Henry y la boda de un primo. ADVERTENCIA: [La forma en la que escribí esto cambió a algo más neutral] * * * Al recibir la invitación para asistir en cierto país centroeuropeo al enlace matrimonial de mi primo Adrián José (Adrián) no me planteé el que, habiendo sobrepasado la barrera psicológica de los cuarenta años empezando a verme afectado por mis primeras, aunque todavía leves, dolencias reumáticas y con una ligera cojera a cuenta de un reciente esguince en el pie derecho que me costó bastante superar, fuera a realizar un viaje de tal envergadura para asistir a su boda al entender que desde que, por motivos laborales, mis tíos se habían ido a vivir allí, llevándose con ellos a sus entonces dos hijos varones, nuestro contacto se limitaba a felicitarnos las fiestas de Navidad y que, de