Deseando colocar un poco más de orden en la manada y motivando a los miembros para que trabajaran, en vez de comenzar a incluir el sistema monetario, Andy pensó en uno de boletas en donde cada adulto con las capacidades para trabajar tendría una, y dependiendo de aquellas capacidades, eran derivados hacia ciertas tareas que ayudaban en su propósito de hacer prosperar el lugar.
¿Cómo funcionaba el sistema de boletas?
Era algo muy fácil, realmente. Eligiendo a unas personas con rasgos de líder y conocimiento, Andy los derivó como supervisores de ciertas áreas, como la recolección de cacao y café, el cuidado del invernadero, la plantación de trigo, el cuidado de los animales, y por supuesto, un grupo de construcción para ayudar ya fuera en arreglar los corrales o las casas. Cada uno de ellos tenía un timbre, el cual colocaba en las boletas de cada persona que se presentaba a trabajar y cumplía correctamente con su trabajo. Al tener cierto número en su boleta, cinco, podían canjearlo directamente con Olsen, quien estaba encargado de racionar, almacenar y cuidar la comida.
Por supuesto, todo aquello era para que los miembros se motivaran a trabajar y ayudar a su manada, siendo recompensados por sus esfuerzos. Y para aquellos que no tenían ningún sello en su boleta, Drake había decidido que no se les entregaría absolutamente nada, ya que si preferían perder el tiempo en dormir y no hacer nada productivo, entonces perfectamente podían cazar y buscar su propio alimento, lo que solo hizo que la línea que los separaba de aquellos que seguían al círculo interno creciera aún más. Pero a su vez, hizo que más miembros fueran a su lado en busca de tener una mejor vida más estable.
Poco a poco, la perspectiva que los miembros tenían sobre Drake, iba cambiando, notando que, a pesar de su distinguible personalidad, su alfa líder no era un imbécil irracional malvado, como aquellos tres estúpidos del círculo interno se aseguraron de hacer creer a casi todo el mundo. Cuyas personas, rechazaron rotundamente el sistema de boletas y exigieron que se les regalara comida como hacían con aquellos adultos mayores que hasta dificultades para cambiar tenían, a lo que no solo Andy se negó, sino que el alfa dominante aprovechó de hacer notar sus injustos pedidos a los demás miembros al alzar la voz tras rechazarlos, lo que hizo que perdieran más puntos con aquellos que si trabajaban por su comida.
Ahora, el pequeño humano quería dar un paso más lejos y comenzar a enseñarle a los pequeños de la manada a leer y escribir, junto a otras habilidades básicas como sumar, restar o dividir. Y una vez estos alcanzaran un nivel similar de estudios a los cuales tenían el resto de la manada, Andy deseaba compartir más conocimientos incluyendo también a los adultos que deseaban aprender más.
Considerando que los pequeños no tenían mucho que hacer, Andy estaba seguro de que estos fácilmente irían a sus clases si las impartía de una manera entretenida, pero algo le advertía que con los adultos sería un poco más difícil, aunque esperaba que, el apreciar que sus hijos se volvían mucho más inteligentes que ellos mismos, se vieran tentados a aceptar su propuesta.
—Un paso a la vez, Andy. Primero ayuda a los pequeños, luego te concentras en lo otro —se murmuró a sí mismo.
Dejando de trabajar en el material de estudio que estaba preparando para los pequeños, el hombrecito se levantó de la mesa y observó a través de la ventana. Como no vio señal alguna de Drake, Andy decidió salir e ir al encuentro de este. Aunque no quisiera admitirlo, de pasar todo el bendito día con el alfa dominante pegado a su costado, a tenerlo por ciertas horas en el día gracias al trabajo que había aumentado, si hizo que de cierta forma el pequeño humano se percatara de su ausencia hasta extrañarle un poquito.
Sin contar, que a pesar de que había distraído al alfa dominante con el tema de Russell, aquello no significaba que Drake se hubiera olvidado por completo de la presencia de este, e incluso este mismo se lo advirtió. Ese tonto humano sumó los puntos suficientes como para que fuera tiempo de colocarlo en su lugar, y Andy estaba seguro de que si se encontraba por casualidad con este, Drake lo castigaría sin dudar.
Y aunque al hombrecito no le molestaba particularmente que lo hiciera, el tema era ¿cómo lo haría?
Si lo manejaba de manera pública y con castigo físico, los idiotas del círculo interno podrían inventar alguna mierda otra vez para sacar provecho de ello. Y considerando todos los esfuerzos que Andy tuvo para que los miembros de la manada lo aceptaran y comenzaran a cooperar, no quería que todo fuera arruinado por un idiota.
Por lo que, tenía que convencer a Drake de que tratara con el idiota de Russell de manera silenciosa, para que nadie sacara provecho de ello y a su vez, ambos quedaran satisfechos con haberle puesto en su lugar.
Llegando al centro del pueblo, Andy se detuvo y observó a su alrededor en busca del alfa dominante. Saludando a unas cuantas personas, el pequeño humano dio una vuelta esperando encontrar a Drake ayudando en la reparación de alguna casa, desde que este se había sumado al trabajo físico. Al encontrarse con una conocida figura que se había vuelto molesta y un tanto irritante con los días, Andy inmediatamente intentó esquivarlo dando media vuelta para buscar a Drake en otro lado.
Solo que, un hombre lobo siempre iba a ser mejor que un humano, por lo que aquella falsa copia de Drake, llamado José, inmediatamente le reconoció en esos escasos segundos y le alcanzó.
—Hey, finalmente saliste de esa casa —comentó el beta.
Observándolo, Andy movió su cabeza sin siquiera fingir una sonrisa para el contrario. Aunque José no era un idiota como Lucio, ni un interesado mentiroso como Russell, simplemente había algo en él que no terminaba de calzar. Ya fuera su apariencia tan similar al alfa líder, o esa extraña coincidencia de aparecer en cada lado al cual iba, solo no le agradaba.
—Lo dices como si nunca salgo, y si no lo hiciera no tendría encuentros contigo —comentó siguiendo con su búsqueda.
—Lo sé —sonrió—. Algunos dicen que un encuentro es el principio, el segundo casualidad, y el tercero el destino. ¿Crees en eso?
—No.
—¿Por qué? Creí que los humanos eran más soñadores —expresó confuso.
—Porque yo no soy ese tipo de humanos, si quieres tratar con ellos, tal vez deberías de hablar con Russell —aclaró—. Creo que ustedes dos se llevarían muy bien.
—¿Tan bien como el alfa líder y tú? —cuestionó.
Deteniéndose, Andy le observó con sus cejas levemente juntas.
—No me digas que tú también crees en esas estupideces —preguntó con desagrado.
—Por supuesto que no, incluso dudo que exista alguien en la manada que fuera de buena forma a la cama de ese tipo —resopló—. Yo sé que solo te obligó a mudarte con él para mantenerte trabajando día y noche, y eso no es justo. Entre todos los humanos que trajo, tú eres el que más ha ayudado, no debería de castigarte así.
—Wow, alto —ordenó alzando una mano—. Creo que te has equivocado en algo aquí. Drake no me obligó a mudarme con él, ni me está haciendo trabajar día y noche por la manada. Él ni siquiera me trata mal, en realidad, probablemente es la única persona que me ha tratado bien realmente —expresó con cierta sorpresa al reconocerlo.
El cambiaformas contrario resopló ruidosamente en respuesta. Con una expresión llena de compasión, José alzó una mano y con una confianza que Andy no le había dado, la colocó en su hombro.
—No es necesario que mientas, sé que te debe de estar amenazando para que digas eso.
—No, no lo hace. —espetó y apartó la mano en su hombro.
O al menos, lo intentó, ya que a pesar de su claro rechazo, José la siguió manteniendo en su lugar ejerciendo una presión que torció los labios de Andy en una mueca.
—¿Qué crees que haces? —cuestionó y le observó directamente a los ojos.
Y al encontrarse con ese par color avellana, Andy se encontró con las mismas emociones que su ex reflejó en sus ojos cada vez que le observaba, y ninguna de ellas reflejaba precisamente algo bueno. Pero aquella mirada, le hizo entender al pequeño humano por qué nunca se sintió cómodo alrededor del beta, y era porque el idiota era un imbécil mentiroso al igual que Samuel.
José, solo era un idiota que estaba interesado en lo que veía, una pequeña cosita dulce y bonita, pero una vez se diera cuenta de que era todo lo contrario, cambiaría al igual que Samuel e intentaría moldearlo obligadamente a la pareja perfecta que él deseaba.
—Suéltame. —ordenó, intentando empujar aquella mano.
—Uy, ¿por qué ese tono tan frío? —preguntó con una sonrisa burlesca—. ¿Sabes? Si me dieras la oportunidad, yo podría demostrarte que soy mejor que mucho mejor que ese demonio salvaje.
Con fuerza, el hombre lobo deslizó su mano lentamente por el hombro de Andy, y cuando intentó acariciar su cuello, al dentro del humano simplemente se sintió mal. Con un desagradable sentimiento embargándole, el hombrecito ni siquiera lo pensó antes de alzar sus dos manos y empujarle por el pecho, logrando apartarle.
—Nunca. Jamás. En tu puta vida. Me toques. —ordenó molesto.
Indignado, el beta observó el suelo sin poder creer que un pequeño humano le hubiera rechazado de tal forma y luego dirigió su mirada hacia Andy con una expresión furiosa.
—¿Cómo te atreves a rechazarme luego de todo lo que he hecho por ti? —exclamó.
—¿Hecho por mí? Lo único que has hecho ha sido seguirme a todos lados, dando la estúpida excusa de que fue una coincidencia —indicó irritado.
—Todo lo que he hecho por ti hasta el momento se le llama cortejo, y tú lo aceptaste —acusó José.
—¿En qué jodido momento hice eso? —exclamó—. Tú fuiste el que apareció de la nada y comenzó a seguirme a todos lados, yo nunca dije nada, ni acepté nada. Ser amable no significa que me gustas, idiota.
—No fuiste solo amable, todo tú me lo dijo —aclaró con arrogancia.
—Dios, no sabía que en este lugar también me encontraría con esa clase de estúpido.
Quitándose sus lentes, Andy apretó el puente de su nariz con frustración y exhaló ruidosamente.
—No puedo con esto. Si me hubieras dicho desde un principio sobre tus intenciones, te habría rechazado para que no siguieras con todo esto —dijo volviendo a colocarse sus lentes.
—Eso no tiene sentido, ¿por qué me rechazarías?
—Porque no me gustas.
—Entonces, ¿qué? ¿Te gusta el idiota de Drake? ¿Es eso?
El silencio de Andy solo pareció molestar más al contrario, quien al no poder controlar su enojo, tal parecía que tampoco lograba controlar su cambio, ya que lentamente su cuerpo comenzó a cambiar hasta llegar a aquella forma en la que no era completamente humano, ni un lobo. Sintiendo lo peligrosa que se había vuelto la situación, Andy observó a su alrededor y presionó sus labios con fuerza al percatarse de todo lo que se habían alejado del pueblo al intentar alejarse de ese idiota.
—¿Realmente te gusta ese demonio? —cuestionó José.
—Sí, me gusta Drake. Y yo que tú tendría cuidado con lo que estás planeando hacer, no por nada me mudé a su casa con él —advirtió Andy.
—Dijiste que no te estabas acostando con él —espetó molesto.
—Eso no significa que no esté saliendo con él —mintió.
—Tú...
—¿A quién crees que estás hablando de aquella forma tan descarada? —cuestionó Drake.
Y tan pronto Andy contempló al alfa dominante aparecer detrás del otro cambiaformas, sus rodillas se sintieron débiles del puro alivio que sintió al verlo, confiando completamente en que ahora estaría a salvo.
Alzando su mano, el alfa líder la colocó en el hombro del beta y presionó hacia abajo, hasta que lo hizo arrodillarse.
—Retrocede. —ordenó, utilizando su voz suprema.
Con sorpresa, Andy contempló como el cuerpo de José cambiaba retrocediendo todo su cambio hasta que volvió a ser un humano normal, como si la orden hubiera sido acatada directamente por el lobo de este. Agachándose, Drake acercó su rostro a la oreja del beta y mantuvo su mirada hacia el frente.
—Te vuelvo a ver cerca de mi ratoncito, y ya no tendrás una vida de la cual preocuparte —amenazó con un bajo tono frío y despiadado.
Tras enderezarse y soltarle, el cobarde no tardó ni un solo segundo en correr lejos de ahí, dejándoles a solas. Observándolo hasta que le perdió de vista, Drake se dio vuelta con una gran sonrisa que no le dio exactamente un buen presentimiento al pequeño humano.
—Así que... Yo te gusto y estamos saliendo.