas y nos pudrimos convirtiéndonos en el alimento que engorda al gusano.
Las tierras de Kailto, un lugar gobernado por un rey malvado cada vez eran plagados sus cultivos, lo que llevaba a los siervos renunciar al oficio que los dejaba ciego y los enfermaba emocionalmente, llevándolos a la depresión hasta provocar sus propios suicidios. Los testigos de los trágicos hechos se preguntaban que provocaba los extraños sucesos que pasaban frecuentemente en el lugar, la prosperidad llegaba a su fin y las tierras de la realeza estaban por ser gobernadas por la oscuridad, porque los reinos oscuros amos de las noches frías, estaban por gobernar el terreno de la luz que se apagaba y la luz que se encendía.
Los gritos de la Reina Tahara espantaron a los cuervos que adornaban el castillo, los árboles movían sus ramas fuertemente haciendo caer sus frutos podridos que se desvanecían en la maleza volviéndose polvo, pues el hijo del rey Ildico Fhatercul, gobernador de todo Kailto estaba por nacer y las magias oscuras venían por el pequeño, por ser engendrado en el vientre de la hechicera más poderosa de magia blanca del bosque Kailto.
—Mi Reina, el bebé ya viene, falta poco, por favor ¡Empuje! ¡Empuje!
—Fátima, Fátima escucha, quiero que mi bebé se llame Miguel, quiero… quiero que, que nunca dejes que el Ildico se le acerque, sé que tratará de hacerle daño
—¿Miguel? Es un nombre muy simple para un príncipe, para su tercer hijo su majestad
—Porque es así, quiero ese nombre, para que se diferencie de sus dos hermanos, este es muy especial y será la llave que abra el cofre de la verdad
—No haga fuerzas alteza, el sangrado está empeorando, mi reina, por favor….
—Cuídalo, por favor, prométeme, ¡Aaaah! —gritó—, Prométeme que siempre lo cuidarás —le dijo y con su mano sujetada en el hombro de su “fiel amiga” expiró la reina
—Se lo prometo mi señora ¿Señora? ¿Reina Tahara? ¡Mi reina! ¡Despierte! ¡Despierte! ¡Reina Tahara! Oh, no, ha muerto, la reina ha muerto
Angustiada y triste por la partida de su Reina, Fátima tomó al bebé entre sus brazos mirando sus hermosos ojos del color del cielo reflejado en el mar, su primer llanto desató un remolino de viento que arrasó con todo en el bosque, los cuervos revoloteaban locamente por las paredes del castillo. El Rey Ildico, observando el hecho tan impresionante desde la ventana de la sala, tomó su espada bañada en oro y comenzó a quitarle la vida a las desagradables aves que se estrellaban contra las paredes con la intención de entrar, el día se volvió noche, las nubes se amontonaban haciendo de el cielo un agujero n***o de donde salían más cuervos haciendo un horrible canto, comenzó a llover fuertemente, los truenos y relámpagos caían sobre el castillo y asustaban al recién nacido haciéndolo llorar, sus llantos eran cada vez más fuerte y en ese instante entraron los cuervos súbitamente partiendo los cristales de las ventanas, destrozando todo aquello que era valioso para el Rey.
—Malditas aves ¡Váyanse! ¡Fuera de mi castillo! ¡Largo! —les gritaba furioso.
—¡Papá! ¡Papá! Tenemos miedo, los árboles se mueven, los árboles se mueven —gritaban sus dos hijos asustados y corrieron hacia él abrazando y sujetando la vestimenta de su padre
—Tranquilos niños, todo estará bien, vayan a su cuarto y escóndanse muy bien —les dijo abrazándolos—, maldita sea, ¡Fátima! ¡Fátima!
—Si señor
—¿Qué pasó con Tahara?
—La reina ha muerto mi Rey, es un varón el bebé, a nacido su tercer príncipe
—¿Qué? ¿Está muerta? —reaccionó sorprendido—, Ya sé que es un niño ¡Llévatelo! ¡No lo quiero ver!
—Pero señor……
—¡¿Qué no me oíste estúpida?! ¡Obedece! ¡Llévatelo fuera de este castillo!
—¿Y a dónde lo llevo señor?
—Al bosque, ya vienen por él y no quiero que mis otros dos hijos sufran lo que debe sufrir él, te hago responsable de lo que le pase y ni se te ocurra culparme, por tu reina este niño será miserable
Escuchando la orden del rey Ildico, Fátima miró al bebé apiadándose del indefenso que en su regazo ya dormía tiernamente, este lo había hecho recordar aquél aborto que sería hijo de la servidumbre y príncipe oculto a la vez, por ser ella la amante de un hombre disfrazado de la alta sociedad cuando realmente era un brujo. A las sombras de a quien le servía, tenía pensado llevarlo lejos de las tierras del palacio donde su hermana Candela, quien vivía del otro lado de las tierras, pero lastimosamente al poner un pie afuera, fue atacada por una manada de animales que la tiraron al suelo lastimando al niño entre sus brazos, asustada del color del cielo y a los seres vivos que llamó plaga, entró al castillo cerrando sus gigantes puertas y corrió hacia el Rey diciéndole que no podía.
Ildico la llamó inútil, le quitó al bebé dándole una gran bofetada y la estrelló contra la pared dejándola inconsciente, del bolsillo de su grueso pantalón sacó un cuchillo afilado, se cortó la muñeca y sus gotas de sangre caían sobre los ojos de su tercer hijo, a este se le pusieron los ojos tan rojos que lo llamó hijo de Satanás, mientras sonreía el pequeño que al parecer intentaba hablar.
—Demonio, demonio, ¡eres hijo del demonio! —decía
Al momento de intentar tirarlo al suelo notó desde la ventana que el suelo se movía, los pájaros se espantaban y el polvo del suelo flotaba, algo inmenso se dirigía hacia él y a su castillo, entendió entonces que tenía que tratarlo con cariño tal y como lo había platicado con la reina Tahara antes de fallecer, ya que si se negaba, en sus tierras la plaga crecería inmensamente dejándolo sin cultivo y todo su reino sería destruido por la alianza de los seres fantásticos y a la vez temibles de su difunta esposa.
Preocupado abrazó al bebé, soltó el cuchillo, cerró sus ojos y lo llamaba Jack, en su mente anhelaba que todo se terminara, supo en ese entonces que durante años no tendría paz, que su hijo debía estar pegado a él por toda la eternidad como una garrapata, porque la semilla poderosa que había dejado Tahara, sería quien terminaría con las fuerzas oscuras, enemigos de las tierras de Kailto. Al abrir los ojos todo había terminado, pareciera como si no hubiese ocurrido nada, las ventanas del castillo estaban intactas como si nunca hubieran partido sus cristales, los árboles movían sus ramas con el fresco viento tenue en donde reposaban cantidades de canarios con sus hermosos cantos, el día volvió a ser el día, el sol iluminaba con sus rayos todo el lugar y el Rey Ildico sintió tanto alivio, porque tenía la esperanza de que en un futuro cuando su tercer hijo creciera la plaga de la cual temía terminaría.
—Tu madre ha dejado un legado en ti, ahora me perteneces, si te separan de mí, fracasaré —dijo en su mente
Más allá de Kailto, donde el frío y la niebla espumosa se mezclaban creando un vapor tibio, seres no humanos salían de sus cuevas en los grandes pantanos, el lugar era tan escalofriante que todo animal que tocara sus aguas desaparecían en la boca de los hambrientos monstruos que allí habitaban.
—Al parecer el Rey ha decidido quedarse con el pequeño —dijo uno de ellos con la voz ronca
—Entonces ¿Qué haremos? La plaga que hemos enviado a sus tierras no han dado resultado —dijo otro
—La seguridad de nuestros poderes es más fuerte que sus hechizos, tranquilos hermanos, Ildico no soportará el estrés —respondió el primero y desapareció
Todos volvían a sus oscuros huecos, en el que alacranes e insectos peludos se alimentaban de la baba de estos. Por encima del horrible espacio volaba una hermosa paloma blanca, agitando sus alas ignorando el lugar voló rápidamente hasta llegar a su destino, otro Reino donde reinaba la paz.
—¿Qué ha pasado con Tahara Nanly? —le preguntó la soberana del reino
La paloma flotó unos segundos enfrente de ella y de la nada se convirtió en una hermosa joven que le dio el triste comunicado que la reina de Kailto había muerto. Se llevó una gran impresión que no podía creerlo, se apoyó con el balcón desde donde miraba sus tierras que crecían enormemente, sus lágrimas caían volviéndose copos de diamantes que el viento se llevaba hasta desvanecer, recordó aquél estío tan triste cuando Tahara la había salvado de un asesino espíritu llamado Yaku-Runa en uno de los tantos pantanos donde reinaba la oscuridad.
—Era mi amiga Nanly, su padre era amigo de mi madre —le dijo llorando
—Reina Zaya, comprendo su dolor, la reina Tahara era un mujer maravillosa que siempre hizo del mal el bien, era una mujer muy alegre pero al menos un pedazo de ella está vivo
—¿Qué? ¿De qué estás hablando? ¿A qué te refieres? —reaccionó sorprendida—, ¿Te refieres a sus dos hijos Jacobo y Jacok?
—No mi señora, Tahara estaba embarazada y acabó de dar a luz a un hermoso niño
—No, eso es imposible, ella nunca me dijo nada, ¿Cómo es eso? Cuéntame más y sé clara, por favor
—Tahara al dar a luz falleció, estuve desde la ventana en el cuarto donde sucedió todo, mientras unos cuervos bajaban de un inmenso agujero que empezaron a atacar al Rey Ildico, sus últimas palabras fueron que el bebé tendría por nombre “Miguel” y le pidió a la sirvienta que nunca dejara que su esposo se le acercara , ¿Está usted segura que era por la enfermedad que tenía?
—No puedo creer en todo lo que me dices, Ildico me comentó tres días antes cuando la fui a visitar que estaba sufriendo del corazón, ¡Que se le iba el aire! ¿Por qué pediría algo así? Ella siempre me dijo que Ildico la trataba con amor, que la quería. No entiendo Nanly, no entiendo realmente, ¿Qué más pasó aparte de los cuervos?
—El bosque, los animales, todo estaba desordenado, las aves atacaron al rey y escuché a sus hijos gritar cuando todo pasaba
Después de tanto platicar sobre la triste y extraña partida de la reina Tahara, en las tierras donde la plaga seguía creciendo, los campesinos supervisaban el cultivo que se marchitaban entre sus manos al tocarlos, el maíz, el trigo y el arroz se convertían en arena azabache, los gusanos devoraban las hojas verdes de las plantas en el jardín del palacio, donde Ildico Fhatercul aún se encontraba. Pensando tantas maneras de sobrevivir a la lucha que llamó guerra, de los grandes suplicios que iniciaban a estresarlo decidió dejar a su hijo sobre su alcoba, se dirigió hacía donde la sirvienta que dormía del golpe aquél le había dado y comenzó a despertarla.
—¡Levántate! ¡Fátima, levántate! —le decía
—¡Noooo! ¡No me vuelva a lastimar! ¡No me golpee! —despertó gritando
—Tranquilízate, no te voy a golpear, ¡Anda! ¡Levántate! Necesito que me ayudes
—Dígame
—Necesito que cuides muy bien a Jack y a los otros dos niños
—¿Jack? —dijo ella confundida
—Sí, el tercer príncipe así se llamará, ¿Hay algún problema?
—Pero la reina me dijo que su nombre sería Miguel, esas fueron sus últimas palabras, yo se lo prome…
—¡Cállate! —le gritó sin dejarla terminar de hablar—, ¿Miguel? Escucha —le dijo tomándola por el cabello fuertemente—, la reina está muerta, ¿Entiendas? En unas horas estará bajo tierra y si quieres obedecer lo que fue su voluntad, lo harás en su tumba, únicamente recibes órdenes mías ¡¿Escuchaste?! ¡Dime si me escuchaste! Yo soy tu único Rey
—Sí señor
—Ahora repítelo: usted es mi único Rey y solo a usted servirá ¡Anda! ¡Dilo!
—Usted, usted es mi, mi único Rey y solo a usted servirá mi señor —dijo. Fátima sintió que esta había sido la humillación más grande que le había hecho Ildico, en su mente lo llamaba maldito, mientras disimulaba siéndole fiel hipócritamente.
—Así me gusta, por cierto, mi cama extra tu cuerpo, te espero esta noche en él. Ahora ve y cuida a los niños —le dijo tomándola por la cintura
—Está bien su majestad, por favor suélteme, me lástima
—Eso espero —le dijo soltándola—, además ese nombre que me mencionaste es muy horrible para el hijo de un rey
—¿Y a dónde va, señor?
—¿Te importa?
—Perdone —le dijo bajando la cabeza
—Ahora ve a mi cuarto y cuida de Jack y de los otros niños ¡Rápido! No te quedes ahí parada
Fátima caminó enojada hacía el cuarto del rey, cuando entró se llevó un gran susto al ver que los otros príncipes jugaban con el bebé como su fuese un juguete, inmediatamente se lo arrebató de lo brazos al primogénito de Ildico, lo tomó por las orejas y los sacó de la habitación.
—¿Qué creen que hacían malcriados? —les dijo
—Cuando venga mi papi le diré que golpeaste a mi hermano, te arrepentirás —le dijo el segundo mirándola con odio
—Maldito mocoso —dijo en su mente y comenzó a cantarle al bebé que inició a llorar
Mientras, el rey Ildico salió con su armadura de plata montado en un fino corcel llamado Clerk, corriendo por todo el bosque miraba entristecido como los alimentos que cultivaba se pudrían, desvió la mirada hacia unas enormes campanas de hierro y siguió yendo sobre entre saltos de cuatro patas hasta llegar a una pequeña iglesia llamada Fer. Al bajar del caballo, Ildico, entró y fue hacía el padre quien se encontraba arrodillado orando a su Dios y que al sentir los pies de quien se dirigía hacia él supo que era una mala presencia.
—Padre Morse, ¿Cómo ha estado? —preguntó seguro con voz estricta
El hombre se levantó, vestía de monje, era calvo y al voltearse se sorprendió
—Miren a quién tenemos aquí: al Rey Ildico Fhatercul, ladrón de joyas y de castillos
—No olvides también ladrón de amores —le dijo riendo—, no he venido a que me llames o me trates a lo que piensas, lo cual es mentira, ya te he dicho que yo no soy un ladrón, soy solo un galán
—¿Ah, no? ¿Y cómo está la reina? A ella me la robaste como has dicho. Hoy no han venido a traer los desperdicios para mis cerdos y las caridades para los niños del orfanato
—La plaga nos ha dejado sin nada y tristemente siento decirte, que Tahara falleció dando a luz a nuestro tercer hijo
—¡¿Qué?! —exclamó sorprendido—, ¡Me estás mintiendo! ¡¿Dónde está Tahara?!
—¡Por Isabel de Inglaterra! La reina Tahara, la mujer por la que decidiste ser monje, por no ser correspondido a su amor está muerta
—¡No! ¿Tú la mataste cierto?
—El parto fue muy delicado, me dio tres hijos y ahora necesito de tu Dios
—¿El, el bebé nació bien? —le preguntó llorando
—Sí, sí claro, Jack está muy bien
—¿Puedo verlo?
—Eso ni lo pienses
—Yo la amaba Ildico, pero llegaste tú y todo se acabó
—Sí, ¿Sabes Morse? Me pregunto ¿Qué hubiese pasado si hubieras sido tú ahora el rey? ¡El rey Morse! Ja, ja, ja, ja, este cargo te queda muy grande
—Tú le robaste todo….
—Cállate
—Su Reino, sus joyas, si no hubieras aparecido en aquél ridículo juego de su padre, aún serías un maldito ladrón de pepinos……
—¡Cállate, cállate!
—Y me robaste su amor, y ahora, ahora vienes a pedirme oración por ti y tu reino, porque sabes que esas criaturas vienen por todo aquello por ser un maldito, ¡Un maldito brujo!
—¡Que te calles! —le gritó dándole un golpe partiéndole la nariz, haciéndolo sangrar—, lo que soy o lo que haga eso a ti no te importa, soy Ildico Fhatercul y saldré de ese peligro, pero antes tendrás que orar por mí y asegurarte de que tu mugroso Dios escuche tus palabras ¿Te quedó claro Morse?
—Aunque me golpees sabes que mis verdades dañan tu n***o corazón y no resistes escucharla, demonio
—Todos tenemos un demonio adentro mi querido Morse, ahora debo marchar, tengo que cuidar a mis pequeños y en especial a Jack. ¡Adiós Mor! ¡No olvides las oraciones!
Deprimido se levantó limpiando su rostro bañado en sangre, observaba marchar al caballo en el que iba Ildico, miró a los cielos y cerró sus ojos, comenzó a recordar los momentos más felices que había vivido con Tahara, siempre estuvo enamorado de ella y le dolió tanto saber que había muerto, ya que nunca le confesó lo que por años cayó en su corazón.
—Descansa en paz, perdóname señor lo que voy a hacer, pero debo cuidar del los hijos de Tahara —dijo en su mente y entró a la iglesia para hacer la orden aquella que le había dado su enemigo.
De regreso por el bosque, un terrible olor vagaba por el viento muerto que dejó a varios árboles sin hojas, Ildico tapaba su nariz para no sentir aquella apeste que le daba mareos, el olor cada vez se hacía más grande e intrigado pensó en bajarse, pero en ese instante el corcel comenzó a relinchar asustado y saltaba moviendo su hermoso crin que aquél desagradable olor hacía caer.
—¿Qué sucede Clerk? —preguntó asustado
—¡Hiii, hiii! —hacía el mamífero con ganas de salir corriendo del lugar
—Tranquilo amigo, me voy a bajar para ver qué es ese olor
Al intentar bajarse del animal, este dio un tremendo salto que lo tumbó de su espalda y entre relinches y trotes, se fue rápidamente huyendo del bosque.
—¡No! ¡Clerk! —le gritaba nervioso—, ¿Qué le sucede a ese animal?
Decidió caminar tapando su sentido del olfato, aunque sentía curiosidad por descubrir que era lo que estaba muerto, imaginó que tal vez era un animal, aunque más adelante sabría lo que realmente le provocó miedo a él y a su corcel.