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2316 Words
********** —¿Asi te gusta? —El ojos obscuro como el pecado con cabello azabache jalaba de mi cabello dejando en descubierto mi cuello—¿Te gusta que te traten bruco? —mordisqueaba mi cuello con fuerza. Dejaba escapar un leve jadeo de placer mientras este acariciaba mi cabeza para colocarme en posición. Lamia mi cuello subiendo lentamente hasta mi oído derecho susurrándome con mucha suavidad. —Dime ¿quieres que te lo meta? Jadeaba suavemente por aquella expectación, aquel hombre solo sonrió. -Si no me dices, quiero que me lo metas no hare nada tigresa. —Si quiero -comentaba en un leve jadeo— quiero que me lo metas como nunca. Este rio con una voz profunda, sentía la punta en mi entrada algo que hizo todo mi cuerpo sentir escalofrió. —Dime ¿Solo vas a pensar en mi de ahora en adelante? —una sonrisa perversa en su comisura de sus labios se dibujaba. —Si lo hare. —Muy buena respuesta tigresa. Aquel hombre entraba de golpe llegando a mi punto máximo haciéndome jadear de placer, penetradas tras penetradas me llevaban a un punto desconocido para mí. Lamia mis pezones, movía su miembr0 hasta alcanzar mi preciado punto G, no podría aguantar más, mi corazon latía a un punto tan preciado de liberación que me dejaría liberar en un hermoso chillido de orgasmo. ******* Me levantaba de golpe sintiéndome totalmente sudada. Miraba a mi lado, estaba vacío por ende imagine que Robert se había ido a trabajar. Me retire las sabanas notando todo mi cuerpo afectado ¿Acaso había acabado de tener un sueño erótico con mi vecino? Debía de estar o muy loca o muy frustrada sexualmente para que esto pasara. Revise mi telefono, eran las nueve de la mañana, era tarde pues yo tendía a levantarme temprano. Me levante enseguida de mi cama duchándome con el agua más fría, aquella agua chocaba en mi piel intentando borrar los recuerdos de aquel sueño. Mi mirada se poso en mi brazo donde habia sido agarrada por Robert notando una marca, hice una leve mueca pues eso me obligaría a usar una blusa de manga larga para ocultarlo pues no quería que nadie pensara mal. Suspire sintiendo el agua acariciar mi cuerpo, mi mente pecaminosa olvido por unos segundo a Robert volviendo a mi endemoniado vecino de ojos negr0s. Pasaba uno de mis dedos por mis labios mientras intentaba recordar aquel sueño que pareció tan vivido ¿Acaso estaba mal? «Solo una vez» Una voz corrió por mi cerebro, no era mi voz de la moralidad eso era seguro. Suspire levemente dirigiéndome a mi cocina para comer algo, ese día iba a pasar por la escuela de los niños pues sinceramente estaba aburrida, sabía que no había pasado mucho tiempo, pero necesitaba distraerme. Mientras me arreglaba mis pensamientos volvían a aquel hombre, poseyéndome, haciéndome suya, no pude evitar dejar escapar un leve jadeo. —Tal vez….tal vez —murmure— si es solo una vez me calmare, tal vez el es peor que Robert y esta calentura se termina yendo asi como vino -susurraba hacia mi. Mi cuerpo estaba en un estado que nunca había presenciado, usualmente era la mujer que quería ayudar a los demás, la que hacia todo para que estuvieran bien, pero para mi no había nada. Robert era sumamente cariñoso con regalos, pero nunca me apoyo en mi verdadero deseo del esgrima. El solo lo soportaba, pero odiaba que su delicada esposa anduviera con una espada practicando día y noche. —Blayr, deja de decir tontería —susurre— tu quieres a tu esposo, es solo una mera fantasía —intentaba convencerme— es como cuando fantaseaste con Henry Cavill. El cerebro era un órgano muy esencial en el cuerpo, en ese momento mi cerebro intentaba justificar aquella obsesión del maldito vecino que me estaba despertando, apenas cruzamos palabras y aun asi fue suficiente para hacerme fantasear. Una ropa cómoda deportiva era esencial para practicar en aquella escuela de bajo recurso, eso junto a mis tenis y mi coleta de caballo. Llame a Robert, pero este no contesto por ende le deje un mensaje de voz para que supiera que iba a estar ocupada en el día. -Siempre estas ocupado, pero últimamente estas mas ocupado de lo normal -un suave suspiro invadió levemente mis labios. Tras conducir llegaba a una escuela localizada en uno de los barrios mas pobres de California. Parqueaba y tras entrar era recibida por el director el señor Carlos García. Aquel señor había sido entrenador de varios esgrimistas y al final decidió ocupar sus años de la vejez motivando a jóvenes a seguir aquel deporte. —Blayr llegaste —un emocionado señor me abrazaba —los niños estaba tristes porque pensaron que no vendrías hasta el próximo lunes. —Bueno señor Carlos, no me iré tan fácil porque no podrán encontrar a alguien tan buena como yo. Sonreía levemente con algo de ego mientras me dirigía dentro del gimnasio de aquella escuela, conmigo solo habíamos dos voluntarios ayudando, Clyde Lyord un esgrimista que compitió en las nacionales y yo. En nuestro cargo habían alrededor de veinte niños con edades variadas que sinceramente adorábamos entrenarlos pues eso significaba que se mantendrían afuera de las calles. —Blayr —Un pelirrojo de ojos verdes se acercó- pensé no vendrías hoy. -No te vas a deshacer de mi tan fácil Clyde, no permitiré te lleves a mis estudiantes. Aquel hombre me entregaba su florete lanzándome una risa algo petulante. —Veamos que tan bien entrena la campeona olímpica después de faltar un par de días. Sergio Rodríguez Con la misma fuerza que me caracterizaba entraba en aquella oficina amueblada con muebles en caoba dándole un estilo sofisticado. La secretaria que estaba cerca de la puerta ni se inmuto, esta solo continúo tecleando en su Tablet. Aquel hombre que me engendro simplemente levanto sus ojos levemente de los papeles que tenia en su escritorio como si mi mera presencia le pareciera insignificante. —Sergio, quieres dejar de entrar como se te da la gana en los lugares. —Entonces dame lo que me pertenece -aullé de manera colérica. Con pasos rápidos me acerque a mi padre lanzando los papeles que estaban en su escritorio al suelo, este solo me miro a los ojos con sus ojos negros, aquellos ojos que herede de el. —Sergio, si no quieres que llame a seguridad cálmate. —Entonces devuélveme lo que me pertenece. —¿Para qué? Ya no me sirves para nada —un calmado hombre hablaba— para lo único que me servías era para enlaces en España con la familia Alba y ya no me sirves. —¿No comprendes que nada de eso tiene que ver conmigo? Yo he sido lo mejor que ha pasado en las sedes europeas y quieres echarme como si nada. Una rabia latente hacía que tomara a mi progenitor desde su camisa levantándolo desde su asiento, este hombre no hacía nada solo se dejaba levantar haciendo una mirada tan fría que no se podia ver ningún tipo de sentimientos. —Ya no me sirves para nada Sergio, te di la oportunidad por tu madre, pero ya no me eres necesario -una voz fría salía de aquel hombre— Enviare a tu hermano a tu lugar así que considérate hoy libre de todas tus responsabilidades. Agite levemente a aquel hombre el cual pareció ni inmutarse soltándolo por fin, este volvió a sentarse como si aquello fuera algo típico en su oficina. —Te vas a arrepentir, te voy a destruir. —¿Tu? Eso quiero verlo -una egocéntrica sonrisa salió de aquel hombre— tu no eras nada y lo seguirás siendo. Con rabia mire levemente el suelo notando entre los papeles note un apellido conocido junto a un plan de asociación por casi cuatrocientos millones de dólares de ganancia. Mi corazon pompeo con rapidez saliendo de aquella oficina para salir a aquella calle para tomar aire, para pensar mejor, si ese apellido era el de ella ¿Su padre se iba a asociarse con mi padre? Era muy probable, recordé que la primera vez que la vi alguien muy parecido a ella estaba a su lado hablando con mi padre por ende ellos debian de estar planeando algún negocio. Sabia que mi padre odiaba perder un centavo, era muy avaricioso y solo miraba a sus hijos como costales de dinero. —Si tu crees que te vas a deshacer de mí, estas muy equivocado —reía de manera vil— y la usare a ella para quemar todo este maldito mundo. Las mujeres eran un objeto apreciado para los hombres, se podían utilizar de muchas maneras como en este caso destrucción, venganza. Sinceramente me alegre muchísimo al notar que mi vecina era aquella Blayr pero al notar con quien se casó, y que mi padre iba a hacer negocios con su familia mi mentalidad estaba cambiando ¿Sentimientos? Eso era para los débiles, no valían la pena, el dolor que sufrí se lo haría hacer sufrir a ella y con esto destruir a aquellos hombres a mi alrededor ¿Cómo lo haría? Muy fácil, me metería en su corazon, en su piel, y en su alma en un punto donde no pudiera vivir sin mí, y en ese punto acabaría con todos junto a ella. —Blayr, mi pequeño diamante en bruto -relamía mi labio de la emoción- mi pequeña princesita de Beverly Hill te usare para crear dolor. Me montaba en mi moto deportiva galgo de color negr0 dirigiéndome hacia mi casa, me sería fácil comenzar mi plan desde allí pues aquella mujer parecía demasiado….accesible como aquella vez. Una pequeña niña en busca de comprensión, de que alguien este a su lado, de que alguien la comprenda como mujer como tantos años atrás ¿Quién mejor que yo para hacerlo? Ella se convirtió de nuevo en mi obsesión, pero esta vez no solo seria para satisfacer mi cuerpo, esta vez la utilizaría para quemar todo a mi alrededor. Tras un viaje de veinte minutos llegaba a mi casa, eran alrededor de las cinco. Parqueaba mi moto en mi garaje y tras salir notaba a la distancia a mi vecina, mi suculenta vecina en la cocina al parecer cocinando. Esta al parecer sintió mi mirada pues levanto sus ojos marrones sosteniendo nuestras miradas. Con coquetería le guiñe el ojo sintiendo como esta mujer mordisqueo suavemente su labio mirando hacia abajo con nerviosismo. «¿Te gusto? Mejor, así será muchísimo más fácil poseerte y meterme en tu vida» Sonreía con superioridad ¿Me consideraba un narcisista? Tal vez, sabía que podia hacer caer a cualquier mujer a mis pies y ella estaba incluida, la haría caer a mis pies como aquella vez. La usaría tanto que me cansaría de ella y tras eso le mostraría a su esposo la clase de mujer que tiene, una típica zorra que bailaria por mi pene Lo que más me emocionaba era que aquel hombre, aquel maldito hombre viera a su mujer llena de mi esencia con rostro orgásmico gritando mi nombre. Llegaba a mi despacho llamando desde mi telefono a aquella persona que se alegraría de todo lo que estaba planeando, desde aquel lugar podia ver a aquella rubia dirigirse a su sala a ver televisión. —¿Si? —Alejandro, te tengo una muy buena noticia —mis ojos se posaban en el cuello de esa doncella, me daban ganas de marcarla, morderla e incluso correrme en aquel sitio. Alejandro era mi primo por parte de mi madre. Su madre dejo a mi madre quedarse con su familia cuando este regreso embarazado desde Italia. Todo estuvo bien hasta que mi madre falleció cuando apenas tenía doce años y mi padre obtuvo mi manutención . Este me dejo en una mansión en España oculto de su familia, el hijo bastardo el cual siempre quiso ocultar, el único que me mantenía cuerdo era mi primo y mi nana. Actualmente Alejandro vivía en California trabajando para un gran bufete de abogados. —¿Tu padre te devolverá el puesto? —Olvídate de eso, el viejo decrepito esta afanado en no darme mi puesto —acariciaba suavemente mi cabello— no me afectara tanto pues tengo mi propia empresa, pero tengo algo que te encantara, lo he encontrado. —¿Encontrando? —¿Recuerdas la fiesta de gala de hace seis años? Encontré al tipo. Una pausa fúnebre se escuchó así que pude asimilar que este estaba recordando. —No solo lo encontré, él es casado y la mujer con la que está casado es familia de alguien que hará un enorme negocio con mi padre. Una profunda sonrisa se escuchó desde el otro lado como si pudiera leer mis pensamientos. —Ya comprendo por dónde van los hilos -una voz seria se escuchaba —pero eso en que le afectara a el. —Hare que esa mujer caiga por mi, quiero que ella mismo lo destruya y al final la destruiré a ella para que su padre no quiere hacer negocio con mi padre -una sonrisa cruel se dibujaba notando a aquella dama sonreír viendo una serie. —Eso sería karma. —¿Karma? Yo no creo en el karma, yo tomo la venganza por mis propias manos. Un tono pensativo se escuchaba desde la otra línea. —¿Qué harás? —Me la voy a follar en menos de tres semanas, hare que ella caiga por mí, me pida más, y así comenzare con mi venganza. Rompería a aquella mujer de un modo tan drástico que odiaría a todos los hombres. Ella me abandono hace tanto tiempo atrás, ella estaba casada con un hombre que nos hizo tanto daño a mi primo como a mi, y ella estaba enlazada con mi padre, aquella mujer seria la pieza clave para que todos pagaran a mi alrededor.
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