—¿Qué? —Que me falta algún estímulo… algo que me haga animarme a más… algo que me lleve a hacer locuras sin pensar en las consecuencias… y sola no puedo. Además sigo pensando que Valeria me odia… eso también me pone mal. Seguramente todos en la mesa observaban la escena sin entender nada, fijándose más que nada en mi culo, que se negaba a recibir ese pene de juguete. —Valeria, ¿podés venir un momentito? —preguntó mi madre levantando la voz. No escuché ninguna respuesta pero con sólo mirar de reojo pude ver que mi hermanita se acercó hasta nosotras sin chistar, permanecí con las piernas separadas y la cola levantada mientras abrazaba el respaldar del sillón, Valeria se colocó frente a mi madre, procurando no obstruir la vista. —Tu hermana necesita algo de ayuda —le dijo Magda—. ¿Podés