Durante la siguiente dos semanas Robert ha estado más ausente de lo normal pues al parecer el despido del directivo creo más obstáculos en la empresa sobre el personal. Por primera vez en siete años sentía un poco de soledad pues Robert que siempre contestaba mis llamadas enseguida, últimamente este tardaba más en contestar. Varios de nuestros planes eran cancelados a último momento, pero lo enlace a que estaba ocupado con unos proyectos nuevos que estaba planeando con mi padre.
Por otro lado, tenía mis fantasías pasionales en mis horas nocturnas a través de mi ventana con mi vecino. No quería sonar una pervertida, pero mis fantasías crecían a un punto astronómico, ya sentía que a la mínima iba a caer por él. Mis fantasías donde este hombre me poseían de maneras más intensas que las anteriores a un punto que parecía un sueño vivido. Siempre terminaba sudada en mi cama a tal punto que pensaba que ese hombre se había infiltrados en mi hogar para hacerme suya cada noche que soñé con el. Decían que los demonios sexuales absorben energía a través de los sueños eróticos por ende pensé que el lo hacía indirectamente conmigo ¿Acaso ese incubo ya estaba metido en mis sueños?
—Es solo un sueño Blayr, nada de eso ocurrió -me susurraba suavemente todos los días al despertar.
Todas las noches lo observaba pasearse desnudo como si me estuviera invitando, sus labios carnosos provocadores me llamaban y mi entrepierna estaban loca por ceder. A través de mi ventana se había convertido en mi bella tentación de todos los días, más que su miembr0 cada vez que lo observaba parecía apuntar hacia mí, deseoso a que yo lo lamiese.
—Déjame tenerte, solo una vez.
Una de aquellas tantas noches susurraba mientras lamia mi labio inferior ¿Acaso mi cuerpo estaba llegando a un punto de ebullición? La gota que derramaría el vaso de la locura, mi moralidad me decía que me alejara, pero mi personalidad aventurera e impulsiva me motivaba a que lo intentara.
Durante esos días también descubrí que mi vecino parecía camaleónico pues parecía un total desconocido por el día. En el día era sumamente amable, tierno y comprensivo acercándose poco a poco a mi. A pesar de que intentaba mantener distancia pues Robert me lo pidió, siempre lo terminaba necesitando. Me ayudaba en algunas tareas complicadas para mí, como ese día que arreglo una tubería que rompí en el jardín. Este me vio en problemas así que salto en ayudarme sin siquiera pedirle. A pesar de que mis deseos carnales mayormente en las noches por el crecían más, pues deseaba tenerlo en mi boca, hacerlo mío aunque fuese solamente una noche me di cuenta de que su personalidad tan diferente a sus tatuajes me encantaba. Era sumamente sarcástico y mordaz, pero sus chistes me causaban gracia sin entender el porqué, tal vez porque era tan distinto al estirado de mi marido.
Durante esas dos semanas también lo había invitado a mi casa como agradecimiento, aunque todas nuestras comidas terminaban fantaseando con que mi rebelde vecino me apresara contra su cuerpo en el suelo. Todas esas malditas veces eran detenidas por las llamadas de coincidencia de mi esposo las cuales me hacían pensar que el sabia. Aunque no todo era sexu@l, descubrí que a pesar de su aspecto él era menor a mí por dos años. Poco a poco mis defensas eran derrumbadas por aquel hombre de cabello negr0 que parecía querer tener una amistad conmigo, aunque mi cuerpo pecaminoso decía que el solo quería tener una amistad con beneficio, a este punto ¿Cuál sería el problema? Sinceramente lo estaba dejando entrar en mi vida pues no tenía a alguien tan cercano a mi en modo de amistad. No sé si estaba mal, pero el se estaba metiendo en mi piel poco a poco.
—Buenos días princesita de Beverly Hill.
Alzaba mi mirada notando a Sergio saludarme de manera extremadamente amistosa, este se acercaba a mí mientras yo me estaba preparando para irme a la escuela a dar clase.
—¿Cuándo dejaras de llamarme así?
—Me gusta llamarte así —un suave tono se escuchaba en el.
¿Tierno? Eso era demasiado contrario a lo que su cuerpo y su mirada mostraban. Su mirada mostraba lujuria, su boca ternura ¿A quién debía creerle? La invasión de espacio personal pareció irse por la ventana después de saludarnos por tres días seguido, lo cual adoraba, pero me hacía sentir un poco nerviosa ¿Por qué? Ni siquiera yo lo sabía.
—Princesa ¿A dónde vas asi?
Unos dedos juguetones se posaron en mis labios recorriéndolos de manera sensual, provocativa. Mi corazón latía con rapidez mientras nuestros ojos chocaban ¿Sentimientos por el? Ninguno, solo sentía curiosidad carnal, quería hacerlo mío aunque fuese una vez. Nunca tuve la necesidad de ser infiel pero aquel hombre subía mis alarmas a mil. Este parecio que leyó mi mente pues sus labios carnosos dejaron embozar una sensual y arrogante sonrisa mientras su dedo pulgar llegaba a la comisura derecha de mi labio.
—Tienes algo en tus labios princesita —se lamia de manera seductora su dedo al quitarme aquel residuo de mi batida de esa mañana- la próxima vez, te lo quitare con mi lengua.
Mordía mi labio inferior pues sentía que debía hacerlo algo que pareció que leyó en mi lenguaje corporal. Mi respiración comenzó a agitarse mientras la tensión entre nosotros parecía electrificarse ¿Qué se sentiría tenerlo dentro? Ese hombre con el tamaño que vi sabía que me llenaría completa con facilidad. Nuestras respiraciones comenzaron a acompasarse, mis piernas gimieron por la emoción de lo que se acercaba, y mi corazon comenzó a bailar de emoción. Estaba en un punto que si ese demonio me pedía hacerlo con el, aceptaría sin pestañar, mi cerebro estaba totalmente nublado por la necesidad. Se acercó con lentitud como si estuviera a punto de besarme hasta que un maldito sonido nos distrajo ¡MI TELEFONO! Me cago en los putos muertos. Con mucho enojo revise la pantalla de mi telefono notando que era mi esposo.
—Disculpa, debo contestar.
Un leve gruñido por parte de este dejaba a entender que aquello lo irrito.
«A mi también, me siento como cuando para cuando estas a punto del orgasmo»
Mi mente estaba tan activa en esos momentos sintiéndome enojada con mi esposo. Abría el telefono dirigiéndome hacia mi auto quedándome allí sentada hasta terminar mi llamada.
—Cariño, disculpa por no tomar la llamada antes—una suave voz se escuchaba desde la otra línea con un suave ronroneo—Todo está un poco caótico aquí en New York, no voy a poder regresar hoy.
—¿En serio? —un suave suspiro de decepción se escapó de mis labios —pensé que iríamos a la fiesta de tu amigo —hablaba un poco desilusionada.
Sus amigos eran muy aburridos, peros sus fiestas eran buenas por ende pensaba que eso me ayudaría a distraerme un poco. Últimamente nuestro tiempo juntos se habían reducido lo cual era típico en estas fechas, pero este año se incrementó demasiado.
—Lo se mi niña —una voz afligida se podia escuchar —te prometo que te lo compensare en cuanto regrese ¿Si?
—De acuerdo.
—Cariño, recuerda que te amo.
—Yo igual, suerte.
Cerraba la llamada dirigiéndome a la escuela de esgrima. Aquel día me tocaría entrenar a los jóvenes más avanzado lo cual se me era divertido. Mientras me dirigía allí decidí detenerme un rato hacia el albergue de animales pues me inscribía como voluntaria para ese fin de semana como usualmente hacia todos los meses, también escribí a Robert pues la idea era hacerlo como una cita diferente. Eso me tomo unos veinte minutos, llegaba notando una motocicleta en el área de parqueo, pero no le di mucha importancia, lo malo fue que estaba todo lleno así que tuve que parquear en el callejon de la escuela. Dirigiéndome adentro de la escuela hacia el gimnasio donde entrabamos notaba a Clyde vestido con el chaleco Kevlar, la ropa que protege al practicar esgrima, hablando con los adolescentes que eran mas avanzados. Este al verme llegar dejo de hablar.
—Qué bueno que llegaste —una voz de alivio se notaba en Clyde —necesitamos a alguien que le de batalla a nuestro nuevo instructor.
Me acercaba a esas dos personas que estaban en la plataforma notando a uno de ellos que estaba vestido completamente con su careta de esgrima la cual le cubría su rostro. Alzaba un poco mi ceja pues usualmente no hacíamos demostraciones pues siempre terminaba pateando a Clyde.
—¿Harán una demostración?
—No, tu lo harás.
Una pequeña sonrisa egocéntrica se me dibujo, confiaba en mis habilidades y sabía que era un rival que temer, no tenía a nadie que pudiera seguirme el ritmo.
—Paso, mejor hazlo tú, no quiero humillar a nuestro nuevo instructor.
Al decir esto noto al desconocido cruzarse de brazo mientras Clyde solo rio algo nervioso.
—Este es el contribuyente de la escuela Blayr, al menos den una pelea o acaso ¿Tienes miedo?
¿Miedo? ¡Ja! Yo desayunaba el miedo, era una persona totalmente competitiva y aquello lo que hizo fue provocarme mas ganas de humillarlo. Sabia lo que valía, dos veces campeona de las olimpiadas, tantas medallas y trofeo que cubrían tres vitrinas en la casa de mi padre.
—Esto será rápido.
Me dirigí hacia los vestidores encontrando uno de los pocos trajes que había para adultos colocándomelo. Al llegar al lado de Clyde este me entrego el sable que tenía junto a su mascara. Me coloque en posición escuchando las indicaciones de Clyde a los chicos, notaba que mi rival era alto, un metro noventa y cinco, pero aquello me daba igual. Clyde se ponía en posición con su mano entre nosotros, con dificultad miraba al desconocido pues su rostro estaba cubierto por aquella mascara. Me colocaba la mía preparándome pues Clyde ya había terminado de explicarle a los chicos.
— Prets, allez.
Tras la típica frase para iniciar comienzo de manera feroz a dominar mi sable en modo de ataque. Esta persona era buena, podia seguirme el ritmo, pero no demasiado. Tras varios toques pude ver su punto ciego dándole un toque en el estómago.
—Touché
Retroci al notar que me contaban el punto, aquello sería demasiado fácil. Hice lo mismo alrededor de dos veces más recibiendo los puntos que me hacía pensar que aquella persona solo me estaba probando. Tras este ultimo toque noto que este se daba la vuelta quitándose la máscara, seguramente para secarse el sudor, no podia verle el rostro pero se notaba que tenia un cabello de color azabache. Este se colocó la máscara de nuevo colocándose en posición mientras yo flexionaba un poco mi sable. No sé porque sentía que el ambiente cambio.
—Jo, así que me estabas probando —susurre levemente dejando escapar una egocéntrica sonrisa —me siento ofendida.
Hablaba para mi persona. Me colocaba en posición junto a aquella persona notando a Clyde colocarse en posición.
— Prets, allez.
A diferencia de las batallas anteriores esta vez el misterioso peleador comenzó a ir al ataque, demasiado rápido, demasiado fuerte, apenas podia esquivarle y seguirle el ritmo ¿Hace cuánto tiempo no me emocionaba? No lo sabía, solo sabía que entre el ataque y el contra-ataque que esa persona me ofrecía me extasiaba y me deleitaba. Era un baile de espadas donde usualmente yo era la que dominaba, pero esta vez alguien me hacía bailar a su ritmo, por fin tenía un digno rival.
—Touché
—Tsk.
Murmure levemente, mi rival parecía un robot totalmente diferente al de las primeras veces. Esta persona peleaba de manera feroz, tanto que me igualo con tanta rapidez que se me era imposible seguirle el ritmo. Los chicos se emocionaban pues la esgrima es un deporte que es un desafío físico netamente de rapidez, inteligencia y destreza. Ese último toque me dio rabia,tome la distancia lanzando un fuerte grito de impotencia y rabia. Me retire la máscara sintiendo el sudor rodar por mi frente. Me seque el sudor con mi brazo colocándome la máscara de nuevo.
—Chicos, este es el último, quien gane este combate ganara, debemos entrenar a los chicos.
Clyde parecía que se divertía con nuestro combate, era entendible pues usualmente yo tenía un rostro de persona amargada, usualmente nadie me hacía sonreír en un combate…..excepto por Alejandro…. Clyde se colocó en posición levantando su mano derecha.
—Prets, allez.
Este esgrimista anónimo comenzó de manera feroz el ataque, pero ya le conocía sus mañas por ende en vez de contra-atacar me fui a la defensa algo que pareció que no lo esperaba. Ataques feroces eran lanzados, noto que uno de sus ataques iba a darme en mi pierna derecha por ende salto esquivando su ataque, con esto logro exentarle un golpe en la cabeza, una manera de esquivar muy complicada que muchos esgrimistas no sabían cómo hacerle contrapeso a eso.
—Touché.
Caía en el piso resbalando levemente cayendo encima de aquella persona. Ambos terminábamos en el suelo, mi respiración por el cansancio de aquel ejercicio se agitaba además de que mi cuerpo reaccionaba a este hombre sin saber porque. Había terminado tan cansada como si hubiese tenido una sesión de sex0 tan fuerte que apenas me podría mover. Sentía un fuerte apretón en mi cadera, un suave jadeo escapo siendo escuchado solo por esa persona y yo.
—Princesa, eres el peso ideal para estar encima de mi —una ronca sonrisa se escuchaba mientras aquel apretón a mis caderas se intensifico de manera más posesiva— si tanto quieres estar encima de mi podemos ir a mi casa esta noche.
Esa voz era algo petulante, egocéntrica, sensual y aditiva me motivaba y me hacía pensar que deseaba mas. . Con rapidez me paraba alejándome de mi demoniaca tentación el cual se sentaba. Con un ágil movimiento este se retiró su mascara agitando su cabeza levemente, el sudo de su cabello era latente pues este estaba totalmente húmedo. Nuestros ojos chocaron, su mirada atrayente, rebelde y pecaminosa parecía que aquello fue una simple prueba para ver si podia seguirle el ritmo pues este término guiñándome su ojo izquierdo. Yo por otro lado me quitaba la máscara de mi rostro aun con mi cara llena de sorpresa, esta debió ser un poema pues la sonrisa de altanería que me mostro era lo suficiente para afectarme.
—Vaya princesita, ese salto no lo espere -su mirada se dirigió al pelirrojo— si, definitivamente te comería vivo.
—Te lo dije.
—¿Se conocen?
—Asi es, yo le pedí que me ayuda por un mes ya que venía desde España a quedarse un tiempo y al final termino contribuyendo con mucho dinero a la escuela —Clyde se acercó a su amigo para ayudarle a levantarlo.
-Desde cuando practicas esgrima, eres demasiado bueno.
Podia ser egocéntrica y creerme la mejor, pero sabia reconocer a un buen oponente.
—Practico desde los doce, a los catorce fui a un campamento de esgrima el cual cambio mi vida y decidí practicarlo de manera más seria —este sonrió levemente- competí contra una persona que me humillo tanto que decidí mejorar para poder superarla.
—Solo te diré, esa persona debió estar loca porque eres muy bueno.
Tras este entrenamiento me di cuenta de que aquel vecino no era tan petulante como lo imaginaba. El era demasiado bueno entrenando a los niños y se le notaba a lengua que se lo tomaba muy enserio. Aquel día trabajamos juntos con los chicos, mientras más estaba cerca del más mi cuerpo me pedía lamerlo, tenerlo, aunque fuese una sola vez.
—Bueno chicos eso es todo.
Despedía a los chicos los cuales se fueron enseguida. Ese día me tocaría cerrar totalmente la escuela por ende después de revisar que todos se hubiesen ido me dirigí al vestido para cambiarme. Aquella área era sumamente de campo, por ende a las siete ya la mayoría de los negocios cerraban, actualmente eran las nueve así que debía apurarme para no quedarme sola por el área. Salía de la escuela al cerrar sintiendo un leve escalofrío en mi espalda, me voltee notando al objeto de mi obsesiones nocturnas sentando en aquella motocicleta.
—Oye princesa ¿A dónde vas?
—Me ire a mi casa, deja de llamarme princesa.
—¿Por qué?
—Porque tu no tienes derecho de llamarme así —me volteaba con rapidez apuntándolo— solo una persona tiene derecho de llamarme así y no eres tú.
Mi frase al cuello pareció descolocar al hombre, pero dejo mostrar una sonrisa petulante.
—Ya veo.
Comencé a caminar hacia donde estaba mi auto notando que el me seguía como si fuese un perrito, lo detestaba. Me iba a donde había parqueado mi auto el cual lo deje cerca de un callejón aun siendo seguida por el.
—¡Deja de seguirme!
—Solo te estoy cuidando.
—No lo haces, me incomoda que seas tan sexy.
«Pero que mierda acabo de decir»
Al parecer el cerebro que tenía decidió explotar y irse a china. Aquello pareció que aumento el ego de este pues este dio varios pasos hacia mi.
—¿Crees que soy sexy?
No, no es lo que piensas -susurre.
—¿Ah no? Entonces explícame.
Paso tras paso aquel hombre encerraba mi cuerpo entre el suyo y mi auto.
—Solo hable sin pensar.
—¿Ah si? Entonces ¿No crees que soy sexy?
Sus labios se acercaban a los míos, su respiración chocaba con mis carnosos labios, mi entrepierna quería ceder hacia el. Su cuerpo aprisionaba el mio, trague como si tuviese una piedra en mi garganta.
—No lo eres, por favor necesito mi espacio, estoy casada.
—¿Casada? Entonces ¿Cuál es el problema? -una arrogante y altanera sonrisa se pudo visualizar- Princesita, he tenido tantas ganas de estar dentro de ti, déjame entrar en ti hoy.
Sus labios rosaban los míos, mi corazón latía a mil, no estaba segura de mi decisión pero el tomo el primer paso sin yo siquiera responderle. Un apasionado beso demandante era comenzando, me exigía, me devoraba, y me excitaba. Aquel movimiento de lengua era tan embriagador que mi cuerpo continuo ese beso apasionado. Nuestras lenguas danzaban de un modo que tanto el como yo dejábamos entre ver nuestra necesidad, una urgencia carnal para nada sentimental. Sus juguetonas manos agarraban mi trasero cargándome de una. Con mis pies me sujeto de su entrepierna sintiendo aquel objeto de mi obsesión tan duro como la roca. Clavaba mis uñas en la espalda de aquel hombre el cual hizo un gruñido deteniendo aquel beso.
—Princesa, déjame estar dentro de ti aunque sea una sola vez, te necesito —su voz era ronca llena de necesidad.
¿Lo necesitaba? Si, quería tenerlo dentro de mí, quería que me poseyera, aunque fuese una sola vez.
—Te necesito dentro de mi —deje escapar un leve jadeo— quiero que me hagas tuya.