El momento cumbre de la revisión llegó mientras yo le comía la concha a Martina. Roberto me tomó por la cintura, obligándome a levantarme; sin embargo yo mantuve la cara pegada a la v****a de la chica. El ginecólogo, con mucha practicidad, me quitó la estaca anal e hizo aquello que yo deseaba tanto… y que ya estaba a punto de pedir. Su v***a se encajó en el agujero de mi culo y entró con tanta facilidad que me quedé sorprendida, pero eso no significa que no la haya sentido. Sí que la sentí, y fue delicioso. Su v***a no era tan grande como la de Magnus; aunque no me podía quejar de su tamaño. Era perfecto. Él empezó a bombear mi culo con cada vez más fuerza y yo hice lo mismo con el de Martina, sin permitir que la estaca anal saliera completa. El ginecólogo debía tener mucha experiencia