Sabía que la chica tenía una obsesión con eso de mantener su imagen perfecta y pulcra, pero no sabía que eso se trasladaba a sus momentos de intimidad. Pero saber este detalle, lejos de tirarme abajo la imagen sensual de Mel, me hacía sentir por ella una mayor lujuria. Nuevamente fantaseé con poseer a esa chica de gesto siempre altivo. Ya iba a ver si cogía conmigo y no me dejaba acabarle en la cara. Y lo de Fernanda era otra cosa que me traía como loco. Así que la pendeja tenía experiencia en tomarse la lechita, y encima lo usaba para manipular a los hombres. Bien putita había resultado la hermana del medio. Y eso que apenas tenía diecinueve años. Pero seguro que tomaba la mamadera desde incluso antes de que yo la conociera en ese minimercado de mi barrio. —Igual en las películas siempr