—Sí. Tomamos el rico tiramisú que preparó mi mamá y regresamos al comedor, el pecho me latía casi con la misma fuerza que solía hacerlo cuando tenía relaciones sexuales. Este vértigo producido por el riesgo me estaba despertando de mi letargo poco a poco. A Magda se le ocurrió acompañar el postre con una copita de coñac, lo cual me dio a entender que ya estaba planeando emborrachar a más de uno; esa copita sería la primera de muchas. Mientras servíamos el coñac me contó una nueva idea. El primer paso era el más sencillo: dejar que las horas pasaran; tal vez mi tía decidiera poner fin a su visita y se iría sin más. Aproveché el rato que pasaba mi familia charlando de forma natural, para darme un baño. Una de las quejas de mi madre fue por la ropa que yo tenía puesta, era triste, abu