Melanie apareció en la cocina. No me había dado cuenta, pero había pasado casi una hora desde que me recluí ahí, y empecé con mis cavilaciones. Ya tenía dos botellitas de cerveza vacías sobre la mesa y muchas teorías en la cabeza. —No es temprano. Es de noche —dije, señalando el oscuro paisaje que se dejaba ver a través de la ventana que daba al fondo. Mel llevaba el pelo largo suelto. Se notaba que lo había secado con el secador de pelo, aunque aún se veía húmedo. Era un pelo muy n***o, muy lacio, muy largo, y muy brilloso. El tipo de cabello que las mujeres suelen admirar y envidiar, mientras que los hombres apenas atinamos a reparar en ellos. Vestía un suéter beige y un pantalón n***o brilloso, que parecía ser de cuero, aunque imagino que era de otro material. Dos grandes aros dorados