Tengo que partir ya, acabo de despedirme de mamá y de Sariel, antes ya lo hice de los abuelos. Fue difícil escapar del abuelo, quería venir a toda costa conmigo, pero no era posible. Está vez tendrá que quedarse aquí y esperar.
Prometí que regresaría pronto, por el momento quiero ir al asentamiento y después ya iremos al Inframundo. Lo primero es lo primero, hay muchas cosas que necesito saber antes de llegar a ese maldito lugar.
Al principio estaban en lugar muy apartado y protegido por un campo de fuerza invisible, ningún ser vivo podría haber dado con ese lugar. Pero llegó un momento en el que los niños dejaron de ser niños, querían descubrir mundo, buscar pareja.. allí se estaban asfixiando y volviéndose violentos y agresivos entre ellos.
Mi padre decidió que era hora de que pudieran labrarse un futuro, quito el campo de fuerza y los dejo ir y venir bajo supervisión, de eso ya han pasado unos cuantos años y todo parece ir bien. Muchos de los chicos viven con sus parejas, han tenido hijos.. y lo que antaño fue un asentamiento ahora es una comunidad.
Papá y yo casi hemos llegado, somos tan parecidos que mamá siempre dice que soy el Mini yo de papá. A mí me resulta gracioso ese apodo.
Comparto el color de su pelo, el color de sus ojos y algunos de sus rasgos. Siempre se ha dicho que los ángeles poseen una belleza andrógina, su belleza contiene tanto femenino como masculino. Son bellezas únicas y especiales.
Parece ser que ya estaban enteradas de nuestra llegada, en la entrada de la comunidad nos esperan Carol y Margaret, ellas dos son las que dirigen este lugar. Se acercan a nosotros y nos saludan efusivamente.
— Heba está guapísima, hacía mucho tiempo que no te veía, has crecido tanto!— Dice Carol sonriendo.
— Que pena que tú madre no haya podido acompañarles. — Dice Margaret triste.
— Les manda recuerdos, ha prometido venir pronto a verlas y pasar unos días con ustedes.— Digo esperando que mi respuesta le haga cambiar el gesto. Cosa que consigo de inmediato cuando notó que ella comienza a sonreír. Eso me hace a mi también sonreír.
— Como nos pedisteis he reunido a unas cuantas mujeres, para que te cuenten sus experiencias en el Inframundo. Escucharas cosas que no te van a gustar, pero no te sientas mal, tu no eres culpable de nada.— Dice Carol preocupada. Y con razón aún no las he escuchado y ya me estoy empezando a sentir mal. Pero con ellas tengo que disimular.
— No te preocupes, estoy bien, solo que todavía no asimiló muchas de las cosas que están sucediendo. —
Entramos en un edificio, mi padre se queda fuera, todavía muchas de ellas, no han superado su temor y su odio hacia él. Una parte de mi las entiende, pero el nunca les hizo daño... Al menos directamente y después de todo el ayudo a salvarlas, por lo menos deberían estar agradecidas.
Todas las mujeres parecen tener cerca de cuarenta años, quizás algunas de ellas sean un poco más mayores, pero no mucho más.
Hemos pasado cerca de tres horas en el edificio, salgo muy tocada emocionalmente...
Todas fueron arrancadas de sus familias, de sus pueblos, sometidas y tomadas a la fuerza, a menudo golpeadas y humilladas. Pero no es eso lo que más me ha dejado hundida, sino el hecho de como narraban una a una sus historias, sin soltar una sola lágrima, no sentían nada, ahí me di cuenta de los rotas que estaban por dentro.
No puedo permitir que esto vuelva a sucerderle a ningún hembra más, da igual si es de una especie o de otra. Tengo que cambiarlo, pero se de antemano que no será nada fácil. Un mundo de hombres, con sus propias normas y leyes.
Donde yo soy una extraña y una mujer que llega para reclamar el trono que aunque es mío por derecho, dudo mucho que me pongan la corona nada más llegar.
Esta noche la pasaremos aquí, Carol y Margaret quieren presentarme a sus hijos, es como si los conociera por primera vez, hace más de trece años que no los veo. Así que deben de estar igual o más cambiados que yo. Solo recuerdo que sus ojos eran rojos.
Los hijos de Carol era Damián si mal no recuerdo y Azrael, este nombre si lo recuerdo porque es el nombre del gato de Gargamel. El hijo de Margaret era.. Bael, si ese era su nombre. También conoceré a dos de sus parejas pero no recuerdo quién estaba con quién? Que desastre soy igual de despistada que mamá. Jajajaja..
Papá se lo recuerda continuamente, "tu hija a salido a ti, esta siempre en las nubes" palabras textuales del ángel guardián.
Así es como le llamo yo en secreto. Jajajaja..
Venga es la hora de volver a ver a esos chiquillos de mi infancia. Quién sabe que podría pasar...
Acabamos de llegar, la mesa está preparada dos chicas jóvenes nos indican que nos sentemos. Dicen llamarse Alma y Luz, vaya nombres más apropiados para ser las compañeras de unos demonios. No puedo evitar soltar una risita, lo se! Aveces soy mala!
De la nada aparecen dos chicos de aproximadamente mi edad, nos saludan a mí y a papá, se presentan como Damián y Bael, se acercan a las chicas y les dan un tierno beso, se les
ve tan felices.
La cena empieza con una silla vacía justo a mi lado, Carol parece enfadada, ahora me doy cuenta del porque de su enfado, la silla vacía pertenece a su hijo Azrael.
Pide disculpas y se dirige a la calle, minutos después camina a lado de un hombre moreno, apuesto y muy atractivo, sus ojos son rojos como el rubí, un escalofrío recorre mi espalda, mis ojos están clavados en los suyos. Haciendo imposible separar nuestras miradas.
Un aroma a moras se instala en mis fosas nasales, este aroma despierta nuevas sensaciones dentro de mi esto solo quiere decir una cosa.
El, él es mi mate...