— ¿Te sientes bien? —le pregunto a Tris.
—Oigan, deben calmarse un poco, todos —pide mirándonos con exasperación—. Puedo hacerlo, va a salir bien. Hemos ensayado mucho.
—Unos días no son suficientes —dice Sebas, pero en un tono bastante amable—. No es que no confiemos en ti, sólo que veníamos tocando con Spence desde hace más de un año y fue difícil el cambio, pero confiamos en ti.
—Yo no confío en ti desde que te bebiste la última cerveza —reclama Wayne.
—No sabía que tenía tu nombre —se burla Tris.
Dejo escapar el aire de forma brusca y ruedo los ojos.
— ¿Cuánto creen que le quepa a la vejiga? —pregunta Kat a nadie en particular cuando llega con nosotros de su ida al baño—. Porque acabo de vaciar como cinco litros, en serio.
—Eres muy pequeña para que te quepa tanto, mi amor —le dice Sebas.
—En serio, juro que…
—Juro que no entiendo por qué hablamos de esto —interrumpo—. El productor está a punto de llegar y debemos recordar el repertorio.
— ¿Por qué no comenzamos con By your side? —pregunta Sebas; se inclina sobre la mesa y se rasca la barbilla, me remuevo en mi asiento—. Hace tiempo que no la tocamos y la vez que la ensayamos sonó muy bien con los coros de Tris.
—Me gusta, es una canción espectacular —contribuye Tris.
—No quiero comenzar con esa —niego, incómodo.
— ¿Por qué?
—Porque habíamos quedado en iniciar con Born to fight.
—Porque Issa viene hoy —dice el muy pendejo de Wayne, sonriendo como un imbécil y bebiendo un trago de agua con mucha calma—. Por eso no la quiere cantar.
— ¡Ah, claro!
— ¡Ay, había olvidado que Issa vendrá! —dice Kat emocionadísima—. ¡Pero es una excelente oportunidad para que le cantes tu canción!
— ¿Pueden dejar de molestarme? —Saco mi teléfono y reviso el mensaje que acaba de llegarme—. El productor viene un poco tarde.
Mi humor ha decaído bastante, creo que los chicos lo notan porque se quedan en silencio.
— ¿Quién es Issa? —le pregunta Tris a Kat en un susurro.
Me levanto de la mesa y voy en busca de una botella de agua, más que nada porque no tengo ganas de escuchar como Kat le susurra a Tris lo que pasó.
Es cierto lo que dijo Wayne, no quiero cantar esa canción porque vendrá Issa. Pocas veces hemos tocado esa canción porque siempre me niego; esa letra sólo le pertenece a Issa, a una etapa donde ni siquiera nos hablábamos, pero que me hizo darme cuenta de que no tenía que estar 24/7 con una persona para pensar en ella. Issa, la musa de mis melodías.
Y ahora, aunque regresó, no siento que estemos más cerca, no quiero cruzar la barrera si ella no está lista. Así que no, no quiero tocar esa canción porque no quiero incomodarla.
Cuando regreso a la mesa con los chicos, más calmado que antes, me encuentro con que Issa, Dave y April ya han llegado. Los tres saludan a los chicos, pero es Issa quien está más efusiva y también la que se lleva la mayor atención.
—Yo soy Tris —se presenta con Issa—. Mucho gusto.
—El gusto es mío—responde Issa con una sonrisa—. He escuchado que eres muy buena, espero que tengas un gran debut con los chicos. Son increíbles.
Niego con la cabeza, sorprendido ante su amabilidad.
— ¡Por fin estamos todos! —grita Kat—. ¡Y al fin somos igualdad!
— ¿De qué hablas? —le pregunta April.
—Somos cuatro chicas y cuatro chicos, al fin estamos en igualdad ¿Saben cuánto esperé por esto?
April se pone a hablar con Tris acerca de su llegada; al parecer, está muy contenta de que admitiéramos una chica en la banda. La verdad, me pierdo gran parte de su plática, y luego me alejo con Dave rumbo a la barra donde se pide algo de beber.
— ¿Qué tal las cosas con Issa? —pregunta.
—Pues… van. —Me encojo de hombros—. Es demasiado pronto, sólo lleva una semana aquí. ¿Qué tal las cosas con April?
—Bien. —Se encoge de hombros—. Aún no hablamos con nuestros padres, pero… estaremos bien.
Asiento en forma solemne y guardo silencio durante un momento.
—Te ves feliz —digo—. A pesar de que quizá no todo está en orden, te ves feliz. Me da gusto por ti.
Dave sonríe y asiente; por un momento, en su rostro veo al niño que vivía en la casa vecina, aquel que no sonreía mucho y que tenía que jalar a todos lados para que se distrajera. No sé por qué le hablé a Dave en primer lugar, pero no me arrepiento de haberlo hecho.
— ¡Hey, Mat! —me habla Sebas palmeando mi espalda—. Llegó el representante. Vamos detrás del escenario.
—Te veo luego.
Tris, Wayne y Bill Taylor, el que será nuestro potencial nuevo representante frente a una disquera de las grandes, ya nos esperan a Sebas y a mí detrás del escenario.
Taylor es un hombre un poco mayor que nosotros, pero privilegiado y con experiencia en el área musical, me gusta que no es mamón ni demasiado creído, además, fue el primero y el único que de verdad quiso invertir en Red Crossroads.
—Hola, chicos y chica —saluda Taylor con una sonrisa divertida—. ¿Cómo se sienten?
—Preparados.
—Eso es bueno. —Se inclina para ver al público que se amontona frente al escenario y sonríe—. Tiene un buen público, imaginen lo que podemos hacer juntos. Pero les seré honesto, esta noche es crucial. Ustedes me habían presentado a un chico, Spencer, y me gustaron, por eso quise llevarlos a la disquera, pero las circunstancias cambiaron ¿cierto? Y no me opongo a que Tris toque con ustedes, pero necesito pensar en números y ver si vale la pena.
Curiosamente, no estoy nervioso. Sé que somos buenos y que Tris se adaptó a nosotros muy bien, incluso más rápido que Spencer, y si Taylor no nos acepta, sabré qué es un idiota por creer que una chica en una banda podría dañar sus números.
—Quedarás complacido —afirma Tris con mucha seguridad y temple—. Incluso deberás pedirme perdón por dudarlo. Y firmaremos el contrato muy pronto.
Me aguanto la risa, creo que el resto de los chicos también lo hacen, pero ninguno menciona nada, sólo asentimos en solidaridad con Tris.
—Eso espero —responde Taylor sin inmutarse ante la seguridad de Tris—. Si todo sale bien, los veo mañana a la una de la tarde en Taylor’s records para firmar su primer contrato. No quiero presionarlos, pero se juegan mucho esta noche.
Ah, claro, cero presión.
—Vamos, es hora —ordeno con calma. Lo que venga, vendrá—. Salgamos a tocar como siempre. Nos vemos al terminar —le digo a Taylor.
Se queda sonriendo cuando nos ve partir lejos de él.
—Mierda, no quiero sonar como un cobarde, pero… me estoy cagando —confiesa Wayne—. ¡Estamos hablando de un contrato! ¡Con muchos ceros de por medio! Eso impone presión.
—Siempre tocamos muy bien —dice Sabas, trata de lucir calmado, pero no lo logra—, esta noche no será la excepción.
—Y los ensayos han salido muy bien, chicos —agrega Tris—. Puedo hacerlo, créanme.
Les doy la espalda para ponerme de acuerdo con los chicos del sonido y que comiencen con el cambio de música para que se anuncie nuestra entrada. El lugar no es muy famoso ni muy bueno, pero tampoco es un simple bar donde se reúnen los adolescentes; aun así, lo haremos bien.
—Oigan —digo fuerte para que los chicos me escuchen con seguridad—, cálmense. Cuando alguien te dice que no puedes, lo haces mejor, porque te aferras a demostrarles que se equivocan. Ahora no será la excepción. Saldremos a disfrutar y a hacer lo que sabemos hacer, ¿de acuerdo?
Salimos al escenario y ya muchas personas aplauden a la espera de que comencemos, otros observan y muchos siguen bebiendo. Issa, Kat, April y Dave están muy cerca del escenario, apoyándonos. Pero sólo me fijo en Issa y en cómo agita las manos o grita en apoyo.
—Entonces… ¿Born to fight o By your side? —pregunta Sebas una vez más.
No puedo, no puedo cantar la primera canción que escribí para una chica que me gustaba. Todas mis canciones hablan de emociones, cosas que pienso o que siento, algunas letras sólo me las he inventado porque soy bueno en eso, pero nunca he escrito sobre chicas con las que salgo, no sobre mi amor, excepto desde que conocí a Issa.
—Born to fight —pido—. No puedo cantar la otra.
Sebas asiente con comprensión y les pasa la información a Tris y Wayne. Cada quien sabe lo que tiene que hacer, así que se prepara en su lugar y Sebas nos presenta como la mayoría de las veces.
— ¿Están listos para algo de música? —grita a la audiencia y está responde con más gritos—. ¡Así nos gusta!
Toco varios acordes en la guitarra para encender el ambiente.
—Muchos de ustedes ya nos conocen —continúa Sebas—, pero hoy queremos presentarles al nuevo m*****o de Red Crossroads, ella es: TRIS.
Creo que puedo escuchar los gritos de Kat por encima del sonido de la batería cuando Tris la toca para generar más emoción a su entrada. Muchos le aplauden y algunos chicos le chiflan, pero Tris parece muy segura y ruda aquí arriba.
— ¡Nosotros cuatro somos Red Crossroads y esto es: Born to fight!
Y entonces… se van. Los nervios, el miedo y la incertidumbre se van de mi mente porque hago lo que quiero y lo que me apasiona, me divierto y disfruto el momento. Quizá consigamos un contrato o quizá no, pero estoy aquí, arriba de un escenario tocando junto a los que considero mis amigos, con la chica que me gusta mirándome entre el público, la cartera con dinero suficiente y aire en mis pulmones para continuar respirando; y eso, es todo lo que necesito.
Porque recorrer las cuerdas con mis dedos y sentir la vibración de las ondas sonoras sobre mí pecho, eso es vibrar, es vivir. Lo que sea que hagas, debe hacerte feliz, y ser divertido.
En el escenario el tiempo se pasa volando, los cuarenta minutos que pasamos arriba se van como si fueran cinco, y al bajar me siento más ligero, con un peso menos, pero también más cansado y agotado.
—Mierda, por fin puedo beber en paz —dice Wayne, mucho más relajado que antes. Y es que no dejamos que beba demasiado antes de las presentaciones, una mera precaución—. Salió bien, ¿no?
—Muy bien —dice Kat, corriendo hasta su novio y subiéndose a su cuello sin preocupaciones de que el grandulón no pueda agarrarla a tiempo—. ¡Estuvieron increíbles! ¿Dónde está el productor? ¡Firmen el contrato ya!
—Respira un poco, cariño.
— ¡Pero Kat tiene razón! —agrega Issa, efusiva, llegando hasta donde nos quedamos detrás del escenario y sonriendo de oreja a oreja. Sonriéndome—. No recordaba lo buenos que son. Hasta la piel se me puso chinita.
April rueda los ojos.
La verdad es que sí, ahora el corazón me late muy rápido. Todo podría cambiar en cuanto veamos al productor.
—Bueno… qué bien que están todos juntos —interrumpe Bill Taylor; su expresión es una máscara en blanco, no nos dice absolutamente nada de lo que está pasando por su mente. Todos los presentes contenemos el aliento y creo que este es el momento más serio de toda mi puta carrera—. Supongo que… debo pedirte perdón por dudar, Tris. —Ellos sonríen, pero yo me contengo hasta escucharlo de forma clara—. Los veré mañana para firmar el contrato, chicos. Y tú, Mat, las canciones que escribas ya no las vendas, guárdalas para esta banda porque les espera un gran camino. Síganse divirtiendo chicos, me voy.
—Gracias —digo solemne.
Le extiendo la mano para despedirnos y el resto de la banda hace lo mismo. En cuanto el productor termina de irse y está fuera de su vista, todos sueltan un grito y festejan muy a su modo.
Me quedo de pie en la misma posición, mirando el hueco por el que acaba de salir y escuchando los festejos de mis amigos de fondo, pero es que no lo puedo creer. Hace más de un año llegué a Estados Unidos sin expectativas y sin deseos, no planeaba mucho de mi vida, luego una amiga me hizo verlo todo distinto y ahora… firmaré un contrato con una discográfica. Esto parece un sueño, parece la vida de alguien más.
— ¡Mat! —grita Issa frente a mí, con los ojos brillantes y la sonrisa muy grande—. ¡Alégrate! ¡LO HICISTE! ¡GANASTE EL JUEGO!
¿Lo hice? ¿Gané?
Issa me toma del cuello y me abraza con mucha fuerza, tan irreal como el contrato; pero al poco tiempo me encuentro subiendo los brazos y colocándolos alrededor de ella para enterrar mi cara en su cuello y sonreír abiertamente sin que nadie me vea.
—Estás temblando —susurra Issa en mi oído; quizá sorprendida, feliz, preocupada o… no lo sé.
—No puedo creerlo —le confieso.
—Lo hiciste, Mat. Créelo.
El abrazo no dura mucho, porque el imprudente de Wayne nos separa y se lanza a abrazarme con mucha fuerza, luego le sigue Sebas, Tris, Dave, Kat y April. Siento que mi cabeza va a explotar. Todos hablan al mismo tiempo, pero comprendo poco de lo que dicen; una felicidad me embriaga tanto que me siento ajeno, como flotando.