Capítulo 13

2297 Words
Observando al pequeño humano a una prudente distancia para que este no se percatara de su presencia, Drake lo seguía a través del bosque sintiendo una profunda molestia porque su mano derecha le dejara alejarse como si nada del centro del pueblo, como si repentinamente olvidara de los animales salvajes junto a todos los peligros que había ahí afuera. Ni siquiera permitían que los cachorros fueran demasiado lejos en el bosque sin la supervisión de un adulto por temor a que algo les pasara, ¿qué estaba pasando en la cabeza de Mikel como para dejar que ese pequeño humano débil se internara solo? ¿Y si un animal salvaje se le atravesaba y lo atacaba? ¿Y si se perdía en el bosque? ¿O si se lastimaba en este? ¿Quién lo ayudaría si iba solo? ¿Quién lo protegería? Su lobo se removió molestamente y presionó para que acortara la distancia entre ellos, sin gustarle para nada el gran margen que había dejado entre ellos para ocultar su presencia. A pesar de ello, Drake lo ignoró sin deseo alguno de acercarse más que eso, no luego de lo ocurrido la noche anterior. Y aunque ciertamente no había sido su intención asustar a aquel humano con su apariencia, esta debió de haber sido lo suficientemente aterradora como para que gritara de esa forma, y si él gritó por ello, nada le decía que ahora el ratoncito no le temía. Era estúpido, el alfa dominante lo sabía mejor que nadie. Ni siquiera comprendía por qué se estaba preocupando por esas tonterías que antes ni le interesaba, pero por alguna extraña razón, el pensar que ese hombrecito realmente pudiera temerle como hacía todo el mundo, removía cosas incómodas y molestas en su interior que le impedían acercarse para averiguarlo. Drake ciertamente no podía comprender su extraño comportamiento, y con todos los problemas que tenía en su mesa, tampoco quería indagar sobre ello. Y, aun así, simplemente no podía dejar solo a Andy. Emitiendo un sonoro suspiro por su extraño comportamiento, Drake se detuvo y observó al ratoncito agacharse frente a una extraña planta y anotar algo en su cuaderno. La curiosidad de lo que había escrito picó en él, pero aun así, no se acercó y solo lo miró a la distancia. —¿Hasta cuándo piensas seguirme, alfa líder? La repentina pregunta del pequeño humano tomó por sorpresa a Drake, quien por instinto, se movió ocultando más su figura en el árbol. Al observar en aquella dirección, Andy bufó al no observar dicha sombra. —Oh, vamos. Eso es tonto, es bastante obvio que me has estado siguiendo desde el mismo instante en que entré al bosque —indicó levantándose—. No tiene sentido que te escondas e intentes hacerme creer que estoy solo, me dijiste que ningún animal se te acercaba porque te tenían miedo, y ninguno se me ha acercado desde que entré —argumentó. Al no obtener respuesta alguna, el pequeño humano suspiró y juntó sus cejas. —¿Esto es por lo de anoche? ¿Te sientes avergonzado? —¿Quién está avergonzado? —espetó Drake. Saliendo de su escondite, enfrentó directamente al pequeño humano con una expresión enojada. —No me mires así, ¿qué más se supone que iba a pensar si me estuviste evitando toda la mañana y ahora te escondes de mí? —argumentó. —Es tu culpa —gruñó. Andy parpadeó y observó al cambiaformas con confusión. —¿Es mi culpa que me estés siguiendo y escondiendo? —Sí. ¿Cómo se supone que me acercaré a ti otra vez luego de lo que pasó anoche? ¿Y si te asustaba? —argumentó el alfa líder. —Para aclarar, yo no fui el que gritó asustado, ese fue Rossell y con justa razón. —Entonces sí te asusté. —Apareciste en esa extraña transformación en donde no eres completamente humano, pero tampoco un lobo por completo, y como si fuera poco, estabas cubierto de sangre —indicó—. Ya eres enorme estando en tu forma humana, así eras como el doble, era bastante obvio que lo asustarías a él y a cualquiera. Abriendo su boca para gruñir, Drake no emitió palabra alguna y observó con más atención al ratoncito tras asimilar sus palabras. Juntando sus labios, el alfa dominante le olfateó y no encontró nada más que el agradable aroma natural rodeándole, sin nada de temor. —No estás asustado... —Por supuesto que no —resopló Andy—. Te lo dije, el que gritó anoche fue Russell, no yo. —Eso no tiene sentido, ¿por qué no estás asustado? —preguntó confuso. —¿Eso es lo que quieres? ¿Qué esté asustado de ti como todos? —preguntó el humano juntando sus cejas. —¿Qué estupidez es esa? Claro que no quiero que estés asustado de mí, eres la primera persona que no teme de un solo vistazo —indicó Drake. —¿Entonces? ¿Por qué la insistencia en que te tema? —indagó Andy. —No es que esté insistiendo, solo pensé que tendrías miedo y no querías volver a verme, por eso me alejé —argumentó—. Pero por lo visto fue una completa estupidez —resopló y negó divertido—. Debí de haber imaginado que no podría lograr asustarte solo por haberme visto de aquella forma anoche. —Dabas miedo —aclaró Andy—. Cualquiera habría gritado de esa forma. —Tú no lo hiciste —indicó. —En un principio iba a hacerlo, pero entonces nuestros ojos se encontraron y supe que solo eras tú —aclaró—. No había razón para temer, no es como si fueras a hacerme daño, a pesar de que tu apariencia sí asustaba como un demonio. Observándolo fijamente, una lenta sonrisa se estiró entre los rígidos labios del alfa dominante. —No sé si eres demasiado inocente, ingenuo, o tonto —comentó cruzando sus brazos. —Y yo no sé si eres demasiado directo, imbécil o el paquete completo de idiota —resopló Andy, lo cual solo causó la risa del contrario. Y la forma en que esa ronca risa provocó que una cosa extraña en su cuerpo se removiera, no le agradó para nada al pequeño humano. —Como sea, ahora que sabes que no estoy asustado de ti, no te sigas escondiendo ni observándome mientras me sigues a todos lados, es molesto, no me gusta —ordenó. —También eres algo mandón, ¿no? —comentó Drake con entretención. —No, solo me gusta ser claro. Salí de la ciudad precisamente porque no me gustaba ese tipo de cosas, como para ahora seguir pasando por ello por un cambiaformas que tenía miedo de preguntar si estaba asustado —argumentó Andy. —Yo no tenía miedo de preguntar nada —exclamó indignado. —Claro, por eso me evitaste esta mañana y me estuviste siguiendo a escondidas a través del bosque —le recordó. —Solo me aseguraba de darte tu espacio y a su vez, de protegerte correctamente —se excusó el alfa líder—. Prometí que los mantendría a salvo mientras estuvieran aquí. Observándolo con duda, Andy empujó sus lentes más hacia arriba y dejó ir el tema. —Bien, como digas, pero no me vuelvas a seguir de esa forma. Prefiero que camines a mi lado sin importar la apariencia que tengas o estés bañado en sangre —expresó el ratoncito. —¿Y si estuviera desnudo? ¿Tampoco te importaría? —preguntó sonriente—. Apuesto que lo esperas. —No echaba para nada de menos tus comentarios estúpidos. Negando como si Drake fuera un caso perdido, Andy decidió seguir con su camino, tomando notas de vez en cuando de ciertas plantas que veía. —¿Por qué haces eso? —preguntó el alfa líder al percatarse de ello. —Porque son platas medicinales que ayudan con los síntomas del resfriado —respondió—. Últimamente he visto a más de un pequeño toser, es buena idea tomar nota de donde puedo encontrar este tipo de plantas. —¿Y por qué no simplemente la tomas y te las llevas? —Porque no logro mucho con hacer eso sin mi equipo para preparar medicina —explicó y le observó—. ¿Tienes alguna forma de contactarte con el príncipe Caspian? Se supone que antes de venir a tu manada, él nos hizo hacer una lista de las cosas que podríamos necesitar aquí, pero no he tenido ni una sola noticia al respecto. Las cejas de Drake se juntaron brevemente, sintiendo una estúpida molestia porque Caspian estuviera proporcionándole cosas al ratoncito, de una forma más molesta a cuando Mikel se ofreció a alimentarle. —No me dijo nada al respecto, pero lo averiguaré —anunció. Observándole de reojo, Andy juntó brevemente sus cejas. —¿Por qué te enojaste? —¿Quién se enojó? —Tú. —No lo estoy, así soy siempre. Observándolo extrañado, el hombrecito negó y dejó ir el tema, sin insistir demasiado. Tropezando con una singular roca, el brazo de Drake inmediatamente se movió para atrapar al ratoncito antes de que cayera al suelo y lo atrajo a su cuerpo. —Gracias por eso, no había visto esa roca —refunfuñó Andy. Al intentar enderezarse, observó extrañado al alfa líder, quien no le dejó partir. —¿Alfa líder? —Drake. Andy parpadeó. —¿Qué? —Llámame por mi nombre, Drake. —Está bien, Drake. Ahora, suéltame —ordenó observando esos intensos ojos dorados. Una molesta sonrisa creció en el rostro del alfa dominante, pero en vez de molestar al humano, Drake le dejó ir. —¿Qué hace un pedazo de concreto en medio del bosque? —resopló Andy, señalando dicho objeto en el suelo cubierto de musgo y raíces. —Cerca debe de haber alguna casa u otra parte del castillo —anunció Drake como si nada. —No he visto ningún castillo desde que llegue aquí —indicó Andy, observándolo. —Está en la dirección contraria en la cual has estado hasta ahora, al igual que el resto de lo que era antes toda la manada Luz de luna —explicó observando lejos. —¿Quieres decir que eran más de ochenta personas? —Éramos la manada más grande que existía, hasta que nacieron dos dominantes que ansiaban el poder y como el pueblo estaba dividido, nos separamos dividiendo la isla también. Unos se fueron cerca de la costa, y otros se quedaron en la profundidad del bosque —contó y resopló—. Fue una de las pocas historias que me contó mi estúpido padre. Observando a su alrededor, el pequeño humano empujó sus lentes más arriba y siguió con su camino. —Nunca esperé que antes fueran una sola manada. —Fue hace mucho tiempo atrás, pero mientras los Von Kleist crecían, nosotros no. Hay varias ruinas de los lugares que antes estaban llenos de vida —comentó. —Suena como algo digno de investigar, una vez arregle todo lo malo que hay en tu manada —decidió Andy—. Solo espero que el tiempo me alcance para todos los arreglos que quiero hacer. —¿Ya sabes que arreglos hacerle a mi manada? —indagó Drake. —Por supuesto que sí, y lo primero a arreglar es el tema de la comida. Si tienen que cazar cada día, no tienen tiempo ni cabeza para pensar y preocuparse en otras cosas —argumentó. Cuando finalmente llegaron a la laguna que le indicó Mikel, Andy dejó escapar un pequeño suspiro de alivio. —Finalmente, mis pies ya estaban cansados de tanto caminar. Acercándose a la orilla del lago, Andy fue directamente hacia aquella que tenía grandes rocas y se sentó en una de esta, sacando su ropa sucia y la barra de jabón, las mojó y comenzó a lavar las prendas. —El agua está tibia —detectó. —Es porque el riachuelo toma todo el sol en su camino y al llegar aquí toma más, el sol pega desde el mismo instante en que sale hasta que se esconde —explicó Drake—. ¿Por qué estás lavando tu ropa aquí y no en los lavaderos que hay en el pueblo? —cuestionó. —Porque no me dejaron usarlo —respondió tranquilamente—. Pero sirvió de algo, al menos podré venir aquí y tomar algunas duchas más cómodas. —¿Qué quieres decir con eso? ¿Tus compañeros no te dejan bañarte? —interrogó con su tono volviéndose más duro. —Si me dejan, pero a diferencia de ellos que se ayudan entre sí para llevarse los baldes y preparar la tina, tengo que hacerlo solo, lo cual es difícil con mi cuerpo sin músculos —explicó—. Podría hasta hacer mi propia tina aquí si consigo ciertos materiales —comentó pensativo. —Yo los haré por ti, un lavadero y una ducha, solo tienes que decirme que necesitas y cómo hacerlo —ordenó Drake molesto por esos estúpidos humanos que acompañaron al ratoncito. Dejando de lavar su ropa, Andy observó al cambiaformas con sospecha. —¿Por qué me ayudarías? —Porque no me sirve si estás preocupado por otras cosas que no sean en la manada —respondió obvio. —Tiene sentido —asintió Andy—. Terminando aquí te haré una lista de las cosas que necesito y comenzaré a dibujar los planos, no pueden ser tan difícil —aseguró satisfecho. Y con dicha confianza, cierta duda apareció en el alfa dominante. —¿Sabes arreglar cosas? —Depende de que cosa. —Un molino de agua. Deteniéndose, el pequeño humano le observó con sorpresa. —¿Tienes un molino de agua?
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