Alzando la mirada hacia el cielo, Drake se percató en la posición en la cual se encontraba el sol en ese momento. Al confirmar que esta había cambiado, inmediatamente la tensión en su cuerpo se aligeró brevemente tras percatarse de que finalmente era hora de volver a casa con su ratoncito.
—No he podido evitar percatarme de que has estado muy atento al tiempo que llevas trabajando —comentó Mikel casualmente.
Al observarlo, Drake soltó un sonoro resoplido.
—No me vengas con esa mierda, que tú siempre estás así.
—Sí, pero yo tengo mis razones para querer volver pronto a casa, tengo una hermosa pareja esperando por mí, junto a una adorable hija —argumentó el alfa.
—Yo también tengo a alguien esperando por mí —declaró.
Y el decir esas palabras solo provocó que una sensación cálida surgiera en su pecho y se extendiera al imaginarse a su ratoncito esperando por él.
—Entonces, ¿ustedes ya están saliendo? —preguntó animado.
—Si no caigo con Olsen, mucho menos caeré contigo —rechazó con un suspiro—. Nos vemos mañana, y dile a Olsen que por mucho que se junte contigo para intentar saberlo, no les diré ni una mierda a ninguno —advirtió con un amistoso apretón en su hombro.
Retirándose de la zona donde tenían a sus nuevos animales, en donde había estado ayudando a arreglar y agrandar el establo para que estos se pudieran esconder en temporada de frío, Drake caminó directamente hacia su casa, deseoso por encontrarse con el pequeño humano y sentir su agradable aroma. Tanto deseaba volver a olerlo, que casi podía sentir esa esencia de dulce y picosa.
Deteniéndose, las cejas del alfa dominante se juntaron profundamente al percatarse de que, realmente las estaba oliendo. Inclinando su cabeza hacia atrás, Drake olisqueó el aire y su bestia se agitó en su interior tan pronto como detectó el camino de donde provenía tan dulce esencia que les pertenecía.
Sin dudarlo, Drake comenzó a caminar en dicha dirección, siguiendo aquel dulce aroma atractivo. Cuando finalmente logró distinguir la figura de su chico, se detuvo y una expresión de disgusto puro cruzó por su rostro al encontrarlo nuevamente con ese idiota de José. Tomándose un momento para controlar sus ganas de ir y moler a golpes a dicho m*****o de la manada, sus orejas sobre su cabeza se movieron al capturar la conversación que estaban teniendo ambos.
Tan pronto como escuchó la declaración del pequeño hombrecito, una gran sonrisa se estiró en el rostro del alfa dominante, quien ni siquiera la actitud tan molesta de ese tonto beta pudo borrar. Al percatarse de que la situación rápidamente iba tomando un giro en el cual su ratoncito saldría lastimado, Drake no dudó ni un solo segundo intervenir y colocar en su lugar a ese bastardo, dejando bien en claro lo que pasaría si seguía molestando a su chico.
Y una vez logró deshacerse de dicha molestia, la atención del alfa líder recayó completamente en su pequeño humano, tan pronto como preguntó sobre lo que esos labios habían dicho, un interesante tono rojo apareció en ese bonito rostro que hizo juego con ese cabello rojo cobrizo.
—No sé de lo que estás hablando —pronunció Andy, esquivando su mirada.
—¿En serio? Yo creo que sabes perfectamente bien lo que te estoy diciendo —presionó acercándose—. Claramente te escuché decir que te gusto. Que te sientes atraído por mí. Que quieres besarme y...
—¡Yo nunca dije nada de eso! —exclamó el hombrecito, enfrentándole.
—Ah, entonces sí sabes de lo que estoy hablando —indicó sonriente.
Andy abrió y cerró su boca queriendo decir algunas palabras para defenderse y poner en su lugar al molesto alfa dominante, pero con su mente entrando en blanco, nada salió de entre ellos y finalmente solo soltó un ruidito irritado.
—Eres insoportable —sentenció.
Observando al pequeño hombrecito huir de él en dirección a su casa, Drake se carcajeó y felizmente le siguió con facilidad, sin importar el apresurado caminar de Andy.
—Está bien, ratoncito, no tienes nada de que avergonzarte.
—¡No estoy avergonzado! —espetó sin mirarle.
—A mí también me gustas —reveló—. Me gustas tanto que no puedo dejar de pensar en ti en todo el maldito día, ni siquiera puedo estar alejado mucho tiempo de ti o mi cabeza se llena sobre ti otra vez.
—Mentiroso. —acusó con mal humor—. Solo estás jugando conmigo.
Adelantándose, Drake se colocó frente a su pequeño humano, y comenzó a caminar hacia atrás, sin siquiera ver el camino que estaba tomando.
—Te mudé a mi casa, no solo porque no soportaba la idea de que estuvieras en peligro en ese lugar, si no que también porque no puedo estar ni un solo maldito segundo lejos de ti. Quiero que estés siempre ante mis ojos, tu sola presencia me hace sentir mejor, me calma estar contigo, me gusta. Y cuando no estás, no puedo dejar de pensar en ti, en qué estás haciendo, si estás bien o si te ocurrió algo.
Deteniéndose, Andy le observó con el ceño fruncido.
—Eso no necesariamente quiere decir que te sientes atraído sexualmente por mí, solo te agrado y te gusto como un amigo —aclaró el pequeño hombrecito.
—No. Mikel y Olsen son unos amigos, y no estoy pensando en ellos constantemente, no me estoy conteniendo las ganas por tenerlo entre mis brazos, no me pregunto como se sentirá besar sus labios, ni me imagino su piel manchada con mis marcas —aclaró deteniéndose—. No pienso en ellos como mío como lo hago contigo.
Observando esos profundos ojos dorados, Andy tomó una profunda respiración lenta al percatarse de la sinceridad reflejada en ellos. Con su tonto corazón agitándose violentamente, el hombrecito intentó calmarse y tomar algo de distancia, pero como si se diera cuenta de ello, Drake avanzó invadiendo todo el espacio personal del pequeño humano.
—Lo digo en serio, Andy, me gusta más de lo que crees.
—Eso... Es... —balbuceó y, estúpidamente, su mirada reparó en los labios del alfa dominante.
Siendo consciente de ello, el alfa dominante sonrió de forma ladina e inclinó su rostro más cerca.
—Tal parece que no soy el único que se siente atraído por el otro —pronunció, bajando su tono.
Tragando, Andy lamió sus labios y obligó a sus ojos a subir hasta encontrarse con aquel tono dorado. Internamente, sabía que debía de poner algo de distancia, sabía que nada bueno saldría de relacionarse con el alfa líder, y, aun así...
—Drake...
La clara suplica que Drake detectó en ese dulce llamado, agitó todo su interior y le puso en movimiento. Tal vez Andy no supiera qué hacer, si empujarlo lejos o atraerlo, pero el alfa dominante estaba muy seguro de lo que quería, y eso era al pequeño hombrecito.
Alzando sus manos, el alfa líder las movió lentamente hasta que estuvo a la altura de ese bonito rostro pequeño y lo capturó entre ellas. Observando aquellos extraordinarios ojos con un distinto tono de verde cada uno, Drake le mantuvo la mirada mientras su rostro se acercaba con cada segundo que pasaba, dándole la oportunidad al pequeño hombrecito de alejarse en caso de que le quisiera rechazar. Pero Andy no lo hizo, solo se mantuvo quieto, observándole fijamente con atención, casi conteniendo la respiración. Una vez sus labios se presionaron juntos, un dulce suspiro escapó de sus bonitos labios y esa fue toda la invitación que el alfa dominante necesitó.
Con los ojos de su humano cerrándose, Drake le imitó y cedió a la tentación. Sacando su lengua, el alfa dominante recorrió ese labio inferior que tantas veces capturó su atención con ese perfecto arco de cupido bien marcado y lo delineó hasta que Andy emitió un pequeño gemido y entreabrió sus labios. Tomando la oportunidad, el cambiaformas succionó y lamió dicho belfo, hasta lograr que esa boquita se abriera aún más en una clara invitación, la cual ignoró, tomándose su tiempo en recorrer, lamer y mordisquear dichos labios.
En el momento en que finalmente aquella lengua se internó en esa pequeña boquita, Drake gimió roncamente ante el cálido lugar dulce y húmedo. Separando más sus labios, inclinó su cabeza hacia un costado para un mejor acceso y prácticamente devoró aquel tierno paraíso, recorriendo cada rincón, acariciando, marcando y reclamando como suyo cada esquina de esa boquita, succionando con fervor esa pequeña lengua que torpemente intentaba ir a su ritmo.
Andy sabía tan bien, se sentía tan cálido, que el alfa dominante simplemente no podía tener suficiente de este, necesitaba más, quería más, anhelaba mucho más.
Deslizando su mano derecha hasta llegar a su nuca, Drake la cubrió completamente, enredando sus dedos en aquel hermoso cabello pelirrojo cobrizo y la mantuvo firme en su lugar. Mientras, la otra se deslizó por ese precioso cuerpo pequeño y lo rodeó acercándole más, hasta eliminar cualquier distancia entre ellos.
Andy gimoteó en su boca y el alfa dominante se comió dicho dulce sonido, ahogándolo totalmente con su beso. Y si no fuera por esas pequeñas manos que se estrellaron directamente contra la espalda de Drake, a la altura de su cintura, dando ligeras palmaditas en busca de su atención, que pronto se transformaron rasguños desesperados, Drake habría seguido devorando esa boquita.
Con un gruñido, el alfa dominante aminoró los movimientos de sus labios, hasta que finalmente se detuvo y dejó en libertar esa boquita. Andy jadeó en busca del necesario oxígeno y gimoteó por culpa de Drake al sentir como sus rígidos labios apasionados volvían al ataque, besando los ajenos con ternura, lamiéndolos, rozándolos y mordisqueándolos como si simplemente no pudiera tener suficiente de él.
—Drake... —pronunció bajito, quejoso y totalmente agudo.
Drake gruñó en respuesta e inclinó su cabeza para apoyar su frente en la de Andy.
—No me hables así si no quieres llevar esto más lejos, ratoncito —advirtió en un bajo sonido que hizo temblar al hombrecito.
Sintiendo un ligero rastro de excitación en el dulce aroma de su pareja, Drake gimoteó y empujó su rostro hacia la curvatura de ese perfecto cuello, tomando profundas inhalaciones de ese delicioso aroma.
Jadeantes, ambos permanecieron en silencio, recuperándose y aclarando sus mentes de aquel increíble beso. Al momento de enderezarse, Drake contemplo esos labios de un bonito tono rojo y los besó otra vez, con más ternura.
—Está bien, lo acepto... —suspiró—. Dices la verdad...
—Es muy tarde para admitirlo, ratoncito. Ya te he probado, no te dejaré ir ahora —declaró sin dejar de besarle castamente.
Con su cuerpo temblando suavemente, Andy intentó aclarar su mente, lo cual era algo difícil con el cuerpo del alfa dominante apegado al suyo, sus brazos manteniéndole firme en su lugar y su boca contra la suya.
Antes de que siquiera el pequeño humano pudiera pensarlo, al encontrarse con aquellos dorados ojos, su boca solo se abrió en una invitación que por supuesto que Drake tomó y aprovechó de besarle otra vez, de aquella forma en la que Andy no podía hacer más que rendirse y aceptar felizmente todo lo que el alfa dominante le diera. Quitándole la capacidad de pensar y hasta de respirar correctamente, ya que lo único que el hombrecito quería, era más.
Sintiendo como la boca de Drake le dejaba, Andy enterró sus dedos en la piel del cambiaformas y se alzó en la punta de sus pies en busca de su boca, y el alfa dominante felizmente le correspondió, besándole hasta que el estúpido aire fue necesario otra vez para sus pulmones.
Separándose, el pequeño humano se esforzó en levantar sus párpados y Drake gruñó antes de mover su mano que estaba en su nuca, obligando a Andy a ocultarse entre su hombro y pecho.
—Me sigues mirando de esa forma y te devoraré aquí mismo —amenazó, con sus brazos sosteniéndole con fuerza.
Emitiendo un pequeño resoplido, Andy giró su rostro para poder acomodarse mejor y se relajó completamente con ese gran cuerpo, escuchando perfectamente el sonido de su corazón bajo su oído.
—Está bien, lo acepto.
Las repentinas palabras del alfa dominante sacudieron a Andy de aquella paz en la que se había envuelto sin darse cuenta.
—¿Qué es lo que aceptas? —preguntó.
—Tu cortejo, lo acepto. No puedo seguir negándome cuando me besas y abrazas de esta forma —expresó y le abrazó con más fuerza.
Sin poder evitarlo, Andy rió ante esa tontería.
—Eres un idiota, hasta donde tengo entendido, eres tú quien debe cortejarme —indicó.
—De acuerdo, lo haré —anuncio Drake—. Y comenzaré mi cortejo con más besos —declaró.
Riendo por esa tontería, Andy ni siquiera se quejó cuando el alfa dominante tiro de su cabeza hacia atrás otra vez y por un momento, solo se dejó disfrutar otra vez.
Después de todo, unos cuantos besos no podrían hacerle daño a nadie.