— ¿Cenó? Pregunto cuando Eda aparece en el comedor sin la bandeja de comida con la que subió a la habitación de Alexa. — No señor, no quiso, aun así, le deje la cena en su habitación para cuando salga del baño. — Bien. Gracias, Eda, puedes retirarte. — Buenas noches, señor. — Buenas noches. Me siento un completo imbécil, pero no me arrepiento, maldición, claro que no me arrepiento. No sabía cuánto deseaba ese beso, sino hasta que mis labios estuvieron sobre los de ella, tan cálidos, dulces y suaves, aunque sé perfectamente que ahora todo cambiará. ¡Soy su maldito raptor, carajo! Apenas toco mi cena, mi apetito se esfumo y solo quiero acostarme y dormir, aunque ya me veo toda la noche desvelado, pensando en ella y en el beso que apenas y me correspondió. […] Una vez bañado y con m