—No, todavía falto yo —dijo Valeria con enojo, había olvidado por completo a la pequeña muchachita y esto solo empeoraba mi situación con ella. —Perdón. —Decir perdón a cada rato no cambia nada —la mayoría habrá pensado que su comentario aludía a una típica discusión entre hermanas, pero mi madre y yo sabíamos perfectamente a qué se refería. La hermosa chiquilla se puso de pie y se quitó la bombacha con desgano, como si no le afectara en absoluto que todos pudiéramos ver su depilada y pequeña concha, pero luego de desnudarse hizo algo que le permitió a los presentes admirar los rincones más ocultos de su anatomía. —No dejen toda la ropa tirada en cualquier parte, que estemos jugando no quiere decir que tengamos que ser unos mugrientos. Al decir eso se inclinó hacia adelante mostránd